El próximo día 24 de septiembre hará cien años que vino al mundo el escritortomellosero, Francisco García Pavón (1919-1989. Un reportaje sobre su vida y obra se emitirá ese día en la Plaza de España de su ciudad natal, con motivo del año de su primer centenario.
García Pavón es más, mucho más que un escritor provinciano a poco que se revise un poco su biografía. Finalista del Nadal que ganó Carmen Laforeten 1945 con su Nada, (Pavón lo rondó varias veces hasta que lo ganó en 1969 con Las hermanas coloradas), tuvo una activa vida social en Madrid, fue profesor de la Escuela de Arte Dramático y locuaz tertuliano en las veladas del Café Gijón. Pero fueron las andanzas de Plinio, el policía municipal, y su compañero de fatigas, el veterinario don Lotario, quienes lo hicieron popular, sobre todo a partir de la serie sobre las aventuras de esta pareja de detectives que realizó TVE a principios de los 70.
Considerado como precursor de la novela negra española, Pavón tuvo la osadía de crear un detective bajo el sol de plomo manchego y sobre la diáfana llanura tomellosera. Rompiendo los esquemas de otras creaciones literarias, Pavón concibió un escenario inverosímil para sus personajes. Ni calles ni adoquines en la niebla, ni sombríos parajes de claroscuros, no. Los carnavales, el cementerio, Ruidera,Tirteafuera, los viñedos, las carreteras en la planicie y la socarronería propia tomellosera no exenta de filosofía parda fue el instrumental personalísimo que utilizó para dar vida a su peculiar pareja de sabuesos. Desde la costumbre, la filosofía parda y la intuición, Pavón trazó un perfil social de la época no exenta de crítica. Plinio no investigaba con la matemática dePoe(Manuscrito hallado en una botella)o con la habilidad deductiva de SherlokHomes, le bastaba con uno de sus pálpitos que lo llevaba a coger el hilo y desenredar el ovillo. Pálpito no como recurso fácil sino como sentido común. Y a medida que nos introducimos en las andanzas de Plinio y Lotario, Pavón va pintando un lienzo rural cuyo apacible esfumato esconde cosas y casos de lo más sorprendentes. A plena luz. Puro surrealismo. ¿No lo es un detective municipal en Tomelloso?
Sin embargo, Francisco García Pavón, cuyo personaje tomé prestado con el permiso de sus familiares para emprender una alocada y maravillosa aventura teatral y musical –Plinio y la banda menguante-junto al músico y compositor, Augusto Guzmán, ha estado injustamente olvidado pese a los esfuerzos de su sobrino Jaime Quevedo Soubriet de editar sus obras al completo y a que algunos edificios docentes y universitarios lleven su nombre como no podía ser de otro modo. Era, es, nuestro Miguel Delibes aunque el vallisoletano tuviera más presencia en los foros intelectuales y aparentemente más peso literario que nuestro paisano. A lo largo de estos años no se han prodigado las conferencias o foros sobre su figura, seminarios sobre su obra, jornadas literarias… Ni la televisión regional en los tiempos de la boyantía tuvo la idea de producir alguna serie sobre Plinio o de algunas sus magníficas novelas. ¿Porque García Pavón se quedó entre nosotros y fue uno de los autores admitidos por el régimen que le restó esa pátina de exiliado que gozaron otros? Tal vez. Pavón disecciono en su obra la guerra civil española, (Cuentos republicanos, los liberales, los nacionales), no fue franquista de pelo en pecho y camisa bordada, sino un liberal en el amplio sentido de la palabra, y republicano, aunque hubiera de ejercer, silente, su ideario político. Ahora con motivo del centenario del escritor los animadores del evento han llevado una actividad encomiable para rescatar la vida y la obra del insigne tomellosero que debía ser patrimonio de toda la comunidad y conocido y leído por nuestros jóvenes, aunque los tiempos hayan cambiado una barbaridad, la imagen haya sustituido a la palabra y los usos sean diferentes al momento en que Plinio descubría misterios y voces extrañas. “No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo”, dejó dicho Oscar Wilde. Pues bien, desde su primera obra Cerca de Oviedo, la finalista del primer Nadal,tuvo mucho que decir, y escribir, y lo dijo y lo escribió como atestigua su herencia literaria. Su extensa obra es un legado cultural de primera magnitud en Castilla-La Mancha.
Manuel Valero
Una cosa más
Fíjate Manolo, si la CMM tendría materia para redondear el centenario de García Pavón. Recuperar la serie canónica de TVE de Plinio, incorporar tu ‘Plinio y la banda menguante’, estrenar conjuntamente el documental pavoniano que se hará en Tomelloso el día 24, producir una serie novedosa sobre Pavón y los paisajes literarios ( una de sus grandes obsesiones). En fin tantas posibilidades que se pierden tontamente. Pero ¿quien gobierna la CMM?
En la materia, el consejero de Cultura. Lo hay? Yo no lo conozco
Por primera vez en mi vida he tenido que ir a la web de la JCMM a ver quién era.
Ahora mismo es una persona con cargo político sin ninguna carga cultural o intelectual.
En los clubes de lectura se está leyendo LAs hermanas coloradas. Una suerte no haber leído aún nada de Plinio, porque se está a tiempo de disfrutar de sus intrigas. Algunos hemos leido y releído todos sus relatos. Pero García Pavón es mucho más que ese poli un tanto pueblerino. No hay que perderse, por ejemplo, sus ensayos sobre el teatro de autores como BUero o Lauro Olmo. Refinado y culto. Un verdadero intelectual.
Por supuesto
En nuestro país, aún tenemos a muchos personajes universales empadronados en el olvido….
De acuerdo en lo de CMM. Propongo que en lugar de tanto toro (por cierto en horario infantil), podamos volver a recrearnos con Manuel y su compañero Don Lotario.
Que dicen los taurinos?.
Mejor, una buena producción sobre alguna de las aventuras de Plinio.
Que eres un torticero.
Qué tienen que ver los cojones para comer trigo.
García Pavón, por supuesto y la tauromaquia déjala al margen en este tema.
Lo de torticero va por mi?. En ningun momento e insultado a nadie, solamente he dado una idea/opinion, pero vamos que si no le gusta que quiten los sabados un rato de toros(desayunamos con campo bravo, almorzamos con tiempo de toros y merendamos con corrida, y alguna noche veraniega cerramos con recortes), pero vam9s pinga usted la hora.
Empecé hace muchos años leyendo «Una Semana de Lluvia» y a partir de ahí, devoré todos sus títulos. Fué un placer y en muchas ocasiones la risa llegó a la carcajada. Que bien escribia, que tramas tan bién desarrolladas y que cachondo era el tío.