La palabra estilo del latín stilus, señala el pequeño instrumento metálico con punta aguda a modo de punzón, utilizable como utensilio de escritura que se producía sobre tablillas de madera cubiertas de cera.
El estilo como tal, paso de designar el instrumento de escritura a señalar la forma de escribir y fijar por ello, su propio contenido.
De aquí la utilización posterior del estilo literario como fruto de una época o de un autor determinado.
La otra procedencia del griego stylos, que no conviene confundir con la anterior, deriva de mantener algo en pie y de aquí la designación de stylos como columna.
De ello da cuenta la definición de los templos griegos como hexástilos o tetrástilos.
Y entre la columna y el punzón nos debatimos.
La conceptualización de la historia del arte como una sucesión cronológica de estilos, escuelas, países y formas, dentro de las concepciones formalistas de la disciplina, define esa periodización de tendencias como un movimiento sin progreso.
Tal como lo definía el historiador del Arte Ernst Gombrich.
Y esa suerte de prestigio cultural y social del Estilo, es la que nos permite rastrear diferentes apuestas en su entorno.
Por más que haya autores, como Marta Sanz, que dice que “el estilo es ideológico”.
Quizá por lo definido por Coco Chanel, cuando decía que “La moda pasa de moda, el estilo permanece”.
Incluso esa otra afirmación de Eugenio d’ Ors de que “la manera es al estilo lo que la manía al carácter”.
Por lo que, podríamos concluir que la manera es una manía y el estilo es un carácter.
Raymond Queneau, uno de los fundadores del OULIPO publicó en 1947 la obra Ejercicios de estilo.
Que supone una variación estilística de un accidente de autobús, contado de 99 maneras diferentes.
Entre nosotros, Juan Benet publicaba en 1966 un trabajo denominado La inspiración y el estilo –tras las huellas del Baroja de 1948 La intuición y el estilo– que daba cuenta de sus pretensiones literarias en la búsqueda de lo que llamaba Grand style.
Años después, en 2018, Rafael García Maldonado en su trabajo sobre Benet, practicaba la denominación casi homónima de La ambición y el estilo.
Desde estas atalayas de lo estilístico como high culture, hemos pasado a la vanagloria del estilismo contemporáneo.
Para dar a entender tanto a un afamado peluquero hasta una joven influencer que ya operan como estilistas y prescriptores de tendencias.
Esto es, que operan en y sobre el estilo y los estilos.
Baste recordar que la página semanal que despliega Boris Izaguirre en El País, se denomina La paradoja y el estilo.
Dando cuenta de su misma perplejidad y paradoja, para un lector desorientado.
Como ya ocurre con las autodenominadas páginas de Estilo en diarios y revistas.
En una muestra de la obsesión creciente y transversal por la estilización que nos recorre.
O esa denominación que hacía Alex Vicente ante el estreno del mediometraje de Almodóvar en el festival de cine de Venecia, La voz humana.
Al fijar como Bombástico ejercicio de estilo.
Pues eso, Bombástico ejercicio de estilo.
Esa obsesión por lo estilístico ha llegado, finalmente, a los prados de la política, después de algunos recorridos transversales.
Como aquel lejano de El estilo es el hombre dicho por Georges Louis Leclerc, conde de Buffon.
Y es que, en la política se producen con frecuencia los últimos ejercicios de estilo, por más que pasen desapercibidos.
Y de aquí la Estilización y Estetización de la Política.
Así en 2004, las ochos ministras del gobierno de Rodríguez Zapatero, posaron a modo y manera de mujeres de mundo frívolo, en un icono del estilismo formal como es la revista Vogue.
Como da cuenta de esa tendencia estetizante y actualizada, la presencia reiterada de la Ministra de Igualdad, Irene Montero –militante de Podemos, partido en las antípodas de esos valores pequeñoburgueses que encarna ese universo frívolo– en revistas de estilo, estilización y estilismo como Diez minutos o Vanity Fair.
En esta última revista, ya compareció el actual vicepresidente Pablo Iglesias, mostrando el proceso de confección de su esmoquin que luciría en la ceremonia de entrega de los Goyas.
Otra estetización sin precedentes.
Incluso el cambio de peinado, pasando de la trenza suelta al moño recogido de samurái que ha verificado en los último tiempos, se inscribe en esa conciencia –no de clase– sino de la estilización consecuente.
Por más que en abril de 2019, en la revista ICON, dijera en una visión colectiva de otros líderes gris marengo, que “yo visto como mis electores”.
Que no deja der ser una suerte de propaganda oculta o de efecto camaleón.
¿Cuántos de sus electores visten y viven como el que lo proclama?
Vestir como mis electores para camuflarme en ellos.
Por más que me mueva en otros circuitos del glamur y la prensa rosa.
Volver al radicalismo populista de los años 30.
Cambiar de trenes y de categoría, como dicen que hacía Lerroux cuando viajaba en tren en primera clase y al llegar a término se cambiaba a tercera clase.
Periferia sentimental
José Rivero
Es usted un artista de la ironía fina. Qué sofisticada inteligencia la suya.
Usted y Marcelino son de lo mejorcito que queda en MCR.
Son de lo mejorcito porque están en la onda de tu conservadurismo irracional y tendenciosidad. POrque no saben hacer un análisis serio y riguroso sobre la realidad político- social.Porque parten de su fobia a determinados personajes como inspiración para sus textos. Y así solo pueden salir panfletos y frivolidades. Nada serio. Nada esclarecedor. Nada honesto. No están solos. Hay alguno más en este diario que se mueve, aunque a otro nivel, en esa línea.
El análisis riguroso al que te refieres se llama realmente propaganda y ya sabemos en qué regímenes se explota cuando lo que se pretende es censurar la realidad. Sabemos en qué España vivimos no necesitamos la propaganda. La propaganda es el recurso hoy de los desesperados.
Angel Manuel, que tiemble el hombre del estilo. El termómetro de tus filias y fobias fluctúa con demasiada facilidad. No necesito recordarte que a otro articulista, incardinado en el conservadurismo político y statu quo, al que amabas y peloteabas, lo convertiste en tu más acérrimo enemigo. LLegaste al insulto soez. Y por qué…Porque no era ultraconservador o tan conservador como tú querías. Mecahissss en la mar.
Solo a través del comunismo todos llegamos al Karma, la fraternidad y el amor universal. Por eso en Cuba y Venezuela y antes en la Europa del Este la gente huía de vuestros regímenes.
Te recuerdo tu verdadera cara…dura.
Y aquí acabo.
El cambio de chaqueta, y de estilo, más espectacular de las últimas décadas, lo protagonizó Felipe González Márquez. De la chaqueta de pana gruesa a la destrucción del tejido industrial de mi querida España. Y de ahí a sus puertecitas giratorias y sus amoríos veinteañeros y su ultraliberalismo de libro, solo superado por el otro impune delincuente , José Mari Aznar.
Qué malo es cumplir años, Don José. Te plantas en los setentaytantos… y empiezas con el refranero y el cualquier tiempo pasado fue mejor… porque, coño, éramos más jovenes.
Y no un deshecho en residencias de ancianos para el Covid.
Los jóvenes han de asumir la dirección de la Nación pasando por supuesto de curso sin aprobar tan siquiera las asignaturas. Los viejos somos una carga.
No sé si es eso peor que el Covid.
Es un artículo lleno de una ironía poco frecuente porque es un estilo que exige una aguda inteligencia. Es usted una persona brillante don José.
Bueno, la moda es un lenguaje y la política es comunicación, por lo tanto, puede valerse de ese lenguaje para comunicar…..
Qué gozada leerle fue es y será inteligente. Pensará que ha pasado para llegar a tener el gobierno que tenemos. No hablo ya de ideologías sino de mediocridades individuales. Como es posible?