Cabreo con la política

Ángel Manuel Sánchez García.– Si hay elecciones…, temo que usted no será presidente de España nunca” (Pablo Iglesias)Para mí, las últimas sesiones parlamentarias han sido las más interesantes e intensas de los últimos años. Nos han permitido descubrir que los egos son más poderosos que las ideologías. 

Vivimos una etapa de Posmodernidad política, o sea de liderazgos líquidos, de autoridad y análisis superficiales.

Estamos en una etapa de transición porque resurgen los mitos (esa búsqueda del relato) aunque culturalmente vivamos desde una superficialidad de nivel ya global.  Resurge la necesidad de encontrar certezas, algo muy humano, y cuando no las encontramos nos cabreamos y desencantamos.

No es de extrañar que se haya extendido en los últimos meses un cabreo general con la clase política. Roto el bipartidismo, despierto entre los españoles el entusiasmo por la novedad y la necesidad de cambio, el duro enfrentamiento de egos entre los líderes políticos nos ha permito observar con claridad, que las ideologías se diluyen como el azucarillo en un café frente a la más impudorosa ambición de poder y poltrona. 

Asistimos como en el siglo XX a una crisis de la democracia parlamentaria. La amoralidad y la vileza se extienden tanto en las redes sociales como en la clase dirigente, y es que los principios y las ideas sirven sólo para aparentar con buenas intenciones lo que en realidad es un desvergonzado propósito de satisfacer a cualquier precio objetivos individuales y colectivos, pero no generales.
Existe pavor a que el capitán que pilote la nave sea un loco o un inepto. Pocos contemplan la posibilidad de que la nave no sea pilotada. Surgen los nostálgicos del bipartidismo.

En las pasadas elecciones los españoles tuvimos ganas de votar. La alta participación así lo indica. Los resultados quizás sorprendieron más a unos que a otros (la minoría), pues la calidad de los líderes de la izquierda frente a los que llamaban el “trifachito” hacía dudar de que ganara el PSOE las elecciones.

No me tiro a una piscina sin agua si afirmo que a Pedro Sánchez se le tiene por lo general tomada la medida, y que sorprendiera por ello su victoria electoral. El miedo a VOX, el sistema d´Hont, la subida del SMI, la alta participación (intensa, pero sin control a pie de urna, en las regiones separatistas) que suele beneficiar a la izquierda, el software de volcado de datos de las mesas electorales (que no sigue siendo transparente) e incluso la intercesión de la Diosa Providencia propiciaron esta victoria que ya profetizaba el oráculo de Tezanos. 

Las encuestas no cumplen ya una función estadística, ante todo son utilizadas como un arma. Un arma de inducción al voto por una especie de gregarismo electoral que impulsa a los votantes, o por lo que vemos ahora claramente, como un arma amenazante frente al enemigo político. La última encuesta del CIS es una saeta lanzada al corazón de Pablo Iglesias. 

Con diferencia, para mí Pablo Iglesias fue el mejor en las dos sesiones de investidura. Con habilidad propia de un conferenciante universitario al que exigir coherencia en su discurso, logró desenmascarar la insolvente, torticera y autoritaria intención de Pedro Sánchez de obtener los votos de todos a cambio de nada. 

Porque a todos gusta el poder, de izquierda a derecha pasando por las cabras montesas que representan a los independentistas. El poder está unido a la posición social, al exhibicionismo en los medios, al control presupuestario, a muchos privilegios procesales y sociales, y por qué no, a la posibilidad de hacerse rico. Se requieren pocos escrúpulos y unas dotes teatrales sobresalientes. Mi padre decía que a político en general se mete quien no sabe vivir de una profesión u oficio. Pero eso no es suficiente, se requieren muchas más habilidades. Llegar a la cúspide exige enormes sacrificios, y una vez allí…no consentir que otro ocupe tu lugar. 

Me río cuando escucho esa cursilería de la vía progresista. La naturaleza humana me parece que no ha progresado mucho. Y cuanto más teatro se emplea más cierto me parece. El progreso de los últimos quinientos años ha sido esencialmente tecnológico. Humanamente hemos por lo general, disimulado más y mejor nuestras debilidades. 

No ha habido solo un choque de egos entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, ha habido una enorme presión de eso que llaman los Mercados (el IBEX) y la Unión Europea para que no haya un gobierno de coalición del Frente Popular con los independentistas.
Cuestionar las intromisiones a la soberanía por parte de potentados u otros Estados (Francia) es un asunto tabú en la opinión pública.  Un tabú más. 

La inestabilidad política supone una amenaza para una economía que ya está dando muchas muestras de desaceleración y que avanza hacia la recesión. Tenemos un endeudamiento monstruoso, y se extiende una crisis de oferta a nivel mundial porque las clases medias en occidente pierden nivel de renta (y se endeudan) a un ritmo cada vez mayor. 

Con este contexto, a Pablo Iglesias la verdad puede no interesarle un gobierno de coalición. Le interesa más bien presentarse como único líder de la oposición de izquierdas. 

Pedro Sánchez ha ganado las elecciones en un pésimo momento. Más allá de gozar de los privilegios del poder, no podemos esperar de él mucho más, porque tendrá que contradecirse dado que le tocará lidiar con una fuerte crisis y tendrá que realizar recortes, pues mucho me temo que la subida de impuestos no haga más que desincentivar el consumo y la productividad, o sea, que la recaudación no sea tan alta como espera.  Por eso Pedro Sánchez busca desesperadamente que Rivera e incluso Casado, se retraten con él en esta dura etapa que nos espera.

Me sorprende y escandaliza que los medios de comunicación no desgranen esta u otras realidades determinantes para entender lo que está pasando.  A veces pienso que estamos en una Dictadura perfecta, parece que vivimos en una Democracia porque ciertamente votamos y decidimos, pero sin saber lo que realmente votamos porque impera la desinformación por falta de análisis en profundidad. Nos quedamos con lo anecdótico pero no profundizamos.  Hemos decidido enterarnos de las noticias a golpe de titular digital, por ese afán de no leer o escudriñar la realidad. Lo cómodo e inmediato sale caro a la larga. Sin embargo, no hemos perdido la capacidad de pillar al golfo y su golfería. Quizás sea suficiente. 

Rivera con esa calculada ambigüedad quizás veía ya venir hace semanas que la presente legislatura era un callejón sin salida, e información tiene, porque conoce bien las presiones que desde la UE (Francia más bien) y los magnates del IBEX o de la Globalización (Soros) se le han hecho para coaligarse con Pedro Sánchez. Coalición que él rechaza frontalmente. Él a lo sumo, aspira a liderar la oposición a la derecha del PSOE.

Casado se vuelca en hacer un PP a su medida y en recuperar los votos perdidos de VOX. Abascal se enroca y pretende retener a los suyos.  Se le ha perdido el miedo, y pasará de moda en tanto no logre marcar los debates sociales, canalizando a su favor el populismo anti-progre que parece extenderse por la sociedad española y europea.
Así que, todo este follón para nada. Puro teatro.

Pedro Sánchez detenta pero no gobierna. Pablo Iglesias gobierna la situación pero no detenta. Rivera aparenta pero ni lidera ni por ahora cede. Casado renueva, también lidera, pero con poco protagonismo. Abascal retiene pero no despega.

Y lo más frustrante de todo es que tanto el electorado activista de la izquierda como el independentista, ven escaparse la oportunidad de formar al fin un gobierno del Frente Popular que encamine el Estado hacia la República mediante un Gobierno contra ese Estado que los independentistas tanto detestan, el fundado por la Constitución de 1978. 

Al fin y al cabo, Otegui y compañía llevan esperando desde el 11-M servirse del tonto útil de turno en el PSOE para lograr sus objetivos políticos. Ya lo fue Zapatero, pero la crisis se lo cargó. 

Pedro Sánchez no ha resultado ni ser tan tonto como esperaban ni con el tiempo resultará tan útil, porque podrían controlar a un pelele en La Moncloa, pero no una crisis como la que se avecina, ni tampoco la enorme presión que ejercen Francia, a la que importa la situación en País Vasco y Cataluña por lo que es sabido, y el IBEX, con grandes empresas catalanas y vascas. Por ahora, la batalla por Navarra parece contentarles.

Temen las nuevas elecciones quienes temen perder algo con ello. El cabreo puede desmovilizar a la izquierda, pero siguen existiendo egos en la derecha que pueden arruinar la oportunidad de imponerse en las urnas.

Mientras tanto, Pedro Sánchez seguirá gozando del poder sin gobierno, el boquete en Cataluña seguirá abierto, y los españoles sufriremos el desgobierno, que es un gobierno contra el Estado bajo otras formas igualmente satisfactorias para los golpistas y los que aspiran a serlo. 

Un vacío de poder y autoridad en un contexto de profunda crisis económica nos abre una pasarela revolucionaria.

Si no hay elecciones posiblemente no haya gobierno del Frente Popular, y si las hay, nadie asegura, salvo Tezanos, su resultado. 

De este nudo gordiano, solo nos librará aquel a quien señale la Historia, generalmente el más fuerte, o sea, el que más convenza, y lo llevamos crudo. Con un enorme Ego solo se puede ser líder en estado líquido o gaseoso, pero no sólido. 

Navegamos sin capitán pero el barco no se hunde gracias a sus ingenieros.

Lástima que Felipe VI no pueda primero… gobernar su casa. Pero al menos simboliza la unidad y permanencia del Estado y de la Nación. Un mito, necesario.