Política para niños, política para adultos

Quizás hayan pasado desapercibidas, merced al ruido de la campaña electoral primero y luego a las marchas triunfales y pomposas progobierno de coalición progresista después, las declaraciones de meses pasados de Pablo Iglesias.

O quizás el mismo haya pugnado por silenciarlas, olvidarlas o minimizarlas; ahora que las cosas son de otra forma y pueden ser contadas de manera diferente. Afirmaciones ¿problemáticas? de quien aún entonces, y fracasado el primer round con Pedro Sánchez, sobre la gobernación posible de antes del verano, no se presumía aún como un otoñal Vicepresidente in pectore, del que sería en España el Primer Gobierno con presencia activa de neocomunistas desde la Segunda República. Hecho que suele pasar desapercibido, ante la primacía del PSOE en la visualización del futuro gobierno, pero que no debe de ser olvidado para comprender ciertas cosas no menores.

El líder de Podemos y candidato a esa Vicepresidencia, tan soñada como problemática para los suyos y para los otros, no en balde con ella se  profesaba un problema de insomnio, tiene una afición inveterada y desmedida a practicar ciertas simplificaciones conceptuales, como parte de su concepto activo de la Política y de lo que él entiende como Pedagogía Política.

Concepción de la Política que a veces se aproxima a algo parecido a la  Política Recreativa, de la que suele haber más ejercitantes y practicantes de lo que se podía esperar. Y es que en España tenemos una dilatada trayectoria por convertir y confundir lo Real con lo Recreativo, como suele pasar desde los lejanos inventos del Profesor Franz de Copenhague, en el no menos recreativo y mítico TBO. Pues eso, Política Recreativa. Componiendo una suerte de venerable oxímoron: o es Política o es Recreativa. Que es tanto como decir, a la Política no se va a jugar, ni a ejercitar habilidades de salón por muy aplaudidas que sean las maniobras y gestos pintureros, por la clac y por los tiffosi, y uno se acabe creyendo lo contrario de lo que muestra y demuestra a los salonnards.

Política Recreativa, o algo casi como esa suerte parecida al llamado  Toreo de salón. Toreo de salón que denomina al ejercicio de torear sin toro y casi sin torero, dando muletazos al aire acogido y acogedor del salón donde se ejercitan las suertes virtuales y ceremoniales, ante el pasmo del respetable reducido ahora a un eco venerable de incondicionales y seguidores de, cabeza, de corazón y de cartera.

Fruto tal vez, esa manía pedagógica de Pablo Iglesias por simplificar temas y cuestiones, del viejo resabio profesoral adquirido en sus estancias en las aulas de la Facultad madrileña de Ciencias Políticas y en los programas de televisión ideológico-propagandística como ocurre con sus intervenciones La tuerka. Simplificación pedagógica que junto al maridaje ideológico adquirido en sus lecturas de Gramsci, de Louis Althusser, de Ernesto Laclau o de Thomas Piketty, dan como resultado afirmaciones como las producidas en esa entrevista primaveral, y casi olvidada, con unos niños de hogaño, aunque utilice el entrevistado Iglesias argumentos de antaño.

Niños o Menores no acompañados, tipo MENAS, a los que Iglesias llega a ¿adoctrinar? o a ¿enseñar?, con otro simplismo de alto tonelaje, a los que acostumbra. Un simplismo como los ya conocidos de antes, tales como “El cielo se toma por asalto”, en su primer congreso de Vistalegre;  “la enorme pena sentida ante el hundimiento del Muro de Berlín”, dicho en 2013 de lo que pasó en 1989; o la contraposición de Casta y Gente como para motor de la nueva lucha de clases, nunca desmentida.

Un simplismo esquemático y enigmático el de Pablo Iglesias, tal como para llegar a afirmar, como hace sin inmutarse, que “Superman es de derechas, y Batman de izquierdas”, sin mayores clarificaciones clasificatorias o explicaciones justificativas de la naturaleza política de uno y de otro, cuando ambos son más de lo mismo y puro producto envasado made In USA. Y además, aparece la duda razonable sobre si  uno es de derechas o de izquierdas ¿de toda la vida?, ¿o bine, tienen recambio tales elecciones ideológicas? ¿Hay reversibilidad o hay condena definitiva y de por vida?

De forma que tal afirmación de Pablo Iglesias, Vicepresidente in pectore pero sin-asaltar-los-cielos-por-ahora, es volteada por Ignacio Fernández Sarasola, quien mantiene justo lo contario que Iglesias, y es que todo es mejorable. Así el último afirma que “Superman es la izquierda, Batman la derecha”. Y esa duda de cuál es la derecha y cuál es la izquierda de Superman, justifique la lejana portada de la edición española del libro de Umberto Eco, Apocalípticos e integrados en la cultura de masas. Que no por casualidad cuenta con la ilustración de portada con una viñeta del citado derechista Superman.

Imagínense el relato que podríamos construir sobre las identidades políticas de los personales personajes de nuestra infancia y primera juventud. Obviamente Roberto Alcázar y Pedrín su ayudante, no eran de derechas, sino más aún representarían una línea ideológica próxima a VOX. Arrebatándole esa insignia al temible Capitán Trueno, Goliath y Crispín que estos sí que era unos bigardos luchadores de la Cristiandad. Los personajes creados por Walt Disney, desde Bamby a Micky Mouse serían fieles seguidores de Donald Trump y por ello fácilmente reducibles al facherío. No se la conclusión a la que podría llegar Iglesias con una pareja tan conflictiva e insólita como Mortadelo y Filemón, próximos a una relación tan dependiente en lo laboral como proclive a una cierta  homosexualidad, como pasaba con las Hermanas Gilda.

Habría que esperar algo más hasta encontrar personajes de comics y tebeos con cierta tendencia laica y progresista, tanto aquí como allí en los USA o en otros lugares. Charlie Brown allí o Carpanta aquí podrían abanderar los esquemas de cierto progresismo explícito. Como más explícitos serían los héroes y herejes, tales como la muy sexualizada Valentina de Guido Crepax, el escéptico Corto Maltés de Hugo Pratt o la muy intelectualizada Mafalda de Quino. Cosa difícil será la ubicación ideológica de Tintín, no sólo por la ascendencia de su autor Hergé, sino por la parodia crítica con la comenzó sus rutas periodísticas en El país de los Soviets.

De todas las nóminas posibles de héroes y herejes de nuestra infancia y primera juventud, podríamos obtener una caravana inédita como la desplegada –con mejor sentido y talento que Iglesias muestra en su duopolio– por Jaume Sisa/Ricardo Solfa en su elegíaca canción de vísperas de la Transición Qualsevol nit poc sortir el sol.

“Están aquí Blancanieves, Pulgarcito, los tres cerditos,
el perro Snoopy y su secretario Emilio, y Simbad,
Ali-baba y Gullivert.
Oh, bienvenidos, pasad, pasad, de las tristezas haremos humo.
Mi casa es vuestra casa, si es que hay casas de alguien.

Hola Jaimito, y doña Urraca, Carpanta y Barba-Azul,
Frankenstein, y el hombre lobo, el conde Drácula y Tarzán,
la mona Chita y Peter Pan.
La señorita Marieta del ojo vivo viene con un soldado,
los Reyes Magos, Papa Noël, el pato Donald y Pasqual,
la Pepa bonita y Superman”.

 Pues eso, que en esa casa a la que Sisa nos invitaba amablemente, no comparecía el izquierdista Batman y sí lo hacía el derechoso Superman, para tormento de Iglesias. Y es que no se puede jugar con los niños. Y menos hacer política con ellos.

Periferia sentimental
José Rivero