Jesús Millán Muñoz.– Utilizo interiormente este concepto para indicar el valor añadido que un producto cultural puede tener sobre una entidad o sociedad o pueblo o comarca o realidad social.
Dicho de otro modo, que hoy la cultura, tiene muchos fines y finalidades, motivos y causas, pero entre otros, es un fundamento o parámetro de la industria cultural. Y dicha industria cultural crea flujos económicos y por consecuencia de trabajo, empleo directo o indirecto…
Las regiones y localidades de nuestra sociedad y país, que no tenemos playa, ni quizás climas muy benignos, tenemos que esforzarnos, según mi modesto entender y comprender, en buscar y crear ideas culturales, incentivar la cultura de nuestras ciudades, barrios, pueblos, aldeas, para intentar que una parte de ese turismo de masas existente, de ese turismo cultural ya establecido recaiga en nuestros lugares.
Como todo camino de mil kilómetros, parafraseando y reinterpretando la máxima china, empieza por un paso de un metro…
Dicho de otro modo, tenemos que incentivar y valorar lo que tenemos en cada lugar, y cómo partiendo de lo que somos y tenemos y estamos, primero valorarlo nosotros mismos, en segundo lugar, buscar nuevas ideas y nuevos conceptos y nuevos proyectos.
Necesariamente, los proyectos, no tienen que ser o suponer un gasto económico de inversión muy grande, pueden ser ideas y programas pequeños, reducidos y, que estos vayan creciendo, pueden ser unir, las actividades de las fuerzas vivas de las localidades y lugares concretos, con ayuda de la iniciativa pública y privada.
Hay que mirar todo lo que sucede en cualquier lugar del mundo, y estudiar y analizar, si se puede aplicar a nuestra realidad y a nuestra entidad y a nuestra sociedad y a nuestro lugar.
Todos los ayuntamientos y todas las entidades públicas y privadas, hoy disponen de una Web de sus organizaciones, públicas o privadas. Simplemente con abrir una pestaña para sugerencias. Quizás, una de cada diez o una de cada cincuenta o una de cada cien que lleguen, podría ser un posible proyecto a empezar y caminar…
El valor añadido cultural, puede ser cualquier realidad. Y existen múltiples posibilidades de diverso modo y manera y forma y materialización. No todas tienen un elevado coste económico y de recursos humanos, a veces, muy poco. Un empresario español, decía en una entrevista, hace décadas, “solo necesito una secretaria, que tenga un teléfono, una mesa y una silla”, para empezar una actividad económica, que proporcione valor añadido.
Pienso, que en las cuestiones culturales, tendríamos que empezar a tener otra perspectiva, óptica, dimensión, valoración, conciencia, percepción. Y si tenemos otros modos de ver y entrever la realidad, sin negar todo lo que viene del pasado, de todos los proyectos del pasado, ya presentes o ya en posible funcionamiento, nos podemos encontrar que la cultura sea un índice más, una proporción más de valor añadido cultural, y por consecuencia, de valor añadido económico…
He escrito hasta la saciedad y defendido, que en cualquier territorio equis, sea localidad o aldea o comarca o ciudad, crear, con una pestaña de la Web del ayuntamiento, o de la oficina de turismo, o de algún museo que exista en ese lugar, o de cualquier asociación cultural o religiosa existente, un centro documental de las personas que se dedican, sean profesionalmente o no, a todas las actividades culturales. Que estén en activo o que hayan existido o pasado por ese lugar o territorio o pueblo o aldea…
Si se va realizando sistemáticamente, por actividades, un mínimo curriculum y algunas muestras de su trabajo, se pueden encontrar, sin darse cuenta, en unos años, que tienen datos, de diez o veinte o cincuenta personas, que son nacidas en esa localidad, o han sido residentes, o han existido, que se han dedicado al arte plástico o a la literatura o al diseño o a la música o…
Eso es riqueza cultural, que está dormida o adormecida. En todos los pueblos, tienen a uno o dos pintores, a uno o dos escritores, a uno o dos escultores, a uno o dos músicos…, pero en cualquier localidad media, incluido pueblo, que tenga unos diez mil habitantes, por poner un ejemplo, si indagan, en su historia, en su presente, quizás de cada actividad, haya habido al menos dos o tres docenas o un más según la demografía y el tiempo que se valore, entre nacidos y entre los del pasado, los del presente…
Esa es la base del valor añadido cultural. Es decir, intentar, valorar lo que tenemos, las pequeñas tradiciones culturales, que sean legales y morales, y por otro lado, valorarnos más a nosotros mismos. La Mancha y los que habitamos este territorio es absolutamente necesario para nosotros, para vivir y sobrevivir que nos valoremos más, que nos queramos más, que nos tengamos más autoestima como colectivo. Porque estamos hablando de sobrevivir…
Pongamos un ejemplo, en el ayuntamiento de Ciudad Real, en la pared, durante décadas existía una especie de plafón, donde se situaban, esquelas de fallecimientos y acontecimientos culturales, con la remodelación sufrida actualmente. De momento han quitado ese tablón con cristales. Desconozco si será una medida permanente o no. Pero una pequeña realidad cultural, que quizás lleva con nosotros décadas, esta pequeña tradición, de situar los bandos, información del pueblo, de distinto orden, en un artilugio material, como es un panel-plafón, esta pequeña realidad, no se debería abolir… Porque, puede que lleve con nosotros, desde hace décadas, si no siglos.
Lo pequeño se hace grande, muchas cosas pequeñas en el terreno de la cultura, se convierten en grande. La cultura como creación de riqueza, en definitiva en trabajo y empleo directo e indirecto, este es el tema en definitiva. Paz y pax y pan y bien.
Jesús, creo que nadie puede discutir que cualquier pueblo o comarca cuenta con atractivos culturales más allá de la playa. Por ejemplo, hace años se puso de moda el turismo gastronómico, las rutas de los castillos, los vinos, etc.
Las grandes ciudades están llenas potenciales turistas hambrientos de planes para el fin de semana. Eso sí, hay que ponerles los planes muy fáciles de encontrar y entender. Si no se ofrece esa información, se están perdiendo «clientes», y la cultura que no se consume, es una cultura condenada a desaparecer.