Asfixiar a la disidencia

Antes de nada, creo conveniente definir qué se entiende por asfixiar y por disidencia en el contexto de este artículo. Nos apoyaremos en las acepciones de la RAE.

Asfixiar: “Aniquilación de algo o grave impedimento de su existencia o desarrollo”.

Disidencia: “La acción y efecto de separarse de la común doctrina, creencia o conducta”.

Asistimos a la aniquilación o al impedimento grave de la existencia o desarrollo de las personas o grupos que no comulguen con el catecismo de lo políticamente correcto.

Los adalides de este catecismo alardean de defender los derechos de cada minoría, y de promover el diálogo como medio totémico para resolver controversias. Cuando una minoría lo sea por no aceptar con puntos y comas el sagrado catecismo, tal defensa se tornará en un ataque feroz, sin paliativos, y el diálogo, en reprimir el uso de la palabra del apestado, o en hacer oídos sordos a sus requerimientos por razonados y convenientes que pudieran ser.

A esta minoría no se le respetará nada, al contrario; se pondrán los medios necesarios para ponerla fuera de circulación; para que no pueda intercambiar su aire con el del entorno. Si este proceder es muy preocupante en general, lo será aún más cuando se practique en una de las cámaras de esa hipotética sede de la soberanía nacional; me refiero al  Congreso de los Diputados o a su diputación permanente. En este caso, a la aniquilación de quien ose separarse de la doctrina impuesta se la denomina cordón sanitario.

Ayer, una diputada de Vox, Macarena Olona, fue expulsada de la Diputación Permanente del Congreso por querer introducir en el orden del día la situación de Cataluña y la gravedad de los disturbios allí vividos. En realidad, esto lo sabemos porque la Sra. Olona lo explicó en los pasillos una vez consumada su expulsión, pues la presidenta de la Diputación Permanente, la Sra. Batet, conocida como la dialogante a la hora de abordar los deseos de los separatistas, asfixió la intervención de la diputada de Vox llamándola al orden por tres veces, prácticamente encadenadas, cumpliendo así con el Reglamento y justificando legalmente la contundente expulsión.

Al parecer Vox había presentado un escrito a la mesa de la Diputación solicitando la implantación del artículo 116 de la Constitución en Cataluña. La Sra. Batet, según Macarena Olona, nunca respondió. Todo muy elegante y democrático, como puede apreciarse.

Ejecutar esa práctica tan “demoelegante” conocida como cordón sanitario consiste precisamente en aniquilar al disidente, y la primera regla del exterminio es el ninguneo, negar la existencia.

A unos les gustará Vox, a otros, no; esa no es la cuestión. El asunto está en el autoritarismo encubierto que se ha instalado en las instituciones del Estado.

Batet es una corrupta institucional. Utiliza el Congreso con una arbitrariedad desvergonzada. Los diputados separatistas prometieron su cargo con fórmulas estrambóticas que a ella le parecieron de lo más conveniente. Sin embargo hablar de la situación de Cataluña no lo ve oportuno, y como no lo ve, ni siquiera responde a quienes lo plantean.

El comportamiento de la Sra. Olona estuvo lleno de dignidad; actuó defendiendo la dignidad de su cargo; de diputada representante de la soberanía nacional, de todos. Recordemos que un diputado no sólo representa a sus votantes; representa a todos los españoles; y si el control de la actividad parlamentaria está tomado por quienes pretenden ningunear a una parte de quienes representan al conjunto de la soberanía, éstos tienen la obligación de defender su dignidad, que es, insisto, la dignidad de su cargo, que es, a su vez, la dignidad de todos los españoles, por tanto, de la soberanía nacional.

Cuando la “duce” Batet expulsó a Olona, todos los miembros de la Diputación Permanente aplaudieron a rabiar, salvo los del PP; aunque las declaraciones posteriores de Cayetana Álvarez de Toledo, no la cubrieron precisamente de gloria. Acusó a Macarena Olona de haber tomado al Congreso por un plató de televisión. Cayetana….. Una pijoprogre más que añadir a una larga lista. Lleva camino de convertirse en una Arrimadas bis. Hablan bien, pero son incapaces de dar un puñetazo en la mesa, no vaya a ser que les salga un moratón.

Únicamente la ignorancia de lo que significa la dignidad del cargo de diputado nacional puede explicar la reacción de aquéllos y de ésta.

Es posible que algunos no lo entiendan o no lo quieran entender, seguramente porque nos hayamos acostumbrado a que los diputados nacionales no tengan la mínima calidad para defender la dignidad del cargo que ostentan.

Y si la situación de Cataluña no merecía su inclusión en el orden del día…..

Apaga y vámonos.

Sin tapujos
Marcelino Lastra Muñiz