Jesús Millán Muñoz.– El tallista Francisco Ortega Fernández, en un olmo viejo y caído, como nos recordaría Machado, a la entrada del parque de Gasset ha construido o realizado o tallado o esculpido una escena del Quijote.
– En tiempos difíciles, y todos los tiempos son difíciles, hay que recordar la parábola o relato corto, al estilo italianizante que un tal Cervantes nos dijo y nos hablo de la escena de los molinos y el Quijote.
Desde las teorías de hoy de la psicología y psiquiatría, que todo se nos valora con categorías de salud o no salud, pues tendríamos una visión; desde la perspectiva nipona, el Quijote es un samurai, no saben muy bien si real histórico o no real histórico sino simbólico, desde la óptica de la literatura, es una escena que simboliza, metaforiza, diríamos la realidad del ser humano, sus deseos y sus pasiones con lo que es dentro-fuera, esa combinación de niño y de sueño, de presente y de futuro.
En cierto modo, si el Quijote es casi un imán para nosotros, es porque es como un gran espejo en el que nos vemos y nos sentimos. O dicho de otro modo, el Quijote-Sancho somos nosotros.
– “Al olmo viejo, hendido por el rayo/ y en su mitad podrido/ […]”, de Antonio Machado, nuestro artista-escultor ha construido, ha reverdecido en primavera-invierno, una talla-escultura, un signo-símbolo de lo que es-somos el ser humano. Correrán también hormigas como el olmo viejo que florece en primavera de Machado, pero aquí pisarán surcos y símbolos, que no entenderán los insectos que se posen en él.
Muchos pasarán, esperemos en los próximos siglos, por este rincón del mundo, este pequeño lugar-espacio, muchos vendrán, esperemos y deseamos, y solo creerán que es un trozo de madera con una forma, pero muchos se equivocarán, porque no comprenderán, que todo lo que toca el ser humano se convierte en humanidad, si lleva verdad y bondad en su corazón. Aquí tenemos una obra de arte, que como todo gran arte es meta-arte, metaverdad, metabelleza, metabondad.
– El IVA, si quitamos la “I” de impuesto, impuesto necesario para que la máquina de la sociedad-Estado funcione, es decir, nosotros sobrevivamos, está también el concepto de “VA”, es decir, valor añadido. Valor añadido es lo que necesitamos en nuestra ciudad-comarca-provincia-región.
Todas las entidades de estos diferentes ámbitos territoriales, -que como las famosas matrioshka o muñecas rusas, unas entidades territoriales están dentro de otras, y dentro de todas cada ser humano con cuerpo-psique-alma, en un tiempo que va transcurriendo, que no sabemos, muy bien si es cuántico o de Planck o es relativista o de Einstein-. Con todas las personas que las gestionan tienen que buscar-desear promover-incentivar todas las iniciativas para que creemos-pensemos-diseñemos-inventemos valor añadido.
O dicho de otro modo, obras y actividades, en todos los ámbitos, que sean legales y morales, que nos permitan crear trabajo y empleo, y por tanto, riqueza. Por lo cual, podamos seguir viviendo y existiendo y siendo y estando en este rincón del mundo, que denominamos Mancha.
Y esta escultura y este tallista-escultor y las autoridades que han aceptado este pequeño reto, entre otras muchas interpretaciones, los cultos dirían hermenéuticas, han hecho posible, dar un pequeño o gran significado de valor añadido a la ciudad, una razón más para que alguien se alegre el corazón reflexionando sobre un ente, de madera y de ideas, de Cervantes y del Quijote, del yo y de nosotros, de lo que hemos sido y de lo que somos y de lo que deseamos ser.
– Hablemos ahora, con unos granos de arroz y de sal, de homenaje al tallista-escultor, un autor, con todo respeto, quizás semiescondido o semiolvidado o semioculto. Pero un autor, que lleva en sus ojos, que personalmente no he visto, todo hay que decirlo, esa necesidad del arte-escultura-talla, que como tantos y en tantos milenios, al menos desde Chauvet, los humanos necesitan consumir-percibir-ver-estar en el arte y con el arte, y al mismo tiempo realizarlo.
En estos siglos que el autor-artista es desde el Renacimiento, el genio, nos olvidamos que durante milenios, la mayoría de autores, eran casi anónimos, un poco más considerados que artesanos con unas habilidades especiales. Pero olvidamos que el autor o autores de Chauvet, Altamira, Lascaux, hayan sido, pequeños chamanes-sacerdotes o curanderos-médicos de su tribu, han quedado en el olvido, pero sus grandes obras, permanecen con nosotros. Lo pequeño se convierte en grande, lo grande en pequeño.
Bien haríamos en la Mancha, empezar a intentar saber lo que tenemos, lo que tenemos de uvas o de quesos, pero también de autores plásticos, igual que la Biblioteca Regional está realizando un archivo o directorio de todos los escritores de la Mancha, faltaría ir añadiendo en dichos datos, curriculum, enlaces de otras páginas de Internet, pequeños fragmentos de su obra, dicho de paso y como sugerencia. Porque sugerir son las cartas de los artículos que redacto.
Bien haríamos en la Mancha, que un museo o fundación o archivo de la misma Mancha, empezase a realizar un directorio o archivo de todos los artistas plásticos, sin selecciones previas, sino con un mínimo demostrar que han sido o son autores. Quizás, de este modo, seguiríamos amplificando el concepto de valor añadido. Y el escultor-tallista que ha realizado esta obra, que está a la entrado del parque Gasset, estaría en dicho archivo y directorio, por derecho propio, igual que los demás, autores plásticos de la Mancha, sean de estilos abstractos o figurativos, sean de estilos realistas o expresionistas, agraden o desagraden a tirios o a troyanos…
Para terminar ya que se ha empezado con transformar árboles caídos en esculturas, a este autor o a otros, encarguen otra escultura, de un árbol, no sé la especie, que hace unos meses al menos, se encontraba en el Prado insertado en tierra con su raíces, caído y seco, y quizás existan otros, por algún otro lugar, recoveco de la ciudad, de la provincia, de la región, del mundo. La bola podría empezar a rodar y hacerse más grande…
Y ese tal Antonio Machado, otro Cervantes-Quijote de nuestro tiempo, nos recuerda en su olmo seco. “Mi corazón espera […] /otro milagro de la primavera”.