Solo hacía falta copiar el patrón de tantas ciudades españolas que viven la fiesta en la calle. El truco, ya muy viejo, está en crear el ambiente con personalidad propia, y eso lo han sabido ver bien los establecimientos comerciales y hosteleros de las calles Puerto y Alameda de Puertollano.
La fórmula ha funcionado en Navidad y en Carnaval, con una organización bien medida en horarios y perfectamente pertrechada de los servicios municipales, pese a que, eso sí, la climatología siempre juegue un papel decisivo y el factor molestia esté presente en mayor o menor medida, ya se trate de Puertollano, Pamplona, Miguelturra o Málaga.
El contraste con las «ferias de día» organizadas en la calle Numancia es apabullante: lo que en esta vía siempre acaba convirtiéndose en un botellón grosero que ocasiona numerosas molestias a los vecinos se torna en el centro comercial abierto en punto de encuentro para todos los públicos, incluido el familiar, enriquecido con conciertos y actividades que ensalzan la fiesta y favorecen el comercio y la hostelería. La guinda la pusieron unos correctos servicios municipales y el ejemplar comportamiento de los puertollaneros.
Está demostrado que Puertollano no necesita carpa de carnaval ni falta que le hace, visto el resultado de otras localidades cercanas, y que los tiros van por aquí. La tantas veces antaño anunciada y nunca celebrada mesa por las fiestas de Puertollano, que se debiera recuperar bajo el mandato de la alcaldesa Isabel Rodríguez, debe partir de esta casilla: la coordinación de la iniciativa privada y la pública para crear, desde el compromiso y la responsabilidad, el clima que la ciudadanía pide mayoritariamente a gritos.
Lo importante es disfrutar, aun desde la sencillez y la austeridad, y para ello es vital rescatar un espíritu colectivo y una cohesión social que proyecte una imagen de vitalidad de Puertollano.
Las fiestas pueden estar apoyadas por las administraciones, pero quien les da vida es el pueblo. Y entre ambas esferas hay que enriquecer el concepto de la fiesta desde un prisma cultural atractivo y moderno como alternativa o complemento al vino, el cubata y la bachata; e incluso modificar el formato de la fiesta para evitar, al menos, la farra de bordillo, vaso de plástico y hielo de comercio chino.
El Carnaval 2020 en Puertollano debiera ser el embrión de una fórmula que quizá debiera refinarse y extenderse. El camino empieza aquí. Solo hace falta seguirlo.
Y es que la fiesta es lo que es gracias a la participación mayoritaria del pueblo en la calle. Adelante…..
Que buen artículo,usted que es amigo de los garitos,va poco por las carpas de los pueblos vecinos de Puertollano,para que vea como celebran los carnavales.
Efectivamente, como dice, la diferencia entre estos actos y las ferias de día y aunque no lo diga, también de noche, que se realizan todos los fines de semana en la calle Numancia, San Gregorio, Benéfica entre otras, además de las personas y su civismo, no se pone la guinda con los debidos correctos servicios municipales y por desgracia el ejemplar comportamiento de los puertollaneros.
Aun hoy, puede pasar cualquier edil, por dichas calles y vera el estado en que se encuentran y dejan fin de semana uno tras otro y el ineficaz trabajo de limpieza, las aceras llenas de orines y vómitos, teniendo que circular por la carretera ya que al ir andando te vas pegando en el suelo, y solo hago uso de la calle San Gregorio, pero aquí solo se pasa el agua una, o dos veces al año, por desgracia después de cada feria de día, como dice y no en todas las calles.
Les invito a los señores concejales y alcaldesa, que pasen hoy mismo y vean la situación, claro no lo harán.
Esto es lo que hay y tenemos aquí.
No se moleste,ellos lo solucionan quitando las zonas ZAS y concediendo licencias a los garitos para que estén más tiempo abiertos.Se han parado a pensar la cantidad de locales con licencia de discoteca que tenemos?,creo que en la costa no hay ciudades con tantas licencias.