Pocas ciudades españolas levantan entre sus habitantes la pasión que despierta Puertollano… para bien o para mal. La ciudad minera trasciende su naturaleza urbana, que puede ser más o menos atractiva, para convertirse en un refugio sentimental, en un yacimiento de emociones desatadas por la sola evocación de un topónimo.
En pocos lugares se celebran con tanto entusiasmo las gestas de los paisanos. Raros son los municipios donde a cualquier suceso, por anecdótico que sea, se le confiera de tanta trascendencia y depare tanto impacto social.
En ocasiones ese entusiasmo ciudadano por Puertollano, esa ansiedad por la prosperidad de la vieja tierra minera, conduce por veredas pantanosas. En los momentos difíciles pareciera que se propaga una peligrosa depresión en bucle que puede anegar el potencial que aún atesora Puertollano para enamorar.
Por eso siempre son de agradecer mensajes como este, de Elena de los Cobos, que ha hecho fortuna en las redes sociales, y que reproducimos en su integridad por su carga emocional y espíritu positivo.
Yo puertollaneo
Tú puertollaneas
Él/Ella puertollanea
¿Qué es puertollanear?
Es decir con orgullo que eres de Puertollano o has nacido en Puertollano.
Hablar de tu pueblo como el mejor aunque reconozcas que no es ninguna maravilla.
Es enfadarte cuando te dicen que es el pueblo de las dos mentiras.
Es emocionarte cuando pasas por Puertollano en el AVE o ves una foto del desaparecido Gran Teatro.
Es hacer cola en la Fuente Agria para dar un traguito.
Es ir a hacer un mandao en vez de un recado, comprar cotufas en vez de palomitas o jobitos en vez de kikos. Es coger la viajera en vez del autobús.
Es quedar el el Plazolete Patón a tomar algo.
Es comprar un cuaderno en La Casetilla.
Es celebrar el voto, el chorizo o el hornazo.
No todo el que vive o ha vivido en Puertollano sabe conjugar el verbo puertollanear, pero todo el que sabe conjugarlo, vive o ha vivido en Puertollano.
Feliz día a todos mis amigos, en especial los que conjugan con todo su corazón el verbo puertollanear.
