Manuel Valero.– Baltasar Gracián no sólo dijo aquello de lo bueno si breve, dos veces bueno, sino que en la pila de aforismos que dejó escritos en su Manual del Arte y la Prudencia, incluye este otro: Quien tiene paciencia, adquiere ciencia. No dijo nada de si lo malo y largo, malísimo. Lo digo yo.
Y paciencia, lo que se dice paciencia, estamos teniendo a espuertas quienes formamos parte del gran cuerpo cívico de esta España nuestra. La paciencia es un arma de inteligentes; la vehemencia, de fuertes. Siempre y cuando la vehemencia sea un arrebato episódico y no una pasión cegadora en cuyo caso es de debiluchos de moral.
Mucha paciencia, sí. Con muchísima estamos siguiendo al pie de la letra (o casi) las recomendaciones-órdenes del Gobierno, sin pararnos a pensar un rato siquiera si este confinamiento que todos acatamos por la salud pública, no raya en ocasiones el exceso o se regodea en las contradicciones. Por ejemplo, a un probo ciudadano se le puede multar si confiesa sinceramente a la patrulla que le da el alto que va a comprar una botella de chinchón, y pasar sin necesidad de presentar salvoconducto si su destino es un cartón de tabaco, que como ustedes saben es ese producto insano y letal que se mercadea con la bendiciones de la Administración con la advertencia exculpatoria de que fumar mata. ¡Coño, si mata, que ni lo vendan!. (Que conste que fumo, ahora más que antes). Detrás hay una subtrama, como lo hay en casi todo, que deja mucho que desear bajo la lupa de las buenas costumbres: fábricas, puestos de trabajo, estancos, contrabando e impuestos. Sobre todo. Y luego, la salud. La salud. Sí la salud que se ha puesto ahora como prioridad prioritaria para salir de este bache lleno de pulgas.
Pero, bueno, a pesar de todo, el civismo se impone. Y la paciencia es una buena demostración de la conducta general. Sólo queda aguardar a que la segunda parte del aforismo de Gracián se cumpla, y que todos, los de a pie y sobre todo, quienes tienen responsabilidades públicas, adquiramos, adquieran, un plus de ciencia para los años venideros.
Treinta y pico días ya y el cuaderno de bitácora está plagado de incidencias, de críticas, de denuncias. En algunas hojas hay rabia contenida, y en muchas, inquietud e incertidumbre. Y dolor, mucho dolor. He dicho críticas. Claro. Aunque no sea el momento de la crítica torticera, ni de la crítica estándar de los manuales de partido, que no ha cesado ni un momento. Hagamos un pequeño ejercicio: pongamos el contexto de colapso actual sin mover una figurilla, sobre la mesa y simplemente cambiemos de lugar a los actores políticos. O para ser más exactos pasemos al PP al Gobierno y al PSOE a la oposición. Comprobaremos que quienes hoy se desgañitan, en ocasiones con una impostura de caballo ( o de yegua), cambiarían radicalmente el discurso. De la misma manera que quienes hoy se quejan del desplante de la oposición, actuarían del mismo modo que lamentan. No hay que cambiar palabras, guiones, consignas, declaraciones. Sólo quienes las dicen. Por eso sorprendió tanto a esta parte del Guadiana, la reacción de la clase política portuguesa que ha dejado para los anales postpandémicos la frase: Criticar ahora al Gobierno, no es patriótico. No dijeron negarle apoyo o colaboración, sino criticar. La crítica es un derecho y un acto de libertad. Ayer y hoy. Indiscutible. Lo que ocurre es que en mi querida España, esta España nuestra, si escarbas un poco te encuentras con el cuajo del interés electoral, bajo el menudillo de la impostada voluntad de construcción.
Hasta popes de la comunicación, referentes digamos de la prensa socialdemócrata como Gabilondo o Francino, (los hay de todos los colores), no han disimulado su cabreo ante la persistente y machacona manera de entenderse que tiene la clase política nacional. Y así pirámide abajo, hasta el municipio de a pie. Hay otra pandemieja bajo el gran drama que nos aturde: la electoral. Lo que no sabemos, cuando esto acabe y recobremos la normalidad, es hasta dónde llegará el tsunami de la opinión pública, cuando volvamos a las urnas, aunque sea a dos metros de distancia y con la cara tapá, que supongo nos descubriremos para que el presidente de mesa e interventores den fe de que detrás del enmascarado hay un pacífico contribuyente.
Uno, a lo de la curva ya le presta la atención que merece si declina y anota el número de pensadores y filósofos del neotiempo que desfilan por los medios. Debo reconocer que no salgo de mi asombro. No creía que hubiera tantos. Y me alegro, oye. Veremos quien acierta luego, para comprarle todos sus libros.
A pie de calle, la alcaldesa Isabel Rodríguez, ha comparecido en rueda de prensa digital. Me cuentan que policía, asociaciones, y otros colectivos ciudadanos le reconocen a ella y al equipo de gobierno su trabajo y dedicación en este mortal teatro de operaciones. Como no se podía esperar de otro modo. También la oposición en Puertollano está demostrando más solidaridad con la circunstancia que interés de partido. Pero sigo manteniendo que a pesar del marronazo bíblico que le ha caído a la regidora y a que ella misma ha sido uno de los heridos del bicho ese, han sido demasiados días de ausencia al frente de los caballos desde el ámbito mediático institucional. No, no se trata de un paseo de vanidad. En los momentos felices vemos a nuestros líderes compartir la alegría con la gente. Del mismo modo, en los terribles. Ni Churchill, ni De Gaulle hubieran sido lo que fueron sin la radio de cuyo micrófono no se apartaban ni para secarse la sangre, el sudor y las lágrimas.
Durante el careo con los informadores se avanzó el reparto de 5.000 mascarillas que finalmente serán 25.000. Por una vez, una equivocación se apunta a beneficio. Menos da una piedra.
Seguimos en cuarentena hasta que el señor presidente ordene. Sin pasarse, ¿eh? No vaya a ser cierto lo de los voceros que anuncian el apocalipsis democrático y la transferencia de la ficción a la realidad del mundo colorido y simpático de ayer al triste y gris de mañana, por más aire limpio que respiremos y por más jabalíes que tengamos que apartar para arrancar el coche. ¿He dicho coche? ¿Por qué no un tiempo de bicicletas, ahora que se acerca el verano?
Salud y saludos.
El socialismo portugués no tiene que ver con lo que se cuece aquí.
El compromiso de 1945, en el que las derechas europeas aceptaron el Estado del Bienestar y condenaron el fascismo, no parece que vinculara a la derecha española. Por eso, el ADN de nuestra ‘derecha marca España’ no es homologable con el europeo. Ánimo…..
Me quedo con esta frase tuya: «Pero, bueno, a pesar de todo, el civismo se impone. Y la paciencia es una buena demostración de la conducta general».
Esta mañana he escuchado los dos discursos. El Gobierno, que hace el papel de «inútil que no hace nada, usa la propaganda y parece que está cometiendo un genocidio» en las miserables palabras de una derecha dirigida por indidivuos a los que no les dejaríamos ni el coche por miedo a que nos lo roben, y la Oposición que ahora quiere «presidir la Comisión parlamentaria sobre la reconstrucción del Covid19» cuando llevan desde que empezó esto metiendo palos en las ruedas. Imagínense al Bigotes, A Camps, A Aguirre o Cospedal en esa Comisión…
MENOS MAL, repito, MENOS MAL que la inteligencia colectiva está por encima de esto y de estos, y que los ciudadanos saben lo que tienen que hacer. MENOS MAL.
Lo que más pena me da, es que España tiene suficiente inteligencia colectiva para hacer que salgamos de la crisis en la famosa «L», que hay suficientes tecnólogos que podrían montar empresas de I+D industrial, pero por culpa de nuestra clase política, TODA, vamos a tener miseria durante años.
Hoy nos hemos desayunado con que una persona anónima ha donado a la UCLM un millón de euros para hacer test. A ver lo que tardan nuestros políticos en ponerse de acuerdo para que las máquinas de la Universidad nos hagan esas pruebas a los castellanomanchegos que estamos en los campus donde están esas máquinas y que las de los hospitales se dediquen a los profesionales sanitarios y los enfermos.
Dónde está Núñez, el del PP de C-LM echando una mano. Y dónde están los delegados provinciales de Sanidad coordinándose con los vicerrectores de Campus para empezar a trabajar.
Dónde?
Pues eso