Me resulta nauseabundo el teatrillo político al que asistimos, un día sí y otro también, por quienes piensan que “cuanto peor, mejor para todos, y cuanto peor para todos, mejor, mejor para mí el suyo beneficio político”… ¡y el premio está muy repartido!
Me resulta nauseabunda esa expresión popular que dice piensa mal y acertarás. Aquí todo el mundo es más listillo que el prójimo, incluida la prensa, y nadie se disculpa de sus calumnias por verter informaciones falsas o equivocadas. Nadie (o casi nadie) sabe por qué Pedro Sánchez ha aplazado el nombramiento de sus ministros a la semana próxima, pero distintos medios publican en primera página que se debe a distintas razones… ¡confundiendo lo que es una opinión con una información procedente de fuentes solventes, una exclusiva, y contribuyendo así a la confusión o a la crispación! Aun no hay ministros, y muchos de los que se jactan de tolerantes y demócratas ya se ha sentenciado al nuevo gobierno: recemos para salvar a España del comunismo. Aquí no se sabe bien qué es lo que se ha pactado entre un partido independentista con otro partido con fuerte implantación nacional (español), pero muchos dan por hecho que esta gentuza endiablada, que es capaz de todo, ya ha pactado un referéndum de autodeterminación en Cataluña ¡Qué paradoja, los que vaticinaban la ruptura de España en tiempos de Zapatero, son los que más han contribuido con su anticatalanismo ferviente a la eclosión del independentismo (cuando antes era una posición residual)!
El hecho cierto es que la sociedad española hace tiempo que traga y digiere con normalidad todo lo que sucede: las corrupciones, las mordazas, las parálisis institucionales, los disparates secesionistas… La foto del corrillo distendido con los representantes de Vox, Ciudadanos y Podemos, es la prueba fehaciente de que la única realidad de la sociedad española es que vivimos en coexistencia pacífica, y que la crispación forma parte del teatrillo manipulador al que nos quieren acostumbrar sus señorías: es la realidad de la trastienda de este circo nauseabundo.
Pero el fin justifica los medios: hay que recuperar el poder cuanto antes a base de echar mierda al adversario, crear y generalizar malestar, y movilizar a los convencidos para sembrar dudas sobre el resto. Ya se ha hecho antes, y ha funcionado muy bien.A falta de argumentos objetivos para emitir un juicio (que debe provenir de realidades, de decisiones tomadas en el Consejo de Ministros) la crispación viene alimentada por la presunción y los prejuicios. Se organizan movilizaciones similares a las de la Plaza de Colón en febrero de 2019, y se invoca a un motín a nivel nacional, en todos los ayuntamientos y comunidades autónomas. “Cuanto peor, mejor para todos, y cuanto peor para todos, mejor, mejor para mí el suyo beneficio político”. Uno espera ejemplaridad de sus máximos representantes, pero el espectáculo orquestado del griterío y los gestos exaltados en la sesión de investidura fue con diferencia más bochornoso que las palabras gruesas que se dijeron de uno y otro bando. El comportamiento y las palabras del líder del P.P. en este debate (hasta la forma de felicitar al vencedor del debate), denotan su falta de personalidad y madurez, y su incapacidad de recuperar el espacio que el P.P. ha tenido hasta la marcha de Rajoy. Siempre comparado con sus predecesores, incapaz de imponer un sesgo característico propio y digno, dependiente (a la fuerza) del peso de sus socios para mantenerse, dando permanentes bandazos de opinión… Casado (así como su círculo más próximo – García Egea, Álvarez de Toledo, Montserrat, Almeida, Díaz Ayuso, Núñez…) es un lastre para su partido, y en consecuencia, para el país. Estoy convencido de que el P.P. tiene recambios de más valía.
Nos podrá gustar o no el nombramiento de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno, así como sus socios, pero es un nombramiento legítimo. Ha habido dos elecciones, limpias y en libertad, cuyos resultados para el P.S.O.E. – más allá de las lógicas diferencias en números o participación – como partido más votado, han sido muy parecidos. Lo cabal no es dar lecciones de democracia, sino respetar los resultados. En las elecciones de primavera, los partidarios de Vox denunciaron la manipulación del resultado electoral que beneficiaba al P.S.O.E. y a sus aliados (ya se vio que no garantizaba nada – ahora la suma de P.S.O.E. y U.P.es de “155” diputados). Proclamar ahora que ha habido falta de libertad, un golpe de Estado, no es ignorancia, es mala fe, y una falsedad muy peligrosa.
Estuvo en manos de Ciudadanos contrarrestar el peso de E.R.C. (y sus exigencias) para investir a Sánchez: con la suma de sus 10 diputados, el del PRC (de Revilla) y el de la canaria Ana Oramas (¿?), podrían haber optado por la “vía Valls” (apoyar la opción que excluya a los independentistas de la toma de decisiones a nivel nacional), antes que la inverosímil “vía 220” (P.S.O.E. + P.P. + C’s). Han insistido hasta la saciedad en ello, pero uno “olvida lo que le interesa”:dos días después de las elecciones, se firmó el acuerdo para formar gobierno entre el PSOE y UP (el “del abrazo”). Hubo mucha prisa injustificada y bochornosa para firmar ese pacto, pero Teodoro García se anticipó mucho más, un día antes anunciaba que el P.P. no apoyaría la investidura de Pedro Sánchez. Daba vergüenza ajena veren la sesión de investidura a Inés Arrimadas rebajándose, instando al transfuguismo, y a Ciudadanos insistiendo en una posición que le ha llevado a la irrelevancia nacional, a ser un partido en vías de extinción. Un circo.
Que los partidos independentistas hayan preferido a Pedro Sánchez antes que al bloqueo o a un gobierno alternativo de un tripartito de derechas, es hasta cierto punto lógico, porque así no es tan improbable dialogar y llegar a acuerdos – cosas que en sí mismas deberían ser normales. Para el P.S.O.E. este apoyo es el “abrazo del oso”, te puede matar ¡Todos los comunicados tan plagados de eufemismos! Pero para desbloquear el país, ya no había otra opción.
No es que me guste precisamente cómo se han ido desarrollando ni cómo se han resuelto las cosas para lograr la investidura. Claro que me inquieta la economía y la incertidumbre con Cataluña (¡ambas crisis no surgen ahora, llevan instalada muchos años!), pero creo que todos merecemos el beneficio de la duda, y los gobiernos un plazo de 100 días de cortesía. Ya habrá tiempo de poner las cosas en su sitio.
Pares y nones
Antonio Fernández Reymonde