Un poco más de rigor

Manuel Valero.– Es evidente que el aire que hemos respirado –y respiramos- en Puertollano desde los albores del carbón hasta el momento presente no tiene la misma calidad que el del Hoyo. La diferencia es que el Hoyo es un pequeño pueblo serrano  y Puertollano una ciudad populosa.

El carácter fabril de la ciudad ha sido su motor primordial. Los avances tecnológicos para la depuración de emisiones a la atmósfera, la normativa comunitaria, los protocolos de prevención y seguridad y, sobre todo, la exponencial preocupación de la sociedad en el cuidado del medio ambiente han hecho posible que la contaminación haya disminuido sensiblemente con respecto a décadas pasadas cuando la niebla en Puertollano olía literalmente a amoniaco o el curso del Ojailén a su paso por la Refinería era un río de alquitrán. Sin embargo, son frecuentes las fotografías que los senderistas hacen del Valle industrial en las que aparece el sombrero delator que descubre sobre Puertollano una atmósfera no tan traslúcida y saludable como desearíamos.

Pero teniendo en cuenta los avances y los controles, sorprende, por eso, la no fuga del pasado miércoles de ácido nitroso de la planta de Fertiberia debido, según los técnicos y expertos, al proceso de puesta en marcha manifiestamente mejorable. Pero la cuestión de fondo no es esa, sino si las empresas del Complejo y más concretamene Fertiberia están dotadas de tecnologías atenuantes y sobre todo si existe un canal permanente de información entre empresas y administraciones para prevenir o informar sobre el más mínimo incidente. A tenor de la firma del  Quinto Plan de Emergencia Exterior, se supone que sí.

Este periódico publicó fotografías y detalles de la fuga-  no fuga-, referentes a la preocupación de los trabajadores y contados de confinamiento. Sin entrar a valorar si el proceso de puesta en marcha fue correcto o no, porque uno ni entiende ni tiene confirmación suficiente para ello, sí llama la atención la reducción casi a la categoría de anécdota del acontecimiento y , sobre todo, que no se informara de ello a las autoridades. Afortunadamente la cosa quedó en unas inquietantes fotografías, y lo que es más importante, no pasó a mayores ni hubo que lamentar ningún afectado.

Fertiberia como Repsol son dos grandes empresas radicadas en Puertollano desde tiempo inmemorial y al Complejo le debemos lo que somos pero precisamente por eso y en estos tiempos de sensibilidad extrema por el entorno medioambiental, se les debe exigir una mayor transparencia y fluidez en la información y excelencias en los procesos de producción. Nadie ni nada está a salvo de accidentes fortuitos, pero ahora que se oye desde Madrid el clamor global por un desarrollo sostenible y una conducta casi integrista para cuidar el planeta, son ineludibles las mejoras para contaminar lo mínimo y la comunicación inmediata por los canales previstos para ello.

La nueva cultura que ha convertido lo que es de sentido común- la preservación del medioambiente y del planeta- en un nuevo credo casi místico nos hace a todos culpables del deterioro general. A quienes viajan en coche-lo hacemos todos-, a quienes lo hacen en avión –muchos- o en barcos cruceros –menos- , a quienes se llevan a casa cantidades ingentes de plástico de la compra –lo hacemos todos- y a las empresas que como las nuestras. Supongo que ya estarán haciendo cuentas de la querencia masiva por las energías renovables porque eso tendrá efectos a futuro.  Pero mientras llega para quedarse el reinado de la energía limpia y renovable, de los coches eléctricos, de la luz solar nocturna, de los aviones solares y de los barcos de velas-paneles, los envoltorio biodegradables, las fábricas inocuas, si es que llega, al menos habrá que decirle a nuestras empresas que no se trata de una contestación contra ellas, ni de regresar al Cuaternario, para que podamos respirar el aire prístino y pescar en ríos cristalinos, sino de que tengan más cuidado, de rigor, sean más transparentes, introduzcan la tecnología anticontaminante necesaria, para evitar estos sustos. Que en cuestión de sustos y de tragedias, en Puertollano, sabemos un poco mucho. Por desgracia.

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