Fundamentalismo ideológico y segregacionismo político

Marcelino Lastra Muñiz.– El día del Orgullo LGTBI dejó sobre la mesa una muestra clara del destino de esta sociedad si alguien sensato no agarra el timón.

La responsabilidad no es de la gente LGTBI común y corriente. Lo es de quienes utilizan cualquier asunto: la orientación sexual, el ecologismo, el feminismo, el animalismo, la eutanasia, el machismo, el laicismo, el pacifismo, etc., etc., como arma arrojadiza contra el que no siga al pie de la letra sus dictados integristas.

Pudimos apreciar cómo el Ministro del Interior, Sr. Marlaska, decidió abjurar de su responsabilidad máxima  en el orden y la seguridad ciudadana, para transformarse en algo parecido a un facilitador de la inseguridad y el desorden. No creo que casos semejantes abunden en la historia.

Seguramente todo fue fruto de un absceso transitorio de insania mental, porque a nadie en su sano juicio político –recalco lo de político- se le ocurriría argumentar que debemos ser más maduros y asumir las decisiones – es decir: las consecuencias- de con quién queremos pactar, en alusión a las negociaciones Cs-Vox, por cierto, inexistentes.

Como un ayatolá, Marlaska culpó de la lapidación (en sentido figurado; el exceso retórico es mío) al propio lapidado, pues quien peca no puede esperar otra cosa que la cólera de dios encarnada en los creyentes, cuyo único delito es seguir las suras al pié de la letra como manda la única y verdadera religión de lo políticamente correcto. No es broma. Marlaska actuó como todo un líder religioso integrista. Pablo Iglesias estuvo perfecto en su labor de acólito, y Pedro Sánchez, en su papel de dios todopoderoso que está en el cielo, en la tierra y en todas partes, pero al que no se oye ni ve; no es necesario; para eso ya tiene a sus ángeles –mensajeros-.

Arrimadas ha hecho muy bien en quejarse. Pero haría muy mal si no aprovechara la oportunidad para ver la similitud de los hechos que denuncia con el comportamiento de Cs con Vox, comenzando por el de ella misma.

¿No va siendo hora de que se le diga a Cs que actúa como uno necio incompetente e irresponsable? Con su cordón sanitario a lo Macron y Valls no hace más que legitimar comportamientos similares a los sufridos por Dña Inés, sólo que dirigidos a otros; en este caso, a Vox.

Sras. Arrimadas, Villacís y Cía, deberían tener presente este ancestral consejo: No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti. Hacerlo implicaría aceptar una doble vara de medir en función de las apetencias o intereses de quien corresponda.

En esta sociedad sin Dios, pero llena de fundamentalismos basados en el bajo vientre, el Sr. Girauta no quiso quedarse atrás, y en un alarde de puritanismo luterano transcribió en un tuit: “No negociamos acuerdos programáticos con Vox, ni con Podemos, ni con los separatas, ni con el PSOE sanchista” ¡Madre del amor hermoso! –disculpen el casticismo- El pueblo elegido únicamente se trata consigo mismo y con el PP, lógicamente para poder canibanizarlo. Es imposible poder devorar a alguien sin juntarse con él.

Uno pensaba que, en política, partidos dispares podían pergeñar un programa común y llevarlo a la práctica; pues no. Se ve que a las deidades puritanas de los clérigos de hábito naranja no les gusta la mezcla; mucho menos, el mestizaje: son segregacionistas; en este caso, fervientes defensoras de la segregación política.

En relación a lo acaecido el día del Orgullo LGTBI, Dña. Inés utilizó expresiones buscando hacer historia; algo lógico cuando demasiada gente lleva tiempo fabricando un personaje político de gran talla donde, a mi humilde entender, hay poco más que un figurín.  Se la ha llamado nuestra Agustina de Aragón y, ayer mismo, Raúl del Pozo, en su columna de El Mundo, se refirió a ella como Mariana Pineda.

Exageraciones aparte sobre la persona, el hecho que nos ocupa es intolerable y peligroso para la convivencia. Por ello, si Arrimadas se cree merecedora de algunas de las mieles con que la glosan de uno y otro lado, debería aplicarse el cuento; agachar la cabeza; reconocer que ella y los suyos se comportan como niños inmaduros, caprichosos y malcriados; que abandonen el segregacionismo luterano-calvinista tan del gusto allende los Pirineos y recuperen el tradicional mestizaje hispano.

Comiencen a hacer política con los demás partidos; no sólo con aquellos a quienes tratan de devorar. Salvo que su verdadera ideología no sea otra que el canibalismo político.