Si yo quisiera conducir el mundo este, esto es, desviar su mirada, que no dominarlo (algo sin duda más laborioso, maligno y pretendido), lo primero que haría es cambiar un poquito el algoritmo de búsqueda Pagerank de Google.
Así podría «orientar» el pensamiento de todos los perfiles ideológicos del mundo dañinos que ellos ya poseen y emplean solo para engordar sus bolsillos: para hacerles ver la otra y oscura cara del mundo. Las consecuencias a la larga de sus actos. Y lo haría a sabiendas de que no serviría para nada: en el océano de Internet hay corrientes tan fuertes que enseguida prevalecería lo notorio y natural, el capitalismo asesino, basurero y agotador, o el indeseable fascismo genocida, puras emanaciones del egoísmo narcisista que nos invade. Las pasiones usan la razón como un verbo, como un predicado instrumental, no como un sustantivo, un sujeto controlador.
Además, Los Estados Unidos lo han hecho ya, dirigiendo la voluntad humana al consumismo. Curioso es que el país más narcisista no tenga nombre. ¿Será porque su nombre es el Mundo? Y no me refiero al periódico, tan fachesco últimamente que parece un piso franco alquilado por la CIA, aunque también. Para los americanos somos solo un estado más algo distante de la Unión «más perfecta». ¡Tanto confían en nosotros, que quieren llevarse todos los trastos de África y trasladarlos a la base de Rota, para vigilar ahí a los chinos!
Ese es el poder de las leyes naturales; solo hay una cosa que puede (solo eso, puede) contrariarlas: la voluntad. Todo marcha siempre por el sendero más fácil, menos arriesgado, hasta el sumidero y de ahí a la descomposición. Nuestra democracia, por caso.
Hay un mito que habla de ello: Hércules en la encrucijada. El héroe tenía que elegir entre los caminos del vicio y de la virtud. El del vicio era llano y agradable. El de la virtud estaba sin desbrozar, era cuesta arriba, áspero y poco frecuentado. Y Hércules escogió la virtud, porque en el del vicio le darían de comer cuando no tuviera hambre, de beber cuando no tuviera sed, y no sabría valorar lo que no tenía la necesidad de conseguir.
Como ni siquiera nos planteamos el futuro (y más con la crisis) especialmente en un sistema atascado y estólido, donde todas las opiniones se acatan y se anulan, como el de nuestra democracia, todo va a peor y por el camino del vicio. ¿Adónde va la democracia española? A la mierda. Hay que «esforzarse» en caminar al futuro, pero los cortoplacistas de siempre, especialmente en la derecha, lo joroban todo.
Necesitamos el material del que está hecho el progreso: la voluntad, el autosacrificio, el largoplacismo, la paciencia. Por poner solo un caso: combatir una epidemia no se puede hacer con políticos cortoplacistas y electoraloides. No sería posible dirigir la voluntad de la gente hacia lo bueno ni tampoco hacia la izquierda social (suponiendo que sean la misma cosa), porque eso requiere ausencia de egoísmo, renuncia dolorosa, compromiso con otros, cambio a un sistema de valores no publicitado pero eterno, imperecedero y tradicional.
No se verá, pero ojalá se vea; no porque exista algo de ética en nuestros dirigentes, que alguna hay, por más que se diga, sino porque es antieconómico, y la economía, la macroeconomía, se entiende, es la más inhumana o incluso antihumana de las doctrinas humanísticas. No lo digo yo: lo dijo José Luis Sampedro, el imposible presidente de una república que no puede ser, como dijo er Guerra.
¡Cuánto se reitera el adjetivo imposible cuando se trata de hacer bien las cosas! Necesitamos lo que nuestro premio Nobel Cajal llamaba «los tónicos de la voluntad». Pero la falta de fe / confianza, la alienación, la cosificación del hombre, el aislamiento del individuo trabajador y la sustitución de las relaciones humanas por relaciones de mero consumo, el amor de usar y tirar, que es solo egoísmo, nos están afectando muy seriamente.
De hecho, recuerdo que uno de los principios del decálogo empresarial de Sergéi Brin y Larry Page, cuando el Google aquel empezaba a prosperar, era «No seas malvado». En la actualidad se ha reescrito, lo pueden ver en la página de la empresa: ya no aparece. Y tampoco el que más o menos soslayan y evitan penosamente decir con todos esos extensos e ilegibles nuevos mandamientos que han incluido ahora; no tenían que escribir tanto: siempre es ilegible lo que hace daño; bastaba con usa sola frase: «Hazte asquerosamente rico pese a quien pese».
Si miro otro decálogo tradicional, el de Moisés, veo que hay no menos de dos mandamientos hacia el final contra la codicia; si es tan importante combatirla, deberían ser los primeros. Dicen los que entienden de leyes que cuando se reiteran es porque no se cumplen. Ya, ya…Yo, yo querría poner en primera posición el de «No mentirás», porque eso validaría los otros; pero, como ya digo, eso sería poco molón y desquiciaría todo el planisferio terrestre: «La fuerza más poderosa que mueve el mundo es la mentira», que decía Jean-François Revel. Esto es, un tipo de violencia que no es ni fisica ni emocional, sino intelectual: genera las otras dos, que vienen siempre después.
Otro decálogo, el de Alcohólicos Anónimos, fue copiado por muchísimas laudables asociaciones. «Reconocer una autoridad superior», esto es, someterse, ser humilde de cojones y de todo. Porque no hay otra autoridad superior que la colectividad. Incluso se diría que Dios es solo eso, colectividad. No está mal; pero se ve que ese primer mandamiento es una copia del primero de Moisés, si bien se ha alterado para que cada cual ponga el Dios que le parezca menos la botella. Qué sabio era su jefe (no puedo decir que Moisés, porque si no estaría desobedeciendo el artículo).
Claro, es imposible ver claramente lo que es la izquierda con el cibercolor con que todo se mira, diseñado por gente de muy dudosa, o, cuando menos, contradictoria y pesetera condición moral. Es como los selfis, que solo se hacen de los buenos momentos y no de los malos, aunque se aprenda más de estos últimos.
Solo son problemas verdaderos los complejos, y estos no se solucionan verdaderamente con una simple lógica binaria (por usar un adjetivo que está de moda). Hace falta una de mayor alcance; cuando menos la que llaman lógica plurivalente. Las gafas bicolores no sirven, y son feas. El arcoíris con que se mira debe tener también ultravioletas e infrarrojos que no se ven pero existen.
Contornos
Ángel Romera
http://diariodelendriago.blogspot.com.es/
Don Ángel está reñido con la realidad que representa la naturaleza humana.
Está demostrado históricamente que quien trata de negarla e incluso forzarla se vuelve igual que aquello que denosta y persigue. Acaba sencillamente en la esquizofrenia. Ahí tenemos el ejemplo de Pablo Iglesias, el vallecano.
A la gente le gusta acceder a la propiedad y gastar, ello no quita que no se pueda criticar el consumismo desmedido por nihilista. No es avaricia es deseo de prosperar, y sin ese deseo ni nos superamos ni progresamos. Es el premio al esfuerzo y al talento sin que ello signifique que no haya que observar la moral y las leyes.
Admita usted la diferencia política como valor fundamental de un sistema democrático no sea que su democracia suene lo mismo que sonaba en la Alemania oriental hasta no hace mucho. De Democracia la RDA no tenía nada.
¿Naturaleza humana, dices? Pues yo creo que la auténtica, verdadera naturaleza humana, es la que tiene como únicos fines alimentarse, amar y crecer moral e intelectualmente. Y todo lo que lleve al consumismo exagerado y a la ambición de poseer grandes bienes contradice todo aquello que de bueno pueda ser inherente al hombre. Y además afea mucho. Mira los caretos grotescos de Aznar y Felipe González, ambiciosos y tocapelotas hasta , me temo, la sepultura.
Aceptar la naturaleza humana es aceptar sus cualidades y sus defectos por naturaleza. Corresponde a la libertad elegir entre el bien y el mal. Y no es fácil delimitar el bien y el mal. Desear prosperar no debe confundirse con avaricia. Hasta en Adán Smith había un código moral. El fue teólogo y moralista.
No dejes de citar a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias y sus gravisimas faltas de escrúpulos e inmoralidad que vemos todos los días.
Es inevitable que nuestra perspectiva limite el conocimiento que tenemos de la realidad…..
Cada uno a su manera, la inmensa mayoría de las personas buscan la felicidad a través del placer, el de los sentidos y el de las emociones (como me considero de esos, a lo mejor creo que somos mayoría).
Luego están los deterministas y los excesivamente religiosos que se dejan a sí mismos poco margen de actuación.
Yo no digo nada, solo que el mundo que tengo delante no es el que tenían los griegos antiguos.
De mi no se hablará en los libros de filosofía ni de literatura, ni lo pretendo, sólo quiero disfrutar ahora y tanto como pueda con lo que hay y con las personas que estén dispuestas también a ello. Seré medio simple, pero es una idea de la felicidad.
Y creo que eso es más difícil de alcanzar que imaginar el cosmos.
Bien traído. José Luis Sampedro. Escuchad, pensad, reflexionad, sobre esto que decía en la vida de antaño:
https://m.youtube.com/watch?v=_njPY008U8Q
Las libertades se roban a base de miedo. Todo nazi y bolchevique lo sabe de 1° de Totalitarismo.
Hoy, es probable que muchos de ustedes lo llamaran ‘negacionista’.
De primero de totalitarismo y de calvinismo.
El calvinismo es el padre del capitalismo moderno. En la conducta moral de los calvinistas reinaba la esquizofrenia. Por una parte eran rigurosos moralistas. Por otra parte todo valía para enriquecerse. Se sustituye el afán de riqueza por el de poder y tenemos a lo que leemos en este artículo.
Cierto. Esa es la teoría clásica de Weber que veía en el calvinismo al padre nutricio del capitalismo burgués e industrial. Pero no hemos de olvidar que el catolicismo, si bien al principio fue un freno para la producción, posteriormente se convertiría en un eficaz aliado para el consumismo. Tanto es así, que podría hablarse de dos concepciones distintas de la sociedad de consumo: una de ética protestante que fomenta una personalidad y un individuo más independiente, un ethos menos gregario y más autónomo; y otra de ética católica que fomenta una carácter más dado a lo comunitario, lo grupal y cuyo ethos, por tanto, es más proclive a crear un sujeto heterónomo más dependiente del pensamiento gregario o de masas. De hecho, los publicistas de los años 20 – mitad psicólogos, mitad empresarios – bien que conocían esta diferenciación y dirigían campañas distintas según el mercado fuera protestante (a los que había que darle un valor de distinción o prestigio al producto) o católico (más necesitado de valores de aprobación y simbología consuntiva). De hecho, no hay más que ver que el sector de las tendencias y la ‘moda’ como fenómeno social de gregarismo arraigó precisamente en la mentalidad latina, católica, (pasarelas de París, Milán y Madrid) mientras que los protestantes han seguido una estetica más estrafalaria y desarrapada.
Es usted un magnífico interlocutor. No creo que la obra de Weber tenga una rigurosa lectura actual pero abre un interesante debate a mi parecer. Por qué el socialismo y el anarquismo no han arraigado en los países de tradición protestante y sí en los de tradición católica.
La demonización del dinero por la doctrina tomista o escolástica puede estar en parte detrás de ello. La usura estuvo prohibida a los católicos y solo fue permitida a los judíos durante el medievo. En los países católicos el sentido de autoridad moral institucional (la Iglesia) siguió estando más arraigado que en los países protestantes, donde la moral era más un fenómeno individual.
Sustituya la autoridad de la Iglesia por la del Partido y el Catecismo por el Capital de Marx.
Hay calvinismo en el rigorismo moral de la izquierda porque esta ha de desenvolverse en un modelo triunfante de capitalismo y consumismo occidental.
No hay ideología que pueda prescindir de una ética, tampoco el liberalismo. Lo que pasa es que esa ética es una máscara para ocultar una perversa justificación de lo injustificable. El fin que justifica los medios pero que necesita revestirse de cierta honorabilidad.
No la tiene, ni la obra de Weber ni la de ningún otro pensador, ya sea antiguo, clásico o contemporáneo. La tradición filosófica occidental ha cedido a la uniformidad, a la simplificacion categórica de los «me gusta» y al pensamiento débil que teorizara Vattimo. Han quedado, eso sí, las aplicaciones mercadotécnicas de todo esa tradición intelectual, pero como bien dice usted, para sustituir el origen y las funciones de las autoridades, no para transformarlos.
Hoy día, el mundo entero, por obra y gracia de los medios de comunicación masiva (nada inocentes en todo este proceso) camina hacia una nueva religión tecnólatra y cientifista, como si de verdad nos creyéramos que ya lo sabemos todo y que nada es cuestionable si sale de la boca de unos supuestos «expertos». Un placer.
Está describiendo la posmodernidad. La ciencia también se ha convertido en un mito. Se ha sustituido el becerro de oro por una vacuna. La política utiliza la autoridad que atribuimos a los científicos para legitimar su autoridad erosionada. Pero eso es también vieja política…máscaras para justificar lo injustificable y además la ciencia no es infalible por eso es mito.
Un placer también.
Así es. Ese viejo juego de trileros llamado política sí que no ha cambiado nada. La prueba está en el resurgimiento, dentro de esta ‘segunda transición’, de un nombre propio molesto para izquierdas y derechas, y cuya movimiento constitucionalista, dada la ruina política, económica y moral en la que nos encontramos actualmente, adquiere cada vez más vigor. Me refiero, claro está, a un tocayo suyo: Antonio García-Trevijano. Corto y cierro.
Un afectuoso saludo.
Entre la morralla de comentarios de odio que se suele leer estos días, da gusto asistir a una clase improvisada de teoría económica/sociología/filosofía.
En nombre de Springfield, gracias.
Me produce una cierta desesperación, y no tanto melancolía, ver a los dirigentes políticos con Sánchez al frente, mostrar tan pocas virtudes que se pudieran imitar… Practican de forma tan rastrera la enorme tarea que han tenido a bien asumir… La mentira permanente no puede servir de palanca a ningún objetivo noble.