«Mi padre tiene tanto derecho a vivir como cualquiera»

Santos G. Monroy.- Desinformación, incertidumbre, la ansiedad de ver sufrir a un ser querido que merecería una mejor asistencia y el miedo a recibir una llamada fatal en cualquier momento. Es la situación angustiosa que viven no pocos familiares de ancianos confinados en residencias de mayores.

Gema Bonales tiene a su padre confinado en la residencia Albertia de Puertollano con claros síntomas de coronavirus desde el pasado 25 de marzo, días después de que se desarrollara un brote que se ha cobrado la vida de al menos seis personas, según confirmara el centro la pasada semana.

Desde entonces, relata la familia, que reside en Madrid, la única información que ha recibido han sido los partes redactados por el médico que visita a los usuarios por las mañanas, facilitados telefónicamente por personal asistencial sin la formación adecuada para contextualizar el dictamen facultativo o despejar las numerosas dudas de los familiares.

«Apenas se nos dice nada más», lamenta Gema, que relata que su padre sigue confinado en una habitación, con fiebre, una saturación de oxígeno del 70%, nervioso, inquieto y sin sedación. No consta como positivo, por lo que tampoco se le ha trasladado al hospital de Puertollano, que atraviesa, como el resto de los centros españoles, una situación límite. «Nos dan el parte médico por la mañana y creen que con eso basta», asegura.

Hoy, esta familia ha tenido más suerte. Tras insistir, la hermana de Gema ha conseguido una videollamada que no basta para tranquilizar: el anciano estaba desconcertado y sin fuerzas. Azitromicina y oxígeno es el tratamiento que está recibiendo en la actualidad, pero Gema se pregunta por qué no tiene derecho, simplemente, a una cama de hospital o a la administración de Dolquine, otro fármaco que le ha sido administrado a ella misma en Madrid tras superar el coronavirus y que está demostrando buenos resultados. «Es una vergüenza, tiene tanto derecho a vivir como cualquiera», enfatiza su hija.

«Esto es una atrocidad», insiste. Gema sospecha que le están «dejando morir», y la angustia se multiplica desde la distancia, ante la perspectiva de que no pueda despedirse de su padre, ni honrarle con el duelo. «Alguien tiene que actuar y asumir responsabilidades, son demasiadas vidas perdidas y se tienen que buscar soluciones».

Albertia es una de las 133 residencias sociosanitarias de Castilla-La Mancha con casos confirmados de coronavirus. El número de residentes con resultado positivo por Covid-19 se eleva a 613, según ha informado este miércoles la Consejería de Sanidad de Castilla-La Mancha.

La necesidad de personal es tal que el Gobierno regional ha puesto en marcha una bolsa de trabajo de profesionales sociosanitarios con el fin de encontrar a personas que estén interesadas en trabajar en los centros residenciales, públicos y privados.

De hecho, la Junta prosigue actuando con todas las residencias desde el punto de vista asistencial y epidemiológico. El propio grupo Albertia ha destacado la «excelente colaboración» con el hospital. «Los médicos acuden diariamente en mañana y tarde de lunes a domingo al centro», subrayan, al tiempo que aseguran que, por el momento se dispone de material sanitario y equipos de protección adecuados.

El personal de estas residencias está viviendo los peores momentos de sus vidas. Pero estos esfuerzos no bastan ante la magnitud de la tragedia. Gema es consciente de las dificultades por las que pasan muchas residencias de mayores. Reconoce que el personal de este centro le ha tratado siempre con una delicadeza y atención exquisitas e incluso está dispuesta a asumir la fatalidad en el actual contexto. Solo pide a las autoridades sanitarias que los protocolos se corrijan, que los enfermos puedan acceder a una asistencia adecuada a su gravedad. Eso, o al menos más comunicación, más transparencia. En el caso extremo, una sedación piadosa.