Paula Fernández Pareja.- Leía el pasado día11 el artículo de Santos G .Monroy, “Puertollano y su insana depresión” y me descubrí a mi misma coincidiendo con él en algunas de sus reflexiones. En nuestra ciudad llevamos varios años soportando una decadencia económica que ha derivado en altas tasas de desempleo y ha provocado un estado de ánimo que define muy bien Santos, como de insana depresión.
Cuando en nuestra ciudad se hizo una apuesta decidida por las energías renovables, adelantándonos en el tiempo a las políticas que ahora se diseñan como imprescindibles, la errática política energética del Partido Popular dio al traste con todas las iniciativas, y vimos como la viabilidad de algunas empresas que se habían establecido en nuestra ciudad con expectativas de futuro y crecimiento quebraron y tuvieron que cerrar. Ahí empezaron los agoreros del “día después” a hablar de despilfarro de ayudas públicas y de incentivos mal invertidos, sin embargo los ciudadanos seguro que no habrían perdonado a un gobierno municipal que no hubiera intentado todo para atraer inversiones y empleo a nuestra ciudad.
Llegó la crisis generalizada y encontró a nuestra ciudad en una situación francamente difícil para encontrar respuestas y soluciones.
Cuando los esfuerzos del gobierno municipal han empezado a tener nombres propios con proyectos muy interesantes y con alto valor añadido, ( el proyecto de Hidrógeno verde de Iberdrola, la refinería Clamber, los proyectos de ENCE, Life For Tyres, los proyectos de investigación del Centro Nacional del Hidrógeno, ION BIOTEC, los diferentes proyectos de Deimos) , cuando los fondos MINER van a beneficiar a un conjunto de empresas que han elegido Puertollano para instalarse, Cuando a pesar de las dificultades añadidas que esta pandemia del COVID-19 en nuestra ciudad empezamos a vislumbrar una luz al final del túnel, existe un coro de agoreros y negacionistas que se empeñan en que sigamos hundidos y sin esperanza, porque en las lamentaciones es donde encuentran su razón de ser.
Sin embargo nos merecemos un poco de esperanza, la esperanza de inversiones que traerán empleo y riqueza, la esperanza de la nueva vacuna que nos ayudará a dejar atrás este año bisiesto y horroroso, la esperanza de que podremos disfrutar de los encuentros con los nuestros, y como las esperanzas hay que visualizarlas, que mejor expresión de esta que unas luces de navidad que nos alegren y nos ayuden a alegrar a los más pequeños, que un proyecto de mejora de un lugar tan emblemático como nuestro paseo, “ponte guapa” me decían cuando estaba triste, eso ayuda; pues pongamos guapa a nuestra ciudad mientras exigimos con rigor a nuestros gobernantes que se dejen la piel para conseguir lo mejor para Puertollano.
Seguramente soy una soñadora y una idealista, pero sigo creyendo que es posible que entre todos podamos construir una ciudad mejor. Sigamos soñando en cualquier caso, porque no hay nada como un sueño para crear el futuro, como decía Victor Hugo en “Les misérables”.