Fundación Cepaim.- Desde Fundación Cepaim queremos recordar que hablamos de personas obligadas a huir de sus hogares, fuera de las fronteras de su país de nacionalidad o de residencia, para evitar la persecución, el conflicto, la violencia y las violaciones de derechos humanos que ponen en riesgo su vida, su integridad y su dignidad como seres humanos.
Es una realidad que va en aumento, sobre la que es necesario actuar para hacer posible un mundo más justo, igualitario, intercultural e inclusivo, libre de racismo, xenofobia y discriminación.
Hoy 20 de junio de 2020, Día Mundial de las Personas Refugiadas es un día de preocupación, pero, sobre todo, de reconocimiento de todas aquellas personas que se encuentran aquí, pero lejos de sus familias y de sus hogares. Un día de conmemoración y celebración del ejercicio de derechos humanos fundamentales, como es el derecho de asilo.
El Día de las Personas Refugiadas coincide este año con una época llena de incertidumbre debido a la situación de emergencia sanitaria global, pero ello sólo ha de reforzar nuestro compromiso como Cepaim y como sociedad con los derechos humanos, y con el derecho de asilo en particular.
La fortaleza de la sociedad debe medirse por su defensa de los derechos de todas las personas en momentos como éste.
El derecho a solicitar asilo no puede ser, bajo ninguna condición o circunstancia, suspendido, y las personas que huyen y buscan protección no pueden ser objeto de ataques indiscriminados, racistas, ni violentos para impedir tal solicitud. Las actitudes como las vividas en las propias fronteras de la Unión Europea no pueden merecer sino rechazo y condena. Exigimos la adopción de medidas para que no se vuelvan a repetir en el futuro.
En el contexto actual de emergencia sanitaria con fuertes consecuencias sociales y económicas para las personas más vulnerables de nuestra sociedad, creemos necesario resaltar en este día la necesidad de avanzar en la protección de las personas refugiadas por motivos climáticos; de reforzar el sistema nacional de acogida de solicitantes y beneficiarios de protección internacional de manera que este pueda proveer de condiciones de vida adecuadas y dignas a las personas solicitantes, así como que se garantice el derecho a solicitar y obtener una resolución en un periodo de tiempo razonable; de reformar la legislación española en materia de asilo de manera que se unifique en una sola normativa las distintas formas de protección internacional a las personas necesitadas de ella, del asilo a la apatridia, pasando por la protección subsidiaria, la protección temporal y las razones humanitarias; contando con mayores garantías procesales y especial atención a las vulnerabilidades específicas de las personas solicitantes. Si estas exigencias eran ya necesarias antes de la pandemia por Covid-19, se han convertido en más necesarias y urgentes, si cabe, con motivo de la actual crisis sanitaria, social y económica.
El cómo afrontemos estos retos nos definirá como sociedad y mostrará nuestro grado de compromiso con los Derechos Humanos.