Manuel Valero.– Si aplicamos a la ciudad de Puertollano los cánones ortodoxos del turismo, reconozcámoslo, no es ciudad de visitar. Pero no pasa nada. Hagámosla.
Como está fuera de nuestro alcance acercar un litoral atractivo, un gótico ineludible, una arquitectura de libro de texto, ni nada lo suficientemente espectacular, como para atraer al turista –el viajero o trotamundos es de otra pasta- pongamos los cimientos para que lo sea. Eso sí, sin desmelenarse ni entrar en una competencia absurda. Fuimos, somos y seremos una ciudad industrial y las ciudades industriales no son precisamente un paraíso de obligada visita. Pero insisto: no pasa nada. Lo primero que hay que hacer es reconocerlo y considerar que la Fuente Agria, el Monumento al Minero, la Casabaños o la Chimenea cuadrá son grandísimos hitos sentimentales para los naturales –que ya es suficiente- pero no deslumbrantes para el potencial turista que tira de folletos y decide un lugar para pasar unos días o unas vacaciones. Tenemos una arqueología minera arrumbada, y varios museos, uno relacionado con lo que fuimos y el otro el que efectivamente nos pone en los circuitos: el de García Rodero. Vuelvo a insistir, no pasa nada. Incluso es una ventaja: las ciudades eminentemente turísticas son ciudades tomadas. Generan divisas pero los visitantes se adueñan de ella y es extraño el que la habita. Una ciudad tiene que ser primero amada por sus vecinos y cuidada y luego abrir sus puertas a quienes acudan a conocerla. Si con los atractivos que puntúan –historia, paisaje, litoral marítimo, lacustre o fluvial, monumentalidad, cultura, arte, gastronomía y costumbres-Puertollano no es una ciudad de primerísima división, no pasa nada, comencemos a hacerla. A veces, el atractivo de una ciudad radica en sus vecinos, en su carácter hospitalario y abierto. Por tanto, bastaría empezar por ahí. La capacidad de aceptar lo que somos es lo que nos hace grandes. Puertollano es una gran ciudad que si no tiene un acueducto a lo segoviano, una catedral a lo leonés, una singularidad paisajística de reclamo seguro, es una ciudad que puede y debe abrirse a su verdadera sustancia: un lugar donde proseguir con su impronta fabril adaptándola a los tiempos, abierta a potenciales inversores, estimulando su crecimiento y dotándola de contenido colateral para el atractivo cultural, de ocio y todas las derivadas posibles.
Lo que rechina un poco es impostarse en un marco como FITUR que tienta a ello. Ver a la alcaldesa Isabel Rodríguez posando ante una montaña rebosante de lava no es la mejor semiótica para vender Puertollano al turista de consumo salvo que lo que se pretenda sea un turismo minoritario y erudito en torno a los más selectos vulcanólogos y geológos. Sin embargo, uno confía en la regidora y en las miles de horas que debe dedicar para poner a Puertollano en los circuitos inversores, sin desestimar los valores añadidos de la sinergias económicas, sociales y culturales que una ciudad en progreso trae consigo.
Puertollano tiene, sin embargo, una realidad irrefutable: hay que venir aquí para perderse por el Valle de Alcudia –la perla de estos contornos- como así lo delatan libros de viajes y escritos de más de un andarín. FITUR es una suerte de feria de las vanidades que las ciudades turísticas por antonomasia no necesitan perentoriamente y donde los menos afortunados tratan de sacar pecho. Aunque es comprensible que los ediles vayan hasta el magno portal del turismo a vender las excelsidades de la ciudad o del pueblo que gobiernan, conviene vender lo que de verdad hay y no humo u ocurrencias.
Puertollano es una ciudad más sobre el mundo. Y tiene lo que tiene con los consumistas canones del turismo tradicional a la vista, pero como cualquier otra tiene todas las potencialidades que se quiera dar, partiendo eso sí de lo que hay y no de lo que creemos que hay. Puertollano no puede competir con Almagro, por ejemplo, en el contexto provincial, pero puede competir consigo misma. Saber de dónde se parte es clave. Incluso como ciudad de paso. ¿ Por qué quien decida viajar a Andalucía no incluye en su periplo la ciudad de Puertollano si se pone al cebo? Para eso hay que tener el salón a prueba de visitas. Pero es lo que hay y vuelvo a insistir no pasa nada. Lo que hay que hacer es dejarse de arrebatos y mandar el canon de los turistas de autocar y almuerzo a uña de caballo al desván. Y a lo mejor es el momento para ser realista, hacer un profundo inventario y si se tercia, iniciar un camino nuevo para ser reclamo de turismo en el futuro. Una ciudad congresual es una opción.
Recuerdo que una guía de turismo en Venecia que era del Partido Comunista Italiano me dijo estresada por el trajín: Ojalá y se hunda del todo. Y se trataba de Venecia. En definitiva que entre las hipérboles y la realidad, conviene siempre partir de la realidad. Puertollano debe ser visitada como cualquier otra ciudad, pero no será el turismo la principal fuente de ingresos, aunque se trabaje para que los visitantes se dejen unos cuartos. Pero tenemos lo dicho antes: una Casabaños, una Fuente Agria, un Monumento al Minero, un pedazo de Museo de nuestra paisana más internacional, una sobria Iglesia de la Asunción, una encantadora parroquia de la Soledad, una tradición centenaria que santifica el Voto, una gastronomía étnica común a la comarca y la región a la que pertenecemos, un Valle esplendoroso a un tiro de piedra, estamos bien comunicados aunque podemos mejorar, y contamos, sobre todo, con un potencial industrial de futuro incuestionable. No somos Toledo, ni Córdoba, ni La Coruña. Somos Puertollano, que no es poco, y a partir de ahí hablemos. O mejor: Inventemos. ¿Por qué no se diseña un Festival Nacional de Teatro aprovechando que contamos con un magnífico Auditorio que lleva el nombre de Pedro Almodóvar? ¿Por qué no se activa una agenda copiosa de Muestras y Congresos que den vida casi permanente al Pabellón Central? Por qué no se invitan a grandes fotógrafos a conferenciar en el García Rodero o se programan seminarios de fotografía documental, prensa, o artìstica? Reconozco que desde la barrera se ven pasar los toros con seguridad y que gobernar no es fácil. Incluso que estamos en buenas manos. Pero no sé si vender el Carbonífero como reclamo es un acierto o un arrebato. Aunque ojalá y funcione. Seré el primero en aplaudirlo.
Además, Puertollano es un destino que aúna trayectoria industrial y talento, cuenta con una alta disponibilidad de suelo y con incentivos exclusivos…..
A mi humilde parecer, además de lo indicado acertadamente por Manuel V., Puertollano debería de utilizar mucho más las magníficas instalaciones deportivas que posee, para atraer a personas asociaciones y clubes de otras ciudades / provincias / autonomías, organizando eventos deportivos a oo largo del año. Pienso que los hoteles, taxis, restaurantes, bares, tiendas,….se verían muy favorecidas por la presencia de gente foránea.
No sé si somos conscientes del potencial y las extraordinarias instalaciones que poseemos, muchas más y de mejor calidad que en otras ciudades del país.
Como van a potenciar nuestro pueblo, si solo cometen errores, como el folleto presentado en fitur, algo perdonable por supuesto, pero por desgracia es uno tras de otro y se nos quiere hacer ver lo contrario. Que pena.