Cerca de 37.600 personas han sido atendidas en Castilla-La Mancha de forma directa por el servicio de Cáritas regional en 2018, una cifra muy similar a la del pasado año aunque el perfil atendido se ha feminizado y también los recursos han sido mayores porque la intensidad de la pobreza y sus efectos han aumentado.
Un dato que ha aportado Cáritas Regional durante la presentación de la memoria del pasado año en Guadalajara, en un acto en el que junto al presidente de esta organización en Castilla-La Mancha, Fernando Muñoz, el obispo, Atilano Rodríguez, y Amador Casquero, coordinador regional.
El presidente regional de Cáritas ha recordado durante la presentación de la Memoria que en estos momentos la organización tiene un buen marco desde el que intervenir, haciendo referencia al informe FOESSA que se realizó el pasado 2 de julio en Toledo, que, según ha indicado, se arroja una imagen de 328.000 personas en exclusión social, de las cuales, 127.000 están en exclusión severa.
«Desde Cáritas no podemos quedarnos quietos para atender a tantas personas que viven en exclusión social», ha afirmado tras apuntar que aunque a través de sus distintos programas se han atendido a cerca de 37.600 personas, las beneficiadas han llegado hasta las 75.711, casi el doble.
En este sentido ha indicado que la consolidación de la exclusión social severa y la precariedad afecta a más población y más intensamente que antes de la crisis.
Desde Cáritas han insistido en que la exclusión social sigue siendo una realidad, y que aunque algunos piensen que ha pasado lo malo, todavía hay que hacer un esfuerzo mayor para que la «fatiga de la solidaridad no se incremente».
En cuanto a los recursos económicos invertidos por Cáritas para afrontar sus distintos programas, ha explicado que han superado el pasado año los 18 millones de euros, elevándose los recursos propios al 62% aproximadamente y al 38% públicos.
Por lo que respecta a las necesidades más demandadas, según Muñoz, han sido muy diversas: desde ayudas económicas, alimento, ropa, calzado, enseres del hogar, farmacia, y temas de salud, alquiler, transporte, libros, material escolar hasta alojamiento.
Con un perfil variado que también se ha feminizado y hay muchas familias monoparentales, pero a eso se unen jóvenes, personas con cero recursos, trabajadores pobres, enfermos crónicos, temporeros, inmigrantes y mayores; en definitiva, colectivos «muy empobrecidos, con historias de vida muy rotas», ha dicho Muñoz.
EL OBISPO PIDE A LAS ADMINISTRACIONES QUE «NO SE DUERMAN»
Por su parte, en su intervención, el obispo Rodríguez ha agradecido muy especialmente el trabajo de los casi 6.000 voluntarios que trabajan con los colectivos más vulnerables desde las distintas parroquias de la Diócesis y desde servicios de Cáritas Diocesana en la región y ha resaltado su espíritu de sacrificio.
Según el obispo, hablar en Cáritas de compromiso es hacerlo de un modo de ser a la par que ha mostrado su máximo respeto por las personas en exclusión social.
Rodríguez ha reconocido que por más que quieran llegar a todo desde Cáritas no pueden porque los ingresos son «pequeños», 18 millones de euros en la región –ha recordado–, con los que tratan de ayudar a cuantos más mejor.
Por último, el obispo ha querido precisar que además de su labor de ayuda a los colectivos más vulnerables, Cáritas también debe hacer una tarea de denuncia y ahí tiene cabida el procurar que «las administraciones no se duerman en sus responsabilidades» con relación a los más necesitados.