Ana Guarinos, vicepresidenta segunda de las Cortes regionales.- Como algunos lectores sabrán y otros lo van a leer a continuación, el actual edificio que alberga las Cortes de Castilla-La Mancha era, originalmente, un convento de los franciscanos, en concreto el Convento de San Gil. Un lugar de encierro, con un régimen férreo de vida y dedicado a la oración y a la veneración del Santísimo.
Pongo en antecedentes al lector puesto que estoy convencida de que el actual presidente de la cámara, Pablo Bellido, a la sazón la mano ejecutora de Page en el parlamento regional, ha debido tomarse muy en serio aquello del régimen férreo y el lugar de encierro ya que está haciendo de las Cortes, la casa de todos los castellano-manchegos, un lugar en el que la libertad de expresión y de trabajo se están mermando a marchas forzadas.
Bellido, la mano ejecutora de Page, ha convertido el rodillo socialista en su modus operandi diario, su pleitesía a Page le ha hecho ser, probablemente, el presidente de las Cortes más totalitario, sectario, menos comprensivo y nada flexible de la democracia. Orgulloso debe estar de ello puesto que no hace nada por evitarlo.
Y es que, aunque no lo crean, Pablo Bellido que debería facilitar el trabajo de los grupos parlamentarios en las Cortes de Castilla-La Mancha, con su actitud de pleitesía lo coarta y limita. Sí, como lo escuchan, Bellido ha decidido que él es quien dirige y permite quién puede dar una rueda de prensa y quien no. Bellido decide si puede hablar un representante de un partido o no. Hay que avisar antes de una hora, indicar quien va a hablar y, si siguen así, en breve, nos van a pedir otro tipo de datos que nada tienen que ver con la normalidad democrática ni parlamentaria, sí más bien con el afán de controlarlo todo. Y, por supuesto, te tienen que autorizar. Más que facilidades, todo controles y prohibiciones. Mejor callados que hablando. O silencio, o censura.
Es tal la obstinación del PSOE ante la oposición que hacemos desde el Partido Popular que han decidido prohibir ruedas de prensa de personas que no sean diputados autonómicos. Apoyándose en una regulación absurda, sectaria y dictada desde el Palacio de Fuensalida a la dirección de Comunicación del Parlamento, Bellido se despacha de esta forma con los grupos parlamentarios a los que limita la libertad de expresión y de prensa. Él decide quién, dónde, cuándo y cómo.
No queda ahí el régimen impuesto por el brazo ejecutor de Page, ante la apertura de la modificación del reglamento de las Cortes Regionales por asuntos relacionados con la pandemia y con el voto telemático, el Grupo Parlamentario Popular aprovechó para proponer algunos asuntos interesantes e importantes para establecer un parlamento más abierto, a semejanza de lo que ocurre en otros lugares del territorio nacional. Entre otros asuntos, se propuso la inclusión de sesiones de control al Gobierno Regional en las que los grupos parlamentarios puedan realizar preguntas orales dirigidas no sólo a los miembros del consejo de gobierno, sino también a su presidente, así como la obligación de éste último de responder a las mismas.
Como pueden imaginar, una vez más, el rodillo socialista nos niega la oportunidad de apelar directamente al presidente de la Junta, siguen con su estrategia de aplicar su mayoría absoluta para reducir al mínimo también el control parlamentario, inherente a la función de todo diputado y debería serlo también a la obligación de todo gobierno. Pero no, Page no quiere someterse al control, no se encuentra cómodo en el Parlamento, así no tiene que dar explicaciones o sólo cuando quiere, que es en contadas ocasiones. Es más cómodo para él explicarse en los medios de comunicación, con titulares de prensa altisonantes que le gusta ofrecer.
Page, Bellido y el PSOE podrán tener mayoría parlamentaria, pero no van a tenernos bajo su control parlamentario. Nos tendrán en contra de todos estos “atropellos” y en contra de la limitación de nuestros derechos y libertades. Tendrán enfrente, a la verdadera oposición en Castilla-La Mancha, la que no calla y asiente cuando dictan sus medidas autoritarias, la que no se encoge de hombros ante las injusticias y las faltas de respeto al trabajo parlamentario, y la que no guarda silencio cómplice ni permite los tintes dictatoriales socialistas que pretenden imponer en relación con la comunicación y la libertad de expresión.
Ni nos van a callar, por mucho que lo intenten y mayoría que tengan; ni nos van a frenar en nuestra tarea de defender nuestros derechos y libertades y controlar la acción del gobierno. Ni nos van a amedrentar con sus malas y nada democráticas formas de actuación. Esto no es Venezuela, ni Cuba, ni el cortijo de nadie, es Castilla-La Mancha y España y, mal que les pese, estamos en Democracia aunque en las Cortes, bajo la presidencia de Pablo Bellido, brazo ejecutor de las órdenes de su jefe político, Emiliano García-Page, parezca lo contrario.