Trump vs Biden: el destino del mundo

Los resultados de las elecciones presidenciales de EE.UU. de este martes 3 de Noviembre, afectarán al conjunto del mundo; nadie dudará de esta afirmación.

Se producirán en un contexto trascendental para cada país y cada uno de nosotros en cuanto seres humanos. Quizá por eso, ambos contendientes han manifestado, de una forma u otra, su disposición a no reconocer la victoria de su oponente. Puede parecer una locura, pero es así. Cuestión aparte es si la advertencia se llegará a cumplir.

Los medios españoles decidieron mantenernos en la inopia contándonos extravagancias circenses ajenas a la gravedad de la situación.

El eje izquierzaderecha está roto; hay quienes se empeñan en resucitarlo por rédito electoral meramente enunciativo. El debate no está entre quienes propugnan un mayor o menor peso del sector público o similares discusiones tradicionales entre las autoproclamadas derechas e izquierdas.

Ambos defienden dos cosmovisiones insolubles. Trump y Biden han dejado de representar alternativas complementarias en la lucha por el poder. Sus propuestas, hoy, son ferozmente antagónicas. Saben que quien ocupe el próximo sillón presidencial deberá acabar con la resistencia opositora incrustada en la administración federal para poder aplicar, no su programa de gobierno, sino algo mucho más profundo, su cosmovisión de EE.UU. De ahí que la contienda podría no terminar con el recuento electoral. Cuando se comparte una misma cosmovisión las discrepancias son aceptables por el oponente, de lo contrario, no.

No está de más recordar que la democracia no es el fin, es sólo un instrumento. El fin es el bien común. Si la idea sobre el mismo de cada candidato llega a ser antagónica, el riesgo de un choque de trenes no es ninguna ilusión.

Para Biden, el bien común consiste en mantener un modelo en cuya cima se encuentren las empresas de alto desarrollo tecnológico y plataformas similares ubicadas en Silicon Valley, con una base formada por un sistema financiero parecido al actual, algo retocado por estética, donde los derivados (los diferentes productos emitidos en papel y sin respaldo real de bienes y servicios tangibles) sigan siendo los reyes del mismo, engrosando una burbuja de inconcebibles consecuencias; por eso, tiene el apoyo del poderoso mundo de Wall Street, fuertemente ligado a la City londinense.

En el medio, el sector productivo, el generalmente ocupado por la clase media trabajadora, Biden lo prefiere deslocalizado, siguiendo la práctica de Bill Clinton.

Para Trump, el bien común pasa por reconstruir el tejido industrial del país; acabar con el modelo liberalfinancista que tantas plusvalías ha generado de la nada mediante la especulación, sin renunciar a la tecnología punta ni a las plataformas tecnológicas, aunque desconfía del poder oligopólico de las últimas.

A Trump se le podría considerar heredero del sector proteccionista del siglo XIX, cuya obsesión era industrializar al país. Biden, sin embargo, representa la tradición de los grupos de poder liberalfinancistas que crearon la Reserva Federal poniéndola en manos de un consorcio de bancos privados y es fuertemente partidario del librecambismo decimonónico, hoy representado por la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Trump se asemejaría a un Alexander Hamilton de nuestros días; uno de los grandes próceres de la patria, defensor de impulsar las manufacturas y el proteccionismo para asegurar el desarrollo nacional. Biden representaría al partido británico de siempre. Aquel que perdió la guerra, pero supo establece fuertes alianzas con las oligarquías productoras de materias primas, como los terratenientes del sur algodonero, defensoras de la división internacional del trabajo propugnada por Gran Bretaña, lo que, en la práctica imposibilitaba el desarrollo industrial de las 13 colonias.

Recordemos que Lincoln era esclavista, como los terratenientes del sur. Su discrepancia con los mismos no era moral, sino de modelo de desarrollo. Los productores de algodón volcaban su materia prima hacia Inglaterra donde era manufacturada. El norte industrial quería que esa materia prima se quedara en EE.UU y sirviera para crear una potente industria textil nacional. El sur se negaba a ello. Lincoln abolió la esclavitud como una forma de hundir las plusvalías, pero les dejó algo claro: Él no tenía nada en contra del esclavismo. Si el Sur se avenía a dejar de comercial con Gran Bretaña y colaboraba en el desarrollo industrial, la esclavitud volvería a legalizarse. Pasaría mucho tiempo hasta que los EE.UU. se convirtieran en defensores del libre comercio. No lo haría hasta que su industria fue capaz de competir con éxito en los mercados internacionales. Actuó exactamente igual que Inglaterra había hecho con anterioridad.

La Guerra de Secesión Americana tuvo como objetivo la creación y consolidación de una industria nacional propia. A mi entender ese es el espíritu encarnado por Trump.

Gran Bretaña buscó su hegemonía imponiendo su visión de un mundo dividido de acuerdo a las habilidades propias de cada región o país en un momento concreto, lo que avocaba a los encasillados dentro del sector primario a un permanente subdesarrollo sólo aprovechado por los grandes latifundistas.

Para que estos países pudieran comprar las manufacturas de sus propias materias primas, Gran Bretaña les otorgaba empréstitos a devolver con sus correspondientes intereses; negocio redondo. De la correcta devolución de los mismos se encargaba la Armada británica. Este modelo liberalfinancista sería el representado por Biden. Recordemos que EE.UU. es uno de los países más endeudados del mundo y la deslocalización de sus empresas no ha sido ajena a ello

En estos aspectos, Trump sería un patriota americano frente a un Biden cooptado por los intereses librecambistas clásicos británicos de los cuales el globalismo de hoy sería su versión más actual.

Las diferentes cosmovisiones de Trump y Biden van más allá; afectan directamente a los valores antropológicos.

Las 13 colonias se forjaron con la conjunción de dos vectores, uno fuertemente religioso y otro iluminista. Mientras los valores de éste serían casi monopolio de la posterior Revolución Francesa, los religiosos impregnarían la Americana, si bien, acompañados de los segundos, aunque en menor medida. Mientras la Francia revolucionaria entronaría a la diosa razón en Notre Damme, en las 13 colonias se rezaría el padrenuestro antes de comenzar la jornada escolar, inmediatamente después de izada la bandera.

Este artículo no es el lugar para analizar el “ortograma” del “Destino manifiesto” nacido de manera inmediata y que impulsaría el futuro actuar del país recién constituido. Lo constatable históricamente es la fuerte impronta religiosa existente en el momento de su fundación y su influencia en la forja de una visión antropológica de fuerte raíz cristiana. El papel totémico que el iluminismo ilustrado ha dado siempre a un concepto tan difuso como el progreso, junto al criterio supremacista de influencia puritana y el obstáculo que los indios suponían a ambas cuestiones, hizo que  el cristianismo antropológico no se aplicara de forma universal, excluyendo a diferentes razas; en primer lugar, a los pueblos indígenas. Aunque de manera selectiva o, si se prefiere, racista, la visión trascendental cristiana del ser humano estuvo presente desde los inicios de los EE.UU.

La idea que Biden y Trump tienen sobre el nasciturus, la ideología de género o la igualdad no es que sea diferente, es antagónica.

El antagonismo llega a unos extremos impensables, como lo relativo a la historia de su propio país. Los colegios han sustituido los mitos que normalmente acompañan toda construcción nacional. La visión unitaria de la historia se ha reemplazado paulatinamente por la de cada minoría cultural. Según esta concepción, la historia de EE.UU sería la resultante de la suma de todas ellas. No es de extrañar la fragmentación ciudadana de hoy en día. Mientras Trump quiere recuperar la visión unitaria, Biden, no.

Los antiguos departamentos universitarios de literatura han sido sustituidos por otros de estudios étnicos, donde ha nacido una nueva secta: la ideología descolonial o descolonizadora, implantada, asimismo, en las carreras de Ciencias Políticas. Si determinado feminismo exige interpretar la realidad desde una perspectiva de género, la ideología descolonizadora pregona la desconstrucción de la realidad, eliminando de la misma toda influencia impura a una cultura supuestamente originaria y virgen. Esta locura nacida en el mundo académico estadounidense para debilitar a la hispanidad y evitar el nacimiento de una identidad común entre la inmigración hispanoamericana, se ha vuelto en contra de los mismos instigadores. No sólo se derriban estatuas de Colón, fray Junípero Serra o Isabel la Católica; también de Jefferson. Trump y Biden han interpretado de forma antagónica hacia dónde lleva este desvarío. El globalismo de Biden no es que sea compatible con la fragmentación social, de la historia o de toda índole; su papel es estimularla. Trump ha entendido que estos movimientos pueden afectar seriamente la viabilidad nacional de EE.UU.

Esto es un artículo, no un ensayo. El antagonismo de las cosmovisiones de ambos candidatos en estos momentos es irreconciliable. El comportamiento de los medios de comunicación mayoritarios españoles ha sido decepcionante; en su línea de caricaturizar todo aquello que incomode a sus dueños y señores.

El recuento de los votos será largo, como en toda elección estadounidense ¿Sería factible que ambos se declarasen ganadores?

La excesiva duración del evento revolucionario llamado Covid -19 va a suponer que acontecimientos ya de por sí importantes sin la existencia del mismo se conviertan en trascendentales para el destino del mundo.

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Sin tapujos
Marcelino Lastra Muñiz
mlastramuniz@hotmail.com

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9 COMENTARIOS

  1. Muy buen artículo. Pareciera que en EEUU andan en una guerra entre las visiones antagónicas que describes. Creo que también en Europa y en general en todo occidente se está dando esa guerra, la cual creo, se verá suplantada por el conflicto con China.

  2. No hay tanto antagonismo entre ambos candidatos. EEUU se debate entre un loco y un pusilánime que representa el establishment. No va a haber ningún cambio que no sea eliminar las idioteces que ha hecho el loco actual en estos cuatro años.

    En EEUU la gente no quiere a Biden, lo que quiere es que se vaya Trump, aunque la optra opción se Biden.

    Biden, al igual que la mujer de Clinton (es que ni me acuerdo de su nombre) representa a los acomodados que viven de puta madre con su dinero, sus seguros privados, sus urbanizaciones ultravigiladas y su vida de color de rosa. Tipo los socioliberales del PSOE en la España de Boyer.

    La pena es que el cinturón industrial y la gente joven estadounidense han perdido cualquier esperanza de meter algo de socialdemocracia Europea en EEUU. Queno les iría nada mal…lo mismo en cuatro años Kamala…

    Va a ganar Biden, todos nos relajaremos, pero se seguirán deportando latinos, se seguirán montando guerras por motivos soberbios, seguirá la batalla con China, Europa seguirá siendo cada vez menos importante… y punto pelota.

    Una pena para Berni y los que le seguimos.

    • Jo, Hobbes, tú sí que sabes. Eres, el más listo de la clase. A día de hoy, en USA, nadie puede afirmar quién ha ganado y llega el «listo», de Ciudad Real, o sea Hobbes de luto, y asegura, cual Aramis Fuster, quién se ha ganado la presidencia de Estados Unidos. Ni la BBC, ni la CNN, es capaz de afirmar tal cosa, a estas alturas. Pero tú Hobbes, sí. Claro, tú piensas, «si la cago, en un par de días, nadie se va a acordar y si acierto, (es como jugar a cara o cruz), pues me tiro meses alardeando de mi «olfato de analista político de USA».
      Eso sí, «si la cago» y alguien me lo afea, le acuso de ser Angel Manuel. Me viene muy bien que intervenga aquí el Angel Manuel, para que, si hay alguien que disienta conmigo, decir que es, este sujeto, con distintos niks y avatares, el único que disiente y que, sólo puede ser Angel Manuel. (No es posible que, aparte de Angel Manuel, haya nadie, que me pueda quitar la razón)
      Total, eres, aparte de un eminente analista de política internacioneal, un payaso sin gracia.

  3. Bueno, lo deseado a este lado del Océano Atlántico es una victoria de Joe Biden. Un valioso interlocutor para España y la Unión Europea…..

    • «Lo deseado», Charles,será por ti. Capullo. No te arrogues lo que deseamos el resto de humanos, de «este lado del Atlántico». Capullaco. Esta forma de pensar, es muy típica del gobierno que tú defiendes y al que mamporreas. Eso sí, sin esperanzas, por tu parte, de sacar algún rédito. ¡Renuncia ya, mamporrero.., a tu edad! Si no vas a ser nadie, por mucho que «dores la píldora». «Tienes más fé que el Alcoyano».
      MIra, los capullos, al jardín vertical del ayuntamiento de Ciudad Real, a ver si en seis meses, florecéis.

  4. Este señor es un admirador de Trump.

    A mi no me gusta ninguno de los dos.

    Fuera ciudadano EE UU votaría Biden.

    Prefiero el demócrata al republicano.

    • Es muy comunista eso de ir de demócratas para luego en realidad no serlo.

      Yo votaría a Trump por eso de ir contra la dictadura progre que tanto nos oprime a la hora de expresarnos con libertad, es decir, de decir las cosas tal como son y no como nos gustarían en un mundo hecho a mi medida que es más fruto del capricho que de la justicia. Por cierto, Trump no ha emprendido guerras como Obama y ha sido capaz de hacer crecer la economía de los USA. Está como una cabra pero no tiene un pelo de tonto. Defiende a su país. Ya quisiera algo así aquí. Si gana o pierde por los pelos viendo lo fascista que se ha vuelto la izquierda yo también armaría la gresca en los resultados.

      No hay elecciones ya de las que te puedas fiar. Ese voto por correo es un cachondeo.

  5. leo con auténtica fruición los artículos de marcelino. sobre todo los relativos a la peste que asola el planeta desde hace meses. no he encontrado nadie más que escriba lo que yo quiero leer sobre ello en una publicación, digamos, convencional.
    y además escribe muy bien. es como si tuviera varias personalidades como autor, porque el estilo de este artículo es diferente del de los otros. incluso utiliza un término,»iluminista», un poco ajeno al castellano cervantino, para decir «ilustrado». no sé si el contenido es acertado o no, todo eso a la gente corriente nos queda muy lejos, pero da gusto leerlo. fluye.
    hay alguien que le dice que este digital se le queda pequeño. ¡no, por favor! no le deis malas ideas.

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