Manuel Valero.– Hoy luce un sol espléndido. Es 12 de marzo de 2020. Domingo de Resurrección en el orbe cristiano. Y me ha apetecido después de mirar la calle escuchar el Aleluya de Händel. Es una pieza de la segunda parte del oratorio El Mesías, de una alegría coral y luminosa que expresa el regocijo del triunfo de la vida sobre la muerte.
Para los creyentes, el aleluya anual de hoy es el resistiré dinámico de todos los días. No sé cuántas personas habrán pensado en estos tiempos de retiro en algo más allá de la mera contingencia de esta enfermedad que nos diezma. No tanto como castigo divino sino como un interrogante del sentido de la propia existencia. Quizá debido a que nunca la humanidad se ha visto en este trance y de golpe el trastoque de nuestra cotidianeidad nos ha obligado a pensar y repensar un poco, tal vez para recomponer de nuevo el puzle de cada cual. No es moderno ser creyente y sin embargo, uno que lo fue en su niñez y adjuró en su adolescencia y madurez, un día regresó de nuevo a la fe con el asombro de no detectar en mi persona ningún descalabro de modernidad. Cada cual es un mundo, ya saben.
Debo confesar, nunca mejor dicho, que los primeros días tras el porrazo del caballo se me hicieron duros, rodeado e imbuido como estaba del pensamiento agnóstico dominante: cualquier manifestación pública de asunción religiosa te situaba de inmediato en el grueso de los raros, los antiguos, los meapilas y por supuesto de la gente de derechas de toda la vida. Comprobé cuando ya me empezó a importar un pito el juicio de los demás que aquello era una sublime tontería y que un pensamiento social o socialista era perfectamente cohabitable con las enseñanzas de Cristo. Incluso a mis compañeros de Lanza cuando ya se hizo evidente mi militancia espiritual, -debo reconocer que lo recibieron con absoluta normalidad-, les explicaba que nunca antes y después se había explicitado tanto la solidaridad, la tolerancia, la concordia y la comprensión del otro como en el mandato de amar al prójimo. Porque amar al prójimo no significa estar besuqueándolo, serle sumiso hasta la indignidad, empalagoso y cargante, sino comprender su libertad de la misma manera que comprendemos la nuestra. Ya no les cuento cuando el Maestro dijo: no juzgues sino quieres ser juzgado. Es decir, evita la maledicencia, la condena del otro, el juicio sumarísimo cuando no hay coincidencia de ideas. Incluso en los tiempos de la Transición se me antojaba que ser cura y ser comunista era un oxímoron como la plaza de San Pedro. Y los hubo. En uno de sus textos el Papa emérito Benedicto XVI al serle preguntado por la Teoría de la Liberación señalaba la simpatía que le inspiraba en el terreno explícito de la fe –el cristiano ha de defender al débil por imperativo moral-pero renegaba de ella por cuanto era el brazo político de un movimiento de inspiración marxista que relegaría o perseguiría a los devotos una vez en el poder… Aquellas sociedades que se despojan de toda creencia acaban adorando al líder que paradójicamente exige una adoración casi divina, Hitler, Stalin, Pol Pot, Kim Jong Un y sí, el propio Franco. O a la Tierra, la madre Gaya, o al ecologismo fundamentalista que tiene más de religión que cualquier otra. Llama la atención la tolerancia religiosa de países tan civilizados como EEUU en el que el sospechoso de verdad es el ateo, o como en Gran Bretaña donde declarar tu creencia religiosa, la que sea, no es motivo de mofa ni de militancia politica. Francia, como dijeron los anteriores presidentes, Sarkozy y Hollande, es un país de laicidad amistosa… Y luego España donde el laicismo político es antipático y anticlerical en una mitad de la izquierda al tiempo que en la otra, la manifestación pública de la religión va de la mano de la derecha. Y en la medida en que unos reniegan de la Iglesia, como institución, por sus ventajas y prebendas, los otros no pierden comba en vestirse de penitentes de cucurucho o peineta y dejar constancia fotográfica de su devoción.
Vivimos en un país libre aun apabullados por esta pandemia y cada cual puede vestir o no los santos que quiera, o flagelarse en ejercicios espirituales, pero que se puede ser creyente y a la vez de izquierdas, incluso creyente, de izquierdas y crítico con la izquierda es una verdad como un templo, nunca mejor dicho. Fuimos muy raros antes de la pandemia pero tal vez mañana, lo seamos menos después. Nadie lo sabe.
Ayer me llegó un wasap de un amigo. Era una ilustración que representaba a Cristo a punto de salir del sepulcro y un coche de la policía le alertaba de que ni se le ocurriera. Y es que, en el Occidente cristiano democrático, la gente puede hacer bromas de su propia fe y considerar al Cristo que la fundó como un ser humano cualquiera expuesto al bicho del demonio. O irse de vacaciones a la playa a pasar de carrozas y procesiones. SI no este año, el que viene.
Respeto, siempre respeto. Esa es una cualidad que nos hace grandes. La experiencia que vivimos es evidente que está sacando lo mejor de la mayoría de la gante y eso tiene un puntito de espiritualidad, solidaridad social o caridad cristiana. Llámenlo como quieran.
Salud y saludos
No habiamos quedado en que todos los dioses estaban dw vacaciones por estas fechas?. Que mala suerte eh majete, con lo bien que le vendria en estos calamitosos días al mundo algunos milagros o ayuda de esa divina y que desde hace miles de años nos vienen contando. Debe ser que ayudar contra una pandemia les debe saber a poco, que les vamos hacer,.. Bueno que les sigan rezando y poniendo velas, en algún momento apareceran para realizar lo que millones de personas les deben estar pidiendo, un poco de ayuda divina para que no muera tantos miles de personas. A ver si se dignan a hacer algo.
Yo tambien estoy rezando y pidiendo para que mi Santa Maria Vacuna y Santa Ciencia de la Investigación nos echen una mano cuanto antes mejor, dicho esto eres un gran majete rezador y llevas toda la razon, como siempre faltaría más . Ale campeon.
Claro que sí, ese es tu deber hombre, aunque yo no tengo dioses, tu reza mucho y fuerte, suerte y que te oiga el tuyo majete. Ale venga.
Que cada uno crea lo que quiera creer, pero en casa…..
Amén….
Quédese en casa….
Charles, no se lo tengas en cuenta, Si es que el majete tiene un problema psiquiátrico denominado síndrome de Hybris, y quien lo tiene padece lo siguiente :
-Es prepotente.
-Tiene ideas fijas preconcebidas y rechaza posturas que no sean afines a sus ideas.
-Conducta narcisista (amor propio).
-Es incapaz de cambiar de conducta.
-Ego desmedido.
Pobrecillo, yo solo hago que se sienta lo mejor posible. Da penita oye.
Déjalo, si es que no le da para leer el BOE completo, ni la comprensión de lectura para interpretar correctamente que se trata de ceremonias fúnebres.
Su dios le llevará al sitio correcto, si es que está en lo cierto, es normal que tenga el esfínter a punto de nieve
Y en la calle, mon amour