Ángel Manuel Sánchez García.- «El que pretenda que la religión se debe encontrar en la iglesia, puede abstenerse de ir a ella.” (Cardenal Newman).La política como la Iglesia tienden a querer mantener relaciones pos-matrimoniales. Constantes han sido en la Historia sus uniones y desuniones. La experiencia histórica demuestra que este matrimonio ha sido casi siempre un desastre.
Sobre el papel, en España la política está casada según la Constitución con lo temporal en la forma de a-confesionalidad, y por otra, la Iglesia lo está, según el Concilio, con lo sagrado, es decir con lo intemporal.La a-confesionalidad es no beligerancia y colaboración desde la independencia de cada uno. Pero también significa que el Estado ha de tratar de forma similar a las confesiones por él reconocidas. En un Estado laico (el francés o el cubano, por ejemplo), el Estado puede (o no) reconocer a la Iglesia como un movimiento asociativo más, en pie de igualdad con el resto de asociaciones reconocidas, pero es beligerante (en mayor o menor grado) respecto a que otra institución rivalice con el Estado en la fijación de la moral pública.
La Constitución española (artículo 16) optó por el modelo a-confesional, que no es laico ni es confesional. La a-confesionalidad del Estado es la fórmula más comúnmente escogida en occidente. La a-confesionalidad incorpora en sí un problema irresoluble, cómo impedir la tentación de dejarse llevar por conveniencia o deseo, por la poderosa atracción fatal de re-juntarse a conveniencia. En su matrimonio, Iglesia y Estado han reforzado egoístamente sus intereses en perjuicio frecuentemente del Bien Común (Antiguo Régimen).Cuando han estado enfrentados (querella de las investiduras, revolución liberal y marxista), el uno respecto del otro han sido un oportuno contrapeso de poder e influencia donde paradójicamente ha salido ganando el Bien común. Porque cuando existen contrapesos de poder y estos funcionan salimos ganando todos, especialmente los que no tenemos ni poder ni influencia.
Buen ejemplo en la Historia de España de esto último fue el determinante papel que tuvo la Iglesia apoyando la transición desde un régimen autoritario y confesional a otro democrático y plural. La Iglesia llegó incluso a amenazar con la excomunión a Franco por el caso Añoveros. El dictador creó incluso, un penal para el clero levantisco (el de Zamora).
Sin embargo, el marco jurídico de las relaciones Iglesia-Estado no está tras 1979 definido. Rigen unos Acuerdos que se preveían provisionales, y no un Concordato que es un Tratado internacional con vocación de permanencia. La irrupción del PSOE en el poder interrumpió la firma de un Concordato. Sin embargo, se fueron ampliando y concretando asuntos como la financiación (exclusivamente de asignación tributaria y no presupuestaria pues financia el que quiere con su IRPF), la tributación de la Iglesia (en este caso comparte el régimen fiscal de las asociaciones sin ánimo de lucro), y la educación (régimen concertado), que son concreciones al principio de colaboración desde la independencia de cada cual y en consonancia con la a-confesionalidad, porque estos asuntos también se contemplan para las confesiones evangélica, musulmana y judía, en términos similares.
Pero no hay que desviarse del tema, aunque sea oportuno citar el contexto. Está o no justificado que nuestros representantes políticos acompañen procesiones o en general asistan en su cualidad de cargos públicos a actos religiosos católicos.
Hay una frase que me hizo mucha gracia cuando la escuché en una película (Ocho apellidos catalanes): “Tú te tiras una semanita en Sevilla en Semana Santa y el cuerpo lo que te pide es ser español”.
Pues la Semana Santa es muy eso, y además este año concurre con la campaña electoral. Una tentación explosiva para la ex pareja.
Más allá de su sentido religioso, la Semana Santa es un espectáculo cultural. España sigue definiéndose en sus tradiciones como una sociedad culturalmente católica. El filósofo Gustavo Bueno se definía como un ateo católico. O sea, que se puede no creer en Dios y a la vez sentirse identificado con una tradición que estructura una identidad comunitaria. Con independencia de las razones que llevan a asistir a los actos religiosos no litúrgicos, las tradiciones poseen también una expresión pública, es decir, no pueden reducirse al ámbito privado como pretenden los laicistas más radicales, tampoco pueden convertirse en una manifestación de confesionalidad institucional, y no son una mera manifestación de confesionalidad católica eclesial.
Y he ahí el debate que deberíamos de una vez entablar en España, porque la confusión nos lleva a ambos extremos, el del laicismo marxista o el de la confesionalidad neo-franquista.
Tanto si se es creyente como si no, se puede asistir a una procesión como un católico más en distinto grado, o como nazareno-penitente anónimo (o no) o como asistente entre el público. Agnósticos o simples curiosos no son excluidos del desfile, siempre que respeten a los creyentes. Y tenemos a los cargos públicos que procesionan, y que pueden ser católicos o no, practicantes o no, ateos o agnósticos.
Bien, el caso más beligerante con la a-confesionalidad de las instituciones y sus representantes sería la asistencia de cargos públicos que pudieran asistir en su doble condición de católicos (o no) y cargos públicos.
En cualquier caso, se compromete con ella la a-confesionalidad debida de las instituciones. La presencia protagonista de cargos públicos en las procesiones u otros actos religiosos VULNERA la a-confesionalidad del Estado. Así que para salvar esa a-confesionalidad, es preferible dar prioridad al carácter privado de la asistencia que al público.
El carácter público de la asistencia de un político a un acto religioso es y debe ser susceptible en cualquier caso de crítica. Sólo caldea extremismos. Ni somos Francia ni somos la España pre-constitucional.
El carácter privado de la asistencia de un cargo público no es criticable, y respeta la a-confesionalidad institucional, que para expresarse debe abstenerse de aparentar tomar partido confesional. A título particular y privado un cargo público que sea católico ejerce su libertad religiosa de forma impecable y sin comprometer a la institución que representa. Que los cargos públicos asistan (o no) pero siempre entre los demás y como uno más.
Me parece vergonzoso que tras cuarenta años de democracia todavía seamos tan ignorantes y confundamos César y Dios. Y me parece mucho más vergonzoso que los políticos busquen la foto y que la Iglesia se lo permita.
Las Hermandades y en general cualquier asociación y tradición religiosa suelen tener un carácter canónico, y su sentido religioso y pureza evangélica y pastoral deben ser custodiados por el clero.
España no ha cerrado muchas páginas, y una destacada (como su marco jurídico) es la que abarca las relaciones Iglesia-Estado-Sociedad Civil (el tercer protagonista ignorado).
Las expresiones de Fe popular no pueden reducirse al ámbito privado, ni tan siquiera eclesial, pues son espontánea y libremente expresadas por personas con derechos asociativos y de reunión. La Fe no puede encerrarse tampoco en las Iglesias, parten de la tradición y de la convicción personal e identidad comunitaria.
El deseo político o clerical de desear controlarlas en aras del oportunismo político o el celo pastoral son inadmisibles. Todos colaboramos desde nuestra independencia. La independencia de los que nos representan, la de los que nos guían como creyentes, y la de los que, creyentes o no, consideramos las tradiciones como un elemento irrenunciable de identidad comunitaria.
La sociedad civil expresa públicamente su religiosidad. Y ejerce el verdadero protagonismo de un fenómeno que aglutina de forma asombrosa y armónica a personas de distintas clases sociales, ideas y sentimientos religiosos y profanos. Sagrada transversalidad. Legítima pluralidad.
Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios…pero en la calle, que es de todos, juntos…pero ni revueltos ni entrometidos.
Vete a la mierda tu casa habitual
Vamos a ver, no se pueden lanzar frases sin argumentos, debes de razonarselo un poco más.
Puedes empezar porque es un manipulador de la verdad, que no hay nadie capaz de leer sus artículos o comentarios, que está creando un ambiente de odio en este foro … Y ya por último le mandas a la mierda.
Gracias, pero no tienes los argumentos que se precisan objetivamente.
El odio viene de atrás, por lo menos desde que lo azuzó Zapatero y la extrema izquierda lo esparció.
Y es contagioso.
Te equivocas en este caso, Antivirus. El argumento razonado hay que defenderlo casi siempre. Y digo casi, porque ante artículos como este o como el de ayer de Marcelino, lo único que cabe es callarse o acusarles de panfletarios.
El argumento incontestable es el art. 16 de la Constitución que predica la aconfesionalidad del Estado. Ellos , tan constitucionalistas, o de eso presumen, lo conocen, pero siguen erre que erre en un debate esteril, acusando al que no asiste a procesiones, en calidad de autoridad, de mastuerzo, anticlerical o ateo. Aunque sea un ferviente creyente que asiste como un ciudadano anónimo. Patéticos.
No sé si por ignorancia o por manipulación, pero más sandeces no caben. Por puntos:
1 La «lucha» iglesia-estado, no refiere a la moral, refiere a la lucha monista/dualista, por regular el derecho civil; y la separación, como tal de normas canónicas a normas civiles, entendidas estas, como normas emitidas por el «estado». El derecho canónico y el código civil o penal, no se mezclan (salvo por el reconocimiento del matrimonio), en España. La separación es total y manifiesta.
Esta es la auténtica y correcta interpretación de las relaciones iglesia-estado; no la influencia ideológica. Por ello, el artículo 16.3 dice «ninguna confesión tendrá carácter estatal». Ése es el verdadero sentido del artículo 16. Separación de normas.
2º «La a-confesionalidad del Estado es la fórmula más comúnmente escogida en occidente»: Parcialmente cierto, pues la inmensa mayoría de los paises europeos, reconocen en su constitución lo obvio: su raíz cristiana y tienen «acuerdos concordatarios» análogos a los de España,,,incluyendo paises protestantes que privilegian a su religión de estado.
Por lo tanto, afirmar que en España, la Iglesia tiene un reconocimiento constitucional no paradigmático al resto de los coetáneos europeos, es, básicamente, MENTIR.
3º la Semana Santa es un espectáculo cultural: Falso. Es un acto de penitencia. Que haya gente que lo presencie comiendo pipas en una esquina, no quita ni resta su esencia: es un acto religioso.
4º Las Hermandades y en general cualquier asociación y tradición religiosa suelen tener un carácter canónico. FALSO, sos asociaciones de derecho civil, que se rigen por el ordenamiento civil, con la salvedad, que una vez constituidas, bajo el derecho civil, la iglesia las reconoce canónicamente; pero primero son civiles, tienen su CIF, si tienen ingresos, han de declararos, tienen su contabilidad, ect.
Y LA MAYOR DE LAS ESTUPIDECES:
5º A título particular y privado un cargo público que sea católico ejerce su libertad religiosa de forma impecable y sin comprometer a la institución que representa: Entonces, nos vamos a poner en plan ofendiditos: «como yo no soy animalista, que el político no vaya a la Protectora de Animales», porque como yo, ofendidito, no me hallo representado, que no vaya»… «como yo no soy del barrio X, y el político va a ese barrio, pues que deje de ir»… y así con todo.
A veces se quiere olvidar, por parte de esta izquierda traumada por lo que se vivió hace ya ochenta años, y que es pasado y además del rancio, que los «católicos» son una subespecie, cuando no es así: son CIUDADANOS, ciudadanos que profesan una fe. Además, bastante mayoritaria y como son mayoria los ciudadanos que participan de la Semana Santa, lo normal y lo lógico, como ocurre con un evento deportivo masivo, o un acto de luto colectivo -muerte de una mujer por violencia machista, o de alguien relevante, por ejemplo- los políticos están donde tienen que estar: con el pueblo.
Ocurre, por desgracia, que tenemos una izquierda que aun sigue anclada en otro siglo. No acepta que la calle no sea para ellos, que los poderes públicos tambien miren para otro sesgo, y claro, ese ateismo anticlerical hace que en estos días, explote algún cerebro.
No, no es «anti-laico» que un político acompañe a un paso de Semana Santa, de una hermandad cuyo número de miembros para sí los querrían los partidos en número de afiliados; pero desde luego, sí es antidemocrático decirle a un político con cargo que, por razon de ofendiditis izquierdosa, no pueda salir en Semana Santa.
Ese es quid, y por eso, politicos, al igual que estáis en mil actos, con mil asociaciones y en mil sitios, la Semana Santa de vuestros pueblos, también merece de vuestra presencia, porque al fin y al cabo, si sois representantes de todos, también con los ciudadanos católicos tenéis que cumplir.
Y si no te gusta esto, puedes irte a la playa, montaña, o quedarte en tu casa, que para eso está la democracia, para ser libre y que los poderes públicos, garantice esa libertad.
Sr Letrado, no tienes ninguna razón en lo que dices. Lo que buscáis es que la Administración doble el lomo ante vuestras creencias. Y NO. Sois muchos, tenéis el respeto escrito en la Constitución española. Así es que, no busquéis discusiones estériles. España avanza y no es nacionalcatólica, por mucho que os joda.
La Jerarquia católica no puede seguir metiendo sus narices en el Estado, ni nosotros permitir a un Rey que agacha la cabeza ante el anillo de un cura.
Haced vuestras procesiones, disfrutadlas y que vaya quien quiera. Sin obligación.
Es que no hay más discusión sobre esto. Y, por cierto, que cada uno se vaya donde le salga de la nariz, no donde digas tú. Que bastante hacemos pagando limpieza de cera, pipas, retirada de vehículos, seguridad y demás.
Sr. Letrado, pareces Teodosio.
La Semana Santa no es el culmen de la vida religiosa, como dejan traslucir tus palabras, ni tan siquiera un acto penitencial per se. Es una manifestación religiosa de carácter público que acepta múltiples visiones, algunas de ellas incluso con reminiscencias paganas.
Otro tanto de lo mismo pasa con romerías y otras fiestas de guardar.
Ángel Manuel tiene una visión más amplia que la tuya, Sr. Letrado, simplemente, que se podrá compartir o no, pero no ha dicho sandeces, ha dado su visión.
Te rebato Letrado:
1º Jurídicamente concurren como bien dices el orden civil y el canónico, pero sólo puntualmente el uno reconoce al otro, como en la celebración y convalidación civil del matrimonio canónico. Pero esta separación de órdenes jurisdiccionales viene de muy atrás, al menos desde el Estado liberal, en el siglo XIX.
Por relaciones Iglesia-Estado entiendo específicamente las relaciones de base constitucional e internacional, no las relciones estrictamente civiles o particulares.
2º En Europa creo que salvo Francia, todas las constituciones reconocen la aconfesionalidad del Estado. Ninguna privilegia sobre el papel a ninguna confesión religiosa de las que reconoce su Derecho. Obviamente, si la confesión no es reconocida (por ejemplo Testigos de Jehová, la cuestión es distinta).
La base cristiana de Esuropa es innegable, pero no se reconoce expresamente en el Derecho comunitario ni comparado. Es una polémica no cerrada.
Soy partidario de su reconocimiento, pero cultural.
3º La Semana Santa será un acto religioso para quien lo viva así (yo sí), para el resto, también cultural. Lo que sea para cada cual es libre. Para los hermanos de una cofradía y para los que procesionan es libertad religiosa.
4º Las Hermandades tienen doble estatus civil (como asociación) y canónico (la diócesis y su obispo las reconoce y direcciona).
No coincido con tu argumento de que un cargo público a título NO particular pueda asistir a un acto religioso.
Y por eso mismo anoto tu contradicción, si existe separación de órdenes, religioso y secular, es congruente pedir que de asistir y participar, porque sean católicos, lo hagan a título particular.
Otra cosa es el reconocimiento y protección que se debe a la tradición (que por su alta participación tiene interés general). Ahí los poderes públicos con independencia de que sea o no el evento de carácter religioso, pueden y deben estar al nivel de promoción turística, cultural y de ayudas públicas, pues las cofradías concurren con el resto de las asociaciones no religiosas en actividades de interés general (por su significancia participativa) a los efectos de obtención de ayudas.
Las Hermandades constituyen uno de los fenómenos asociativos más notables por el numero de miembros. Y sus actos logran recabar un interés social también notable.
Es por ello que la indiferencia de las intituciones públicas no esté justificada.
Pero una cosa es su reconocimiento y otra la implicación directa y personal de cargos públicos.
Juntos pero no revueltos, cada cual en su sitio.
Es un asunto complejo, pero creo que hay que ser congruente con la defensa del protagonismo de cada cual y cada cual desde su posición de independencia (que es la contemplada por el ordenamiento jurídico).
Letrado, yo también soy católico practicante.
Me gusta también mucho la Semana Santa, participo de los Oficios (que es lo nuclear) y me encanta el protagonismo que adquieren las Cofradías y los penitentes estos días, porque la Fe no se puede guardar en las iglesias, puede y debe salir a las calles, como cualquier otra expresión comunitaria pues también concurren los derechos constitucionales de reunión y manifestación.
Lo que pasa es que no me gusta, ni nunca me gustó ni entendí, que los políticos procesionaran.
Otro asunto polémico sería la participación de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional o municipal. Con las Fuerzas Armadas hay acuerdos específicos a nivel de Acuerdo con la Santa Sede. Existe reconocimiento de la asistencia religiosa y de colaboración. Eso sí, la participación de personal militar debe ser voluntaria.
Con la Policía Nacional y municipal, la cuestión es más borrosa.
Con ello, subrayo el carácter inacabado, relativo, y ambigüo de las relaciones Iglesia-Estado.
España es un buen ejemplo de los problemas de indefnición de la a-confesionalidad del Estado.
Pero también de la creativa solución de problemas de financiación, concierto educativo y fiscalidad. Nuestra solución a la española es muy imitable en otros países. Hemos recurrido a modelos de solución originales, siempre bajo el principio de colaboración desde la independencia de cada cual.
Lo cierto es que queda aún por recorrer en España un largo y tortuoso camino para garantizar plenamente tanto la separación entre los ámbitos propios de actuación de los poderes públicos y de las confesiones, como la neutralidad de aquellos ante los sentimientos religiosos que profesan los ciudadanos…..
Me resulta curioso como escribe Angel Manuel artículos de opinión y en este caso «nadando y guardando la ropa» y como escribe comentarios a quien le increpa…
Me quedo de todos modos con estas líneas para resumir:
La presencia protagonista de cargos públicos en las procesiones u otros actos religiosos VULNERA la a-confesionalidad del Estado. Así que para salvar esa a-confesionalidad, es preferible dar prioridad al carácter privado de la asistencia que al público.
Somos aconfesionales y no se porqué separa la «a» de la palabra «aconfesional», ya sabemos que la «a» implica negación, como en Ateo o Anarquista.
En cualquier caso, creo que el que vayan políticos/as, alcaldes o alcaldesas en las procesiones u otros actos religiosos, es un «mal menor», aunque como gesto no me gusta.
Me preocupa más que El PSOE no lleve en su programa la resolución del Concordato ni que la Iglesia pague il IBI de sus edificios civiles como el Seminario de CReal.
Te preciso. Este tema siempre me ha gustado mucho y gracias a él entré a hacerme bloguero.
No tenemos concordato, una singularidad española. Aquí durante la Transición las relaciones Iglesia-Estado no se amparan normativamente más que por unos Acuerdos que tenían carácter provisional. Llevamos así desde el 79.
O se llega al Concordato como en el resto de países, o se reforma lo que hay o se liquida.
Los edificios eclesiásticos de formación y residencia de religiosos están expresamente excluidos del IBI por contemplarse así en los Acuerdos.
No es un edificio civil. Sí lo sería la vivienda en una propiedad horizontal independendiente de un sacerdote, esa debería pagar IBI. No pocos sacerdotes viven así, aunque la tendencia es a vivir en comunidad y en edificios de carácter religiosa, entre otras cosas para ahorrrarse el IBI.
Todo edificio dedicado o afectado al culto, a la educación concertada o a un fin social (de una entidad sin ánimo de lucro, por ejemplo un comedor social), quedan excluidos del IBI, pero en este caso no por aplicación de los Acuerdos, sino por la Ley de Haciendas Locales y de Entidades sin Ánimo de lucro.
En esto último, a falta de definición se ha optado por soluciones a la francesa (laicistas).
Felicidades Ángel Manuel, un artículo con el que reflexionar, además del buen debate entre el Sr. Letrado y tu (quitando los apleativos cariñosos que mandan tus «fans» que no contribuyen a nada)
Esto si son buenos artículos
Aquí mientras sea razonando y argumentando se puede debatir constructivamente desde la discrepancia de cualquier cosa.
Razones frente a Emociones.
Dialéctica frente a la Dictadura de las Emociones.
Pues si, pero parece que ciertos personajes que tu y yo conocemos muy bien, parece que quieren convertir este medio en el Pravda
Como siempre aburrido y soprífero, y lo que es más gracioso: petulante y pretencioso. Se cree con el don de la palabra y en algunos párrafos produce sonrojo. Se te dan mejor los insultos y los comentarios sobre Venezuela que escribir artículos.
O sea que para hacerlo bien y ser un estupendo articulista hay que ser rojo.
Yo los argumentos te los ofrezco a la sartén, al vapor, con escabeche o si hace falta con cebolla caramelizada.
Insultar?? Eso lo hace hasta el más memo. Rojo o no.
Pues yo leo el comentario y no veo que la crítica hable en ningún momento de ideología, ni que diga que haya que ser rojo…te habla de nombrar a Venezuela porque lo haces continuamente, y eso no nos gusta ni a los que no somos rojos como tú dices…Yo, que me considero un votante de centro derecha, creo que es reducir el debate a lo absurdo y entrar en su juego.Hay que hablar más de economía, de empleo y de medidas del día a día que de Venezuela.Cada vez que lo haces entras en el juego de aquellos que criticas.
Pd. Y lo siento, Ángel Manuel, pero estoy de acuerdo con la crítica. Creo que en algunos casos te haría falta un poco de humildad y autocrítica.Y no lo digo para atacarte, sino desde el respeto y de forma constructiva
Desde ese mismo respeto, no estoy de acuerdo, y por ello no soy ni facha ni franquista y mucho menos nazi.
Ojo!! Que ya sabéis lo que votaré.
VOX.
Cada uno que vote lo que le dé la gana.
El voto más inutil es el que das a quien te traiciona.
Y Viva España, la vuestra y la nuestra.
Pero España.