Manuel Cabezas Velasco.- Arístides llegó a casa. Tras franquear su puerta encontró todo patas arriba. La impresión ante tal desastre le sumió en el mayor de los desconciertos, aunque entre tanta oscuridad atisbó una luz a lo lejos. Procedía de su habitación.
Todo estaba en silencio. Se acercó con calma, pausadamente, para no alertar de su presencia. De pronto, todas las luminarias del apartamento se mostraron en todo su esplendor. En ese preciso instante, el susto se lo llevó él:
– ¡¡Sorpreeeeeesaaaa!! ¡¡Felicidadesssss!! – corearon todos los presentes al unísono.
El impacto provocó que el perdiera toda su luz, su propia existencia.
Me ha impactado. Le animo a que siga cultivando el microrrelato.
Enhorabuena. Es muy difícil ‘escribir’ y ‘decir’ al mismo tiempo en pocas líneas….
Menda, Charles:
Gracias a ambos. Un placer