El Numeronomicón es el título de un llamado Diccionario de los Números, cuyo autor es Josep María Albaigés, editado en el año 2014.
Y cuyo subtítulo reza sobre las propiedades, tradición histórica y simbolismo de los referidos números.
De todos los números.
Que todos los números tienen su intríngulis.
No los números como oráculos y misterios profundos, como aparece en el conocido Diccionario de Símbolos de Juan Eduardo Cirlot, sino los números como claves explicativas de la vida cotidiana.
Vamos que el Numeronomicónes a los números, a todos ellos, como los Diccionarios habituales son a las palabras: un manual de uso y de explicaciones razonables.
Uso y explicaciones que comparten ambos–números y palabras– desde una generativa básica de 10 dígitos y 28 letras, pero con capacidad para reproducirse indefinidamente.
Y en el límite un repertorio de significados.
Aunque quizás esa indefinición o esa ilimitación de crecimiento sea más evidente en el cómputo numeral que en la existencia de palabras posibles.
Salvo que en la generación de palabras incluyamos todas las agregaciones de letras sin sentido literal o gramatical.
Como por ejemplos las series de letras que, en bucle que se dobla, configuran los códigos genéticos del ADN y del ARN.
Incluso el mapa genético del coronavirus, formado por treinta y pico mil letras.
Hemos asistido días pasados al nacimiento del Diccionario amable de la pandemia, de manos del periodista y escritor Alex Grijelmo en el diario El País.
Diccionario amable por decir algo de una realidad poco amable
Un diccionario breve, con tan sólo 27 registros o entradas.
Que probablemente, el autor sigue ampliando, a medida que surgen nuevas realidades desconocidas ayer.
El tal Diccionario amable de la pandemia comienza con la voz Alarma y se cierra con la tal vez inventada Virucida.
Que empiece el Diccionario amable de la pandemia, por la voz Alarma, parece hasta lógico, toda vez que empezamos a vivir de forma diferente y a hablar de forma oblicua, desde el mismo día en que se decretó el Estado de Alarma el 14 de marzo pasado.
Que concluya además, con la palabra Virucida, es lógico, en la medida en que la expresión de dar por cerrado y liquidado la pandemia se producirá con la liquidación del virus.
De la voz novedosa de Virucida, dice Grijelmo que “Se lee mucho en los periódicos, Debería escribirse Viricida, salvo que empecemos todos a decir viruco”.
En ese recorrido entre Alarma y Virucida, hay paradas fáciles y conocidas como Contagio, y difíciles como Cambuj.
Esta última inteligible en áreas idiomáticas de lengua española, distintas de España, para expresar la expresión mascarilla o barbijo, dicho a la argentina.
En ese recorrido entre Alarma y Virucida, hay palabras científicas como Tasa de letalidad y otras económicas como Coronabonos, que hablan a su manera de lo mismo: de los días interminables de confinamiento que llevamos escalando y luego desescalando.
Siendo esta expresión –Desescalada– otra de las piezas novedosas del Diccionario amable de la pandemia.
Y ya los días interminables, como expresión numeral que es, nos remiten al universo del Numeronomicón.
O dicho de otra forma ¿qué dicen y expresan los números desplegados sobre la pandemia?
¿Apuntan a una única realidad mensurable, o señalan a una escalada de la politización de los números?
Pero ¿se pueden politizar interesadamente los números?
Por supuesto.
Igual que –según otros avisados– se puede politizar el dolor.
Baste recorrer las diferencias contables entre el número de infectados o el número de fallecidos, según las fuentes disponibles, para advertir el problema de la utilización de los números.
Donde surgen metodologías de contabilización, a propósito de los fallecidos por el coronavirus, según las fuentes sean del Ministerio de Sanidad o del Ministerio de Justicia.
Así, podemos saber que, al 16 de mayo, los fallecidos contabilizados son 27.459.
Aunque el Sistema de Monitorización del Exceso de Muertos (conocido como MOMO) dice que el exceso no contabilizado –entre 17 de marzo y el 5 de mayo– es de 30.604.
Y al mismo tiempo el INVERENCE (Centro deinvestigación en España del Big Data) arroja la cantidad de 49.450 fallecidos.
Mientras que el Instituto de la Salud Carlos III, plantea una cantidad de 7.187 fallecidos más que el MOMO.
Como verán puro Numeronomicón.
¿Qué decir, por demás, de las 209 Normas producidas por el poder ejecutivo en el tramo dela pandemia?
¿Un récord, un exceso o un abuso?
Nada menos que 18 Decretos-Legislativos, 113 Órdenes ministeriales y 71 Resoluciones diversas.
Elefantiasis normativa, llamaba Pedro de Silva a ese esfuerzo de hipernormación.
Hipernormación que se agrega a la floresta legislativa ya acumulada de antes, con disposiciones sanitarias, económicas, fiscales, sociales y ambientales.
De igual forma que las declaraciones últimas de Pedro Sánchez, advirtiendo que el confinamiento ha salvado la vida de 300.000 españoles es otra hipernumeración.
Que mejora el balance, con el supuesto de un contagio nacional de 30 millones de infectados, que se han evitado igualmente.
Que contradice a la realizado al comienzo –no del Diccionario, sino de la pandemia– del Estado de Alarma, cuando no menos solemne, declaró que “llegaremos a los 10.000 contagiados”.
Ahora minusnumeración, frente a la última hipernumeración.
Puro Numeronomicón.
José Rivero
Divagario
Joder como escribe usted Sr. Rivero. Se nota su formación técnica y su afición por los números. Leerle es un placer.
He aprendido una palabra nueva para mi.Cambuj.No sabes como te lo agradezco
Cortesía de Alex Grijelmo, en El País de hace dos domingos. Es aconsejable leer su sección . Grijelmo vino a «sustituir» al desaparecido Fernando Lázaro Carreter y su El dardo en la palabra. Desafortunadamente, ambos lingüistas predican en el desierto en su afán de inculcarnos la necesidad de hablar con propiedad. El castellano o español lo maltratamos cada vez más.
Como sinónimos de cambuj, y en el mismo artículo, Grijelmo le regala también las siguientes voces: nasobuco, barbijo,tapaboca.
De nada.
Bueno, así como los ojos nos permiten diferenciar la luz y movernos por el mundo físico que nos rodea, los números nos ayudan a posicionarnos en él. Tal vez los números nos hicieron como somos……
Pues con la Ley d’Hont, dos mas dos NO son cuatro. Y no hay ningún partido político que se atreva a meterle mano al tema. Mientras se aplique dicha vara de medir a nuestro sistema de votación, las minorías serán las que muevan el cotarro….para nuestra desgracia.