Rosa Prieto @rosaeprieto.- Aprendiz de docente Estamos en un momento confuso, de inestabilidad e incertidumbre en todos los planos. Y esto cala en todas las acciones cotidianas, en las familias, y cómo no en la actividad docente
Los profesores estamos en movimiento, en un proceso de «rediseñar» el proceso de enseñanza-aprendizaje, en búsqueda de métodos, aportando humildemente nuestro grano de arena.
Los docentes somos modelo a seguir, somos hilo conductor, guía, catalizador de emociones… Nuestros alumnos y sus padres, necesitan más que nunca, nuestras ideas e indicaciones, nuestro apoyo y nuestra cercanía, especialmente en esas familias con un futuro lleno de dudas . Tenemos que ser como una corriente de aire fresco que se cuela a través de los teléfonos y los ordenadores, en estas casas cerradas por la pandemia. Somos y seremos siempre AYUDA.
Esta época nos trae la oportunidad de aprender y trabajar otras competencias como la autonomía, la confianza en el aprendizaje de los alumnos. Esta cuarentena aporta una experiencia vital más importante que los temas que impartimos a modo cátedra
Hay una metodología en las antípodas, de corte anglosajón, en el que l@s chic@s trabajan en un continuo descubrimiento, como tirando del hilo del conocimiento que se les desmadeja para ellos. Estamos en un buen momento para ponerla en práctica.
Todo este precioso trabajo de acompañamiento, es un trabajo invisible, muy difícil de cuantificar y de realizar, porque nos estamos reinventando a nosotros mismos.
Sin embargo, la presión de determinados sectores que tachan a los docentes como “la gente que lo que pretende es tener 15 días de vacaciones”, hace que caigamos en la trampa de cargar a los chicos de miles de deberes que vendrán de vuelta para ser corregidos. Todo para demostrar y cuantificar ese trabajo invisible, olvidando la tarea principal de sostener a este alumnado que no puede salir ni a trabajar, ni a comprar y que está aún más confinado que los adultos. Además, algunos de ellos no disponen de los medios técnicos adecuados para realizar lo que mandamos y sumamos un elemento más de incertidumbre y frustración a sus vidas.
No hay red que sustituya la labor social del docente. No hay nada que iguale a la calidez humana, la experiencia vital, la cercanía…
Si algo tiene que traer esta pandemia es una catarsis mental globalizada. Paremos, repensemos nuestra función en el servicio público en los tiempos del coronavirus.