Jesús Millán Muñoz.- Se ha celebrado en Ciudad Real, los días 25 y 26 de octubre del 2019: Litterae. Jornadas del libro: retos y perspectivas.Es un encuentro del mundo de la cultura en relación al libro, dónde intervienen editores, autores y otros oficios del mundo de la cultura del libro.
Hay que destacar y darle la enhorabuena a los organizadores, y también a las instituciones que aportan infraestructuras y ayuda en muchos sentidos.
Ciertamente, esperamos que esta iniciativa, pueda perdurar en el tiempo, y se vaya consolidando y valorando a nivel nacional, además de difundirse.
– Dicho todo lo anterior, a mi modesto entender y comprender, entre la multitud de cuestiones y problemas, luces y sombras del mundo del libro, del mundo de la industria en general, existe un elemento esencial, que raramente se indica, y cuándo se expresa, raramente se acepta, pero a mi modo de ver la realidad, después de demasiadas décadas faenando y navegando en estos mundos, y recibiendo más fracasos que éxitos, puedo indicar lo siguiente, sin que nadie, por ello, se ofenda, porque a nadie se desea ofender, ni se necesita, ni se quiere ofender…
Estimo que lo que falla, en el mundo de la cultura, de la cultura del libro y de otras culturas, es que no se sabe o no se conoce, cuántas personas se dedican a ello, en un territorio dado, y en una profesión equis.
Dicho de otro modo, que hoy, organizaciones y entidades públicas y privadas, por diversas realidades, conocen, el noventa y cinco por ciento de los que se dedican en el territorio equis, pongamos la provincia o región de Ciudad Real o la Mancha a la panadería, a la odontología, a la medicina, etc. Pero, nadie sabe y conoce, cuántas personas se dedican a la literatura, sean mejores o peores profesionales, a las artes plásticas, a la danza, etc.
Si queremos estudiar una realidad, si queremos ser eficientes, en una actividad humana, lo primero que tiene que existir es conocer, cuántas personas se dedican a ella, esto es un mínimo método racional, una mínima aplicación del método científico.
Lo primero, si un biólogo quiere conocer un nicho ecológico equis, debe estudiar cuántas especies y si es posible, cantidad aproximada de animales y plantas que existen, y sus interrelaciones, etc.
Hasta la saciedad he indicado la necesidad de Centros Documentales, durante lustros, indicaba que fuesen materiales o físicos, hoy podrían ser virtuales. En los que libremente, el autor que quisiese, demostrando, por ejemplo, que ha publicado algún libro, o algún registro de propiedad intelectual, con algún tipo de prueba, en ese archivo se incluya su nombre, su modesto o gran curriculum, y algo de su producción, digamos cinco o diez páginas, en principio y algunos enlaces a páginas de Internet que esa persona tenga, algunos otros datos, que se pueden analizar y estudiar…
Si ese centro Documental o Archivo de Literatura o de Arte Plástico o de Teatro o de Filosofía o de Matemáticas, puede construirlo, una biblioteca de un lugar, un museo, una fundación, un departamento universitarios, una fundación, una entidad pública o privada…
Puede construirse por diversas entidades o colectivos o grupos, sería la base, primera y esencial, el fundamento y el pilar, para que la industria cultural del libro sea más eficiente, racional. Y no caigamos, como ahora, en tantas irracionalidades…
Sin negar todos los sistemas actuales existentes, estimo y creo que este sería esencial, por ejemplo, para que ninguna persona que se dedique a una actividad cultural equis, sea filosófica o literaria o teológica o artística o científica o al diseño, tenga un lugar, dónde pueda expresar algo de su trabajo, indicar que él o ella existe, y que se dedica a esa actividad…
Sin menoscabo, de los sistemas tradicionales, este sistema permitiría, lo he dicho hasta la saciedad, que si un editor, un marchante, un crítico, un antólogo, un estudioso universitario, un experto, un curioso quiere saber, cuántas personas y con qué obras, aunque sean algunos títulos se dedican en ese territorio equis, a una actividad concreta, pueda ir y mirar y bucear y esa información servirle para documentación, encontrar potencialmente nuevos talentos, par antologías, diccionarios, estudios, investigaciones, artículos, etc.
De este modo, las mujeres escritoras, o pintoras o compositoras, que indican, con razón que no tienen suficiente representación, se conocerían cuántas existen en tal o cual territorio, sin entrar en calidades, se podría saber y conocer algo de su producción y desde ahí montar toda la posibilidad de darse a conocer. Conocerse si en un territorio aproximadamente, son el cincuenta o el sesenta por ciento de personas que se dedican a esa actividad cultural, o son más o menos, etc.
Estimo, que este cambio que es tan sencillo y tan simple, sería esencial, para que la industria cultural fuese más eficiente, la del libro y la de las demás ramas. Porque al saber dónde están todos los peces, los gestores, promotores, editores, marchantes, galeristas, directores de museos, revistas, promotores culturales, tendrían una idea dónde mirar y buscar, y después, ponerse en contacto con esas personas, o buscar más información, etc.
Sin que nadie se ofenda, salvando las distancias, los autores, en casi todas las ramas, actualmente, están en una situación, similar o parecida, a la que estaban los proletarios en el siglo diecinueve. Una persona se puede pasar, diez o treinta o cincuenta años, ciertamente completando y complementando su actividad cultural con otra, o similar, o diferente que le permita vivir y sobrevivir.
Decía dedicar una enorme cantidad de trabajo cultural y de décadas, sea mejor o peor, no analizamos la calidad, innovación, riqueza cultural, diversidad, significante, significado, y ver como sus obras se amontonan en sus cajones, o si se han ido repartiendo, si es obra plástica, no saber en qué situación estará…
En regiones, comarcas, localidades que no tienen un gran tejido industrial o, y de turismo, la cultura puede ser un pequeño instrumento que cree empleo y trabajo. Y por tanto, hay que organizar y gestionar los oficios de la cultura más racional y eficientemente. Y para saber algo, saber crecer la riqueza, lo primero que hay que conocer, es cuántas personas y con qué producción tienen o disponen… ¡Y desde esos elementos mínimos, hacerla difundir, gestionar, promover…!
Puede suceder, que un autor, sea en el mundo de la literatura, o en otra actividad, por circunstancias muy diversas, solo pueda realizar su trabajo cultural, pero no pueda estar en todos los saraos culturales, o sea más introvertido o esté en circunstancias muy diversas, que la vida, la vida vaya trayendo, o por diversas otras razones, que son muchas, y a veces, muy irracionales, se le va dejando de lado, y pasan las décadas, y su trabajo cultural, solo tiene como futuro la destrucción, la perdida y el olvido…
No estamos hablando aquí de vanidad, soberbia, orgullo y tampoco de competitividad. Estamos hablando de que la riqueza cultural, mejor o peor, de mayor calidad o menor, de más innovación o menos, de todas las personas que se dedican a una actividad, en este caso, el mundo de la literatura, exista una posibilidad de que no se pierda y no se destruya, y sea mejor o sea peor, pueda ser una pequeña luz, en su comarca, ciudad, provincia, región…
De todas formas, antiguamente, se decía, no se sabe de dónde viene el viento y a dónde va. Aunque podamos admitir, que el ochenta por ciento de la producción cultural, en cualquier campo es muy deficiente, y que tiene muy poca calidad, tampoco sabemos, “qué producción cultural se adelanta tanto a su tiempo, que quizás no sea reconocida en el presente”. O quizás la persona que se dedica a esa producción, no sabe, no tiene tiempo, de saber hacer marketing, porque bastante peso supone la vida, supone esa producción cultural…
Siempre recuerdo, la frase de un gran editor español, que hace lustros indicaba, ya ha fallecido, no diré su nombre, que expresaba: “Hoy, ningún Quijote se perdería, ningún Cervantes no sería reconocido…”.
He reflexionado mucho sobre esa idea y frase y concepto, y siempre, he llegado a la conclusión, y le diría a esa mentalidad: “¿Alguien sabe, quién sería hoy Cervantes, y qué sería hoy un Nuevo Quijote?”, porque es evidente, que hoy un Quijote no sería como el de hace un siglo, ni siquiera quizás, como las obras de Faulkner, Proust, la Nueva Novela Francesa, Joyce, Kafka, García Márquez, Borges, Pessoa, Cortázar, etc.
“¿Y sobre todo alguien sabe, dónde estará, quizás perdido ese “nuevo Cervantes” si en Sri Lanka, en Patagonia, en algún pueblo de Galicia, o de la Cerdeña?”. ¡Paz y bien y racionalidad…!