El acusado de matar a su mujer y su hijastra en Daimiel (Ciudad Real) en febrero de 2017 ha admitido que las mató, pero que está muy arrepentido y que todos los días lo recuerda lo sucedido, «inundando mi mente», según recoge Europa Press.
Así se ha expresado M.J.Y.M, en la segunda sesión del juicio con jurado popular que se está celebrando en la sección primera de la Audiencia Provincial de Ciudad Real y en la que solo ha accedido a contestar a las preguntas de su abogada. Un interrogatorio que ha tenido que ser interrumpido varias veces por el presidente de la sala por estar «excesivamente dirigido».
El procesado ha hecho un relato en voz muy baja y con pocas palabras corroborando lo narrado por la defensa en la sesión anterior del juicio. Ha admitido así que no tenía en mente matar a la víctimas pero que las circunstancias de los días previos, en los que su esposa lo presionaba para conseguir dinero, el maltrato psicológico al que dice que lo sometió y una discusión de la cual no recuerda el motivo, en la cocina momentos antes de coger el cuchillo, fue de detonante.
«Se me fue la cabeza», ha declarado entre balbuceos en los que ha admitido no recordar exactamente la situación, sólo que la muerte de la hijastra fue accidental y que hubo forcejeo entre él y su esposa. «Recuerdo haber pinchado a mi esposa en el pecho, salí al rellano y ya no recuerdo más hasta que llegó la Guardia Civil», ha añadido.
Asimismo, el acusado ha afirmado que no recuerda si les dio muchas puñaladas a las víctimas o pocas. «Estaba descontrolado», ha concluido.
COMPRABA «SIN SENTIDO»
Ha narrado cómo las cosas empezaron a ir mal cuando su esposa se gastó todo el dinero y ha asegurado que compraba «sin sentido», que se gastó todos sus ahorros y que pidió créditos en su nombre. De todo esto se dio cuenta, ha explicado, porque le avisó el presidente de su comunidad de vecinos porque debía varios meses y fue a preguntar al banco.
Ha aludido a su total dependencia de su hermano, que trabajaba con él y que así logró tener unos 300.000 euros de ahorro en una cuenta y cuando fue al banco ya no solo no tenía los tenía, sino que fue informado de que debía 17.000 euros en préstamos. Se lo dijo a su hermano y ha contado como éste le recomendó que se divorciara, asunto que le planteó a su esposa, produciéndose una «mala situación» al no aceptarlo.
Ha insistido en que la víctima era una compradora compulsiva, que tenía la casa llena de sus compras en tal magnitud que no podían pasar a varias habitaciones, teniendo que dormir los dos en el sofá, que se pasaba el día en el «bar y con el móvil» y que él se tenía que encargar de la nieta de ella, que tenía un año.
También ha hecho hincapié en sus problemas psicológicos y a su falta de tratamiento en el tiempo que estuvo casado con la víctima. Ha confirmado que ni tomaba la medicación, ni fue a las visitas periódicas al especialista.
El hermano del acusado ha confirmado esta historia y ha manifestado que su hermano era «un monigote». «Le sacaron el dinero», ha señalado para describir al acusado como una persona «muy corta, incapaz de decirle a una mujer nada», por lo que no creyó que se pudiera casar alguna vez.
En la actualidad, ha explicado que «está muerto en vida» en la cárcel. «Es un vegetal, solo tiene en su cabeza lo que ha hecho», ha manifestado.
«ESTA MUERTA, HE MATADO A LAS DOS, A LA MADRE Y A LA HIJA»
La vecina que abrió la puerta tras llamar la víctima en su huida también ha declarado en la jornada de este martes y ha contado como el piso, en realidad es de su hermana, y que ella estaba cuidando a su sobrina pequeña mientras su madre llevaba a la mayor al colegio.
Ha contado que había escuchado ruidos como «de esfuerzos» pero que ningún grito o conversación. «Pensé que los vecinos habrían comprado un sofá o algo de mucho peso y que estaban intentando transportarlo», ha añadido.
Cuando escuchó el timbre ha admitido que fue a abrir porque pensó que era su hermana que se le había olvidado algo y vio a la esposa apoyada en la pared. «Quería hablar pero no podía», ha apuntado, para añadir que también vio al acusado en ropa interior con un cuchillo en la mano y que no paraba de repetir: «Está muerta, las he matado a las dos, a la madre y a la hija».
Así, le guió hasta dentro de la vivienda donde pudo ver el cuerpo sin vida de la chica joven y observó que había un carro de bebe.
Ha explicado que intentó convencerle de que tirara el cuchillo o se lo entregara pero que no le hizo caso y que repetía que lo habían dejado sin dinero y se mostraba tranquilo. Ha admitido que en ese momento sintió miedo y que cerró la puerta sin llaves para proteger a su sobrina. Temía también que el acusado se autolesionase.
Finalmente, ha explicado cómo regresó su hermana y que en un momento ella se lanzó escaleras abajo, que llamaron a la Guardia Civil y pararon con ayuda de un chico que estaba en el portal de enfrente a un coche de la Policía Local que pasaba por allí.
Una versión que ha sido confirmada por la hermana y por el joven que las ayudó a avisar. Precisamente este último ha contado como acompañó al rellano a los agentes de la Guardia Civil y de la Policía Local y que el acusado en todo momento se mostró «sereno», entregó el cuchillo cuando la autoridad se lo pidió y fue esposado sin resistencia.
«LA CONVIVENCIA ERA NORMAL»
Las hijas y hermanas de las dos víctimas también han contado su versión de los hechos ante la sala. Han descrito la convivencia como «normal». Que su madre tenía ingresos, una pensión de unos 400 euros por un problema de espalda, además de lo que le pagaba una de ellas por cuidarle a su hija, mientras ella trabajaba en Albacete.
Las dos han coincidido en afirmar que el acusado dejó de trabajar tras la boda, que la relación con el hermano de él era mala. «Sólo nos hizo dos visitas, una antes de la boda, y las dos fue para lo mismo: atacar a mi madre con insultos y malas palabras», ha aseverado una de ellas.
El acusado, en la apreciación de ambas, no presentaba síntomas de ninguna anomalía psíquica, ni era una persona dependiente. Ha afirmado que la pareja iba siempre junta, que lo que gastaban lo gastaban los dos, y que las decisiones las tomaban los dos.
También han contado como su madre les había comentado que habían hablado de divorcio, que se estaba buscando un piso, y por eso estaba la vivienda llena de cajas, y no porque fuera una compradora compulsiva.