A los CDRs se les acabó el labial

La revolución de las sonrisas resultó ser una mueca pintarrajeada en forma de rodaja de sandía sobre unos labios horizontales carentes de amabilidad.

La revolución de las sonrisas era una derivada de las revoluciones de colores impulsadas con éxito dispar en otras partes del mundo por gobiernos del llamado Occidente y magnates financieros promotores de las sociedades abiertas.

Los falsos colores de aquéllas se transmutaron aquí en sonrisas mentirosas e hipócritas.

Nada hubiera sido posible sin la anuencia de los sucesivos gobiernos de España; nada. Y el actual no es una excepción.

La sentencia “apaciguadora” no apaciguará, y quedará como ejemplo de sumisión de un tribunal a cualquier influencia, menos a la que debería haber primado: la de la ley. Aunque es justo reconocer que el legislativo y el ejecutivo han hecho todo lo posible para que el “apaciguamiento” se convirtiera en doctrina de Estado.

Algunos piensan que el TS dictó la sentencia mirando de reojo al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo por temor a un recurso que al cabo del tiempo contradijera a la justicia española. Efectivamente, eso podría suceder porque el PSOE cambió la ley para hacer obligatoria la aplicación de las sentencias del citado tribunal; antes de la reforma no existía obligatoriedad, si bien, Rajoy, de forma inconcebible, aplicó la doctrina Parot cuando la legislación española aún no le obligaba. Asimismo, el PSOE incluyó en el delito de rebelión el requisito de violencia a petición de los nacionalistas vascos y catalanes; antes, declarar la independencia ya era rebelión, como era lógico, pues con ello se subvertía el ordenamiento constitucional. Evidentemente, los nacionalistas estaban convencidos de poder conseguir la secesión sin recurrir a la violencia, de ahí su hábil solicitud y, de nuevo, la inexplicable complicidad del PSOE.

El secesionismo se presenta en estos momentos críticos con dos caras: la de los CDRs: grupos organizados y coordinados, formados en terrorismo urbano, y los integrantes de las marchas a Barcelona, que simulan una romería camino del santuario de la capital condal.

En realidad esta marcha pacífica es un remedo de la marcha sobre Roma de Mussolini. Las escuadras de acción fascistas son los CDRs, encargados de amedrentar a la población y ganar el control de los espacios públicos.

Mussolini ordenó la marcha para hacerse con el poder. El objetivo de las marchas separatistas es el mismo, con la salvedad de que no aspiran al poder sobre España; su idea de poder es separarse de ella. Que nadie descarte que en Barcelona Torra declare solemnemente la independencia si consiguiera arrastrar en las marchas a un número de personas que los separatistas considere suficiente. Lo haría elevado a los altares por la multitud, que se encargaría al tiempo de evitar la detención de su “duce”.

Quizá no llegue a suceder; y no suceda porque durante el camino pueden pasar muchas cosas; o muy pocas, pero de trascendencia, que no serán filtradas a la opinión pública.

La declaración a los medios de Pedro Sánchez pidiendo a Torra que denuncie la violencia ha sido una maniobra de distracción. Las palabras del conspicuo Sánchez no pudieron ser más lamentables al afirmar que en una democracia los que se manifiestan pacíficamente deben ser protegidos por las autoridades. Es decir, las fuerzas de seguridad no sólo no van a detener a Torra; lo van a proteger para que, si le apeteciera, pueda declarar la independencia sin altercados.

En otro pasaje memorable de este falso presidente del gobierno vino a decir que el ejecutivo actuará proporcionalmente para no provocar. Para no irritar a quienes quieren romper la convivencia, el gobierno blandirá permanentemente esa vara mística de medir llamada proporcionalidad. El problema es que como el que dispare primero tenga puntería no dejará ninguna opción proporcional al abatido, y de las palabras de D. Pedro se desprende que está dispuesto a que sean los separatistas los que sigan disparando primero.

Si la ciudadanía ha delegado en los poderes del Estado el monopolio de la fuerza y tales poderes se inhiben parapetando su inacción en palabrería, quedarán deslegitimados.

Cada minuto que pasa sin hacer nada es dar más alas a quienes buscan destruir España, y aumentar la posibilidad de un enfrentamiento civil, porque habrá más gente de la que piensan que no estará dispuesta a que nadie rompa nada y salga a las calles a mostrar su disconformidad. Y ya hemos visto que los CDRs de sonreír poco. Se les da mejor lanzar ácido y cohetes pirotécnicos a los helicópteros de la policía.

¿De verdad no se ha podido evitar esta situación? ¿A qué se dedica el CNI?

Resulta inconcebible que los servicios de inteligencia no tengan un potente operativo dedicado en exclusiva al golpe de Estado en Cataluña. Seguro que existe. Y tan seguro como que existe es que tienen perfectamente localizados a los encargados de capacitar y dirigir a las células de los CDRs, de lo contrario habría que reformar por completo la seguridad del Estado

¿Por qué no se ha actuado?

Vuelve a repetirse la misma situación que con el fugado de Waterloo y resto de huidos.

El comunicado de centros educativos de escolapios y jesuitas en Cataluña, calificando la sentencia de “grave atentado a los principios democráticos de nuestra sociedad y una gran violación de los derechos humanos”, o afirmando “que no es precisamente condenando como hay que atender las necesidades de nuestro tiempo”, refleja la deriva vergonzosa en la que está inmersa la iglesia católica.

Ahora, la dulce Europa, en vez de mandarnos a Puigdemont nos enviará sus legiones de antifas en auxilio de los “pacíficos” CDRs.

Y el Ministro del Interior de cenita “guay” en Chueca.

Que alguien traiga un vomitorio, por favor.

Sin tapujos
Marcelino Lastra Muñiz