Ignacio Ruíz. Secretario de Turismo del PP-CLM y profesor de la Facultad de Comercio y Turismo de la UCLM.– La Organización Mundial del Turismo hace más de un año decidió dedicar el Día Internacional del Turismo 2020 al Turismo y Desarrollo Rural. Un evento al que la pandemia sólo ha cambiado el boato o el medio de presentación, pero que, verdaderamente, alienta uno de los retos de futuro más apasionantes.
Hoy en día el desarrollo de nuestros pueblos, en muchos casos, trata de aunar la puesta en valor de su patrimonio, de su legado cultural o su importancia natural. El turismo es un bonito reclamo de creación de valor, de atracción de nuevas oportunidades, pero que precisa también de inversiones.
El medio rural no puede adolecer de servicios básicos si lo que queremos es ralentizar la creciente emigración a la ciudad mundial. Las Naciones Unidas calculan que el 66% de la población vivirá en entornos urbanos en el año 2050. Y, ¿Qué haremos con nuestros pueblos?
No podemos olvidar su pasado, ni tampoco olvidarnos de acometer este importante reto que es el futuro. El presente ya sabemos que está marcado por una pandemia de la que, con esperanza y fe, y con vacuna y adelantos sanitarios, podremos salir pronto. Pero este presente no nos puede frenar, porque el mundo gira y nosotros nunca pararemos.
El Turismo Rural llegó como una forma de desconectar del mundanal ruido, volver a nuestras raíces, a encontrar un mayor contacto con la naturaleza. Pero ello no significa que tengamos que sacrificar algunos de los privilegios de la vida moderna.
En este año 2020 la drástica reducción de posibilidades de viaje ha beneficiado a los entornos rurales. La cercanía de sus gentes, la naturaleza, el aire limpio y la sensación de libertad han sido motivo suficiente para disfrutar de días de asueto rural.
El Turismo Rural para nuestros pueblos, los de Castilla-La Mancha, los de España en general, significan una herramienta más para su propia supervivencia. No por sí sólo el turismo va a solucionar los problemas de despoblación, pero es una verdadera ayuda para mejorar las posibilidades de generar empleo, de conservar el Patrimonio Histórico Artístico, de concienciar para el mantenimiento y cuidado de nuestros paisajes. Nuestra gastronomía tradicional, la variedad cinegética y la diversidad de ecosistemas de nuestra geografía regional son un verdadero tesoro que hemos de preservar.
El Turismo es motor de desarrollo rural, así lo anuncian las instituciones internacionales como la Organización Mundial del Turismo y también la Unión Europea, cuyo objetivo prioritario de los fondos financieros se dirigen a la creación de proyectos de desarrollo turístico.
La potenciación de la competitividad de nuestros pueblos es una de las premisas para poder favorecer que los jóvenes se mantengan en sus pueblos de origen, donde profundizar sus raíces familiares.
El turismo rural no es sólo descanso y ocio, sino que es protección y promoción de lo nuestro: el comercio de cercanía, nuestra huerta, nuestro aceite de oliva, nuestros vinos, nuestros quesos. Y con ello, nuestra industria rural, los agricultores y ganaderos, las cooperativas, nuestras casas rurales y nuestros hosteleros comprometidos con la gastronomía tradicional.
Es nuestro campo, nuestra ciudadanía comprometida, nuestro territorio y nuestro clima los que son dignos de ser conocidos y el turismo rural son nuestro escaparate para poder atraer, cada día a más turistas.
Vengan todos aquellos que quieran encontrar un camino, un horizonte, un paisaje con el que poder contar que, un día, aun olvidando el nombre, pudieron pasear por llanuras o serranías, por La Mancha, o la Alcarria, o los Montes.