El alcohol, una lacra para nuestros jóvenes

Carmen Quintanilla Barba. Presidenta Nacional de AFAMMER Como cada 15 de noviembre hoy celebramos el Día Mundial Sin Alcohol, un día importante que debe servir para concienciar y utilizar como marco educativo y de divulgación para nuestra sociedad, informando del peligro que supone la ingesta de alcohol, sobre todo entre los menores de edad dada su falta de desarrollo físico al que puede afectar gravemente como así advierte la Organización Mundial de la Salud.

Hoy el alcohol sigue siendo la droga más consumida entre los jóvenes y la primera junto al tabaco, a la que se tiene acceso en edades cada vez más tempranas, situándose los 14 años como edad media en la que se inician en su consumo por dos motivos principales: la escasa información sobre el grave riesgo que supone este hábito y por el fácil acceso que tienen a ella. Según datos de la OCU, el 81% de los locales incumple la prohibición de vender alcohol a los menores.

La XII Encuesta ESTUDES 2016-2017, realizada por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, recoge que entre jóvenes de 14 a 18 años, el 76,9 % de los estudiantes ha probado alguna vez en su vida el alcohol; el 75,6 % lo ha consumido en el último año, y el 67 % lo ha hecho en el último mes, que en el 31,7 % (alrededor de 700.000 jóvenes) ha terminado en un atracón de alcohol con una ingesta de cinco o más copas en un intervalo de dos horas, lo que provocó que las emergencias por intoxicaciones etílicas en el 2018 ascendieran a 11.407 casos, casi 400 más que en el año anterior.

Todos estos datos que aquí expongo evidencian la necesidad de hacer hincapié en los efectos perjudiciales que provocan el alcohol en nuestra sociedad, un reto que asumí en mi etapa como presidenta de la Comisión Mixta para el Estudio del Problema de las Drogas del Congreso de los Diputados, poniendo en marcha con el consenso de todos los partidos políticos la ponencia menores sin alcohol, que debe concluir en una Ley específica que haga frente a este galopante problema sociológico y de salud pública.

No debemos olvidar tampoco que el consumo de alcohol influye en el aumento de riesgo de embarazos no deseados y de la contracción de enfermedades de transmisión sexual, generando comportamientos más agresivos y dando lugar a violencia entre menores, y en el seno de sus propias familias.

Hacer frente a estos problemas exige una respuesta clara y contundente de los poderes públicos. No podemos seguir permitiendo la publicidad de alcohol como sinónimo de diversión, sin despertar conciencia en la población, como tampoco podemos consentir la venta a menores, la falta de actividades alternativas de ocio y tiempo libre en cada uno de nuestros municipios, entre otras medidas que se han propuesto y a las que solo les falta el respaldo público pertinente, o lo que es lo mismo, una inversión que esté al nivel de lo que supone este problema. Porque invertir en una sociedad saludable, es ahorrar en los problemas derivados de una sociedad enferma y como acuñaron los clásicos, debemos “educar a nuestros niños para no tener que castigar a nuestros hombres”.

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