Asociación Cultural Amigos de Valentín Rubio.- Todos los ríos, todas las riberas, forman espacios por sí mismos en los que el ser humano no solo ha encontrado en ellos aposento y provisión, sino que en su discurrir a nuestro lado, o nosotros al suyo, los hemos concebido como si del propio símbolo de nuestra existencia, que escapa y fluye, se tratara. Lugares idóneos para el pensamiento y la meditación, los ríos y sus orillas hasta hace muy poco eran sitios sagrados por los que sentíamos un amor especial, un respeto por su cuidado y limpieza en proporción al agradecimiento por los bienes que de ellos sacábamos.
El humilde Guadiana, que no parece que haya ambicionado nunca salir de su provincia en busca de riquezas portuarias y aguas internacionales, es el que mejor ha representado esta metáfora de la vida humana de entre todos los grandes ríos peninsulares. Si hay un río pensativo en España ese es el Guadiana. Otros podrán presumir de caudal e industria (Ebro), de cuenca y lírica (Tajo), de historia y tráfico (Guadalquivir), de riqueza y orgullo (Duero). El río Guadiana presume de sí, de ser río, de su ser de río. Es un río que enseña a ser humano, que parece que reflexiona en cada tramo, en cada giro. Apenas si glosado en la abundante bucólica del Siglo de Oro, pero convertido en leyenda su nacimiento en la más ingeniosa historia jamás narrada, el río que acunamos y nos acuna es para nosotros, los manchegos, como un maestro de humanidades. Su brioso y ruidero parto parece ignorar aún la ancha Mancha que lo espera, las rotundas soledades en las que se esconde, las densas nieblas con que nos abruma, las rañas esteparias por donde se abre las venas y se remansa en brazos, lagunas y tablas, las balsas naturales de sus meditaciones que sirven de sustento para miles de aves riparias y migrantes, sus pequeños oasis que guardan secretos intransferibles de la seca llanura…
Desde la Asociación Cultural Amigos de Valentín Rubio queremos invitar con esta acción a participar en una jornada de auténtica reflexión limpiando la vega del Guadiana desde su tramo de la Tabla de la Pizarrilla, poco antes del emblemático paraje del Estrecho de las Hoces en la Puebla de Don Rodrigo. Queremos que acciones humildes como esta sean un ejemplo a lo largo de toda la provincia y cuenca del Guadiana, que constituyan un símbolo vinculante y de compromiso con nuestra tierra, lugar y paisaje y que, aunque su efectividad sobre la salud integral de los ríos sea pequeña, la llamada a la concienciación y al respeto que hacemos al resto de territorios es una de las formas más expresivas que pueda haber de demostración de orgullo y cariño por el patrimonio natural que alberga el río Guadiana y toda su provincia cabecera.
Una acción simbólica de mejora ambiental desarrollada por unos ciudadanos socialmente implicados.
Aunque tal vez haya que reclamar a la Confederación Hidrográfica una adecuada limpieza y conservación del cauce y ribera de este río que aparece y desaparece…..
Una acción que no tiene precio, y un texto precioso que simboliza muy bien nuestro río.