Ciudad Real, Abril de 2003. Viernes Santo. La tarde era templada y la Plaza Mayor estaba muy concurrida. Las terrazas de cafeterías y restaurantes estaban también llenas. En una de ellas,Lucía y Enrique conversaban con Alexia, Enzo y Érik , estudiantes italianos que residían con ellos, como intercambio universitario con sus hijos.
Desde la mesa contigua, un joven observaba con curiosidad los edificios del recinto y el Ayuntamiento. El bullicio generalizado se hizo mayor cuando el desfile procesional hizo su entrada en la Plaza. Mateo -que así se llamaba el joven- dirigió su mirada con expectación a la Procesión. Luego de un rato, y ante el interés que mostraba , Enrique se dirigió a él para ofrecerse si en algo podía satisfacer su curiosidad. El joven, agradeciendo el gesto, le explicó que era de Toledo -donde vivía y trabajaba- y tenía curiosidad por conocer Ciudad Real ,ya que según tradición familiar, habían tenido antepasados lejanos en la capital. Las Hermandades continuaban su pausado recorrido, y Lucía lo contemplaba con sus estudiantes. Enrique optó por sentarse con Mateo para mejor explicarle lo que conocía de la Plaza. Agradecido, se dispuso a atender a sus comentarios.
“ En origen fue parte del Camino Real de Toledo a Córdoba . Posteriormente su recinto se fue cerrando , y entre otros destinos sus casas albergaron la Alcaicería o mercado judío: precisamente en donde ahora se ve ese reloj carillón , en el S. XV estuvo el Consistorio en una casa confiscada al efecto por Isabel la Católica, a petición de la Ciudad. Quedan aún hoy restos del S. XVII que se pueden ver en su fachada y los machones de piedra y ladrillo. También en la Plaza se celebraron corridas de toros , y en el S. XVIII tuvo su Alhóndiga . Como todo lugar de encuentro de una villa, sus acontecimientos más destacados se desarrollaron en ella ,y como en algunas ciudades -continuaba Enrique- la Inquisición tuvo su Tribunal en Ciudad Real . Duró casi dos años, entre 1483 y 1485, de modo que la mayoría de Autos de Fe se celebraron aquí así como también las ejecuciones de la Santa Hermandad ,si bien los condenados por la Inquisición a la hoguera ,eran ejecutados en el “braserillo”, lugar actual entre el final de Calle Mata y el Puente sobre la Carretera a Madrid. Precisamente, hubo un caso curioso inquisitorial que tuvo su fin en tu ciudad de Toledo: Había un converso en Ciudad Real que en otro tiempo fue recaudador de rentas reales y Regidor, y que era sospechoso de seguir cumpliendo en secreto los ritos de la Ley Mosáica . Sancho Ciudad -así se llamaba- al saberse delatado , huyó con su familia a Valencia donde embarcaron, si bien al poco de hacerlo, vientos contrarios los llevaron de nuevo a puerto. Allí fueron apresados y enviados a Toledo donde finalmente fueron procesados y quemados…”
La procesión seguía discurriendo por la Plaza, y Mateo en vano intentaba ocultar su emoción , escuchando muy atentamente a Enrique. De pronto, irrumpió en la conversación con la voz entrecortada, explicando cómo en su familia se había oído una leyenda transmitida de generación en generación:
“ Hubo en el S. XV en Toledo un curioso y acelerado Auto de Fe a un matrimonio con su hijo mayor, acusados de falsos conversos . El día señalado, frío y con fuerte aire , sobre el estrado fueron interrogados por el Obispo y el Inquisidor, en presencia del Regidor, Notarios y testigos. Luego de ser juzgados fueron condenados, y en procesión como era preceptivo y maniatados se dirigieron a la hoguera. Al pasar al lado del Obispo, éste dirigió la mirada hacía el rostro desencajado del muchacho, y acercándose a él le dijo en voz queda algo así como “ Siempre te protegerá la mirada de Dios a través de la de su Pastor “. Él, extrañado continuó en la macabra comitiva hacia el “Brasero de la Vega “ . Al pasar por la Iglesia de Santiago el Mayor , varios ladrillos se desprendieron de su cornisa, organizando el desconcierto, que aprovechó el muchacho para rajar rápidamente con uno de ellos su cuerda y salir corriendo ante la confusión. En vano fue buscado, y en el rostro de los padres camino de la ejecución se dibujó algo de alivio. Ni el viento ni el frio impidieron se llevara a cabo la ejecución de la sentencia, si bien fue parcial porque al muchacho no lo volvieron a encontrar… “
Enrique , sonriendo ante la leyenda, comentó la similitud que tendrían todos los Autos de Fe de la época. Ante la ya cercana finalización de la Procesión por la Plaza, llamó a Lucía y a los acompañantes para presentarles a Mateo antes de marcharse. Éste, expresó su agradecimiento por la amabilidad recibida , y aún afectado no pudo evitar los ojos húmedos, les dio una tarjeta que para cuando quisieran visitar la Ciudad Imperial, le llamaran. Tras un apretón de manos, se dispuso a cruzar la Plaza al término de la Presidencia procesional . El resto también se marchaba de la terraza , y con extrañeza ante la emotividad del visitante. Enrique leyó la tarjeta en la que se leía: “ Mateo Ciudad”. El toledano, al pasar tras la comitiva presidencial que daba fin a la Procesión, notó que alguien le miraba fijamente. Giró su cabeza, y vio que se trataba del Obispo D. Rafael Torija, que le sonreía.
Francisco Blanco Mena
Retazos
Como decía el filósofo y escritor francés Voltaire, «lo que llamamos casualidad no es ni puede ser sino la causa ignorada de un efecto desconocido»…….