Manuel Valero.– Lo dijo Enrique Tierno Galván el viejo profesor alcalde Madrid cuyo entierro televisado tuvo horma de Nodo democrático con el pueblo en la calle y su féretro tirado por caballos bellamente enjaezados y festoneados con la elegante estampa de la muerte solemne de los personajes ilustres: los programas (electorales) están para no cumplirlos.
Con el tiempo he querido entender que lo que en realidad quería decir el político tranquilo era que la gente no se iba a detener en leer los largos prospectos de intenciones cuando en la calle soplaba ya el huracán ardiente de un tiempo nuevo. Y sin embargo, ahora, luego de décadas de historia y de experiencia, en un mundo enredado en la malla internáutica que ha creado una nueva sociología y un ciudadano virtual que más que criticar, vocifera gruesa y groseramente, en la mayoría de los casos, nunca como ahora, digo, se van a tener tan en cuenta los prospectos y el compromiso por escrito de los candidatos que opten al gobierno de la ciudad.
A escala local un programa es fácilmente digerible y un gps formal para ir anotando la derrota de la gestión pública y el grado de cumplimiento que no es otra cosa que la validez de la palabra empeñada. Así, en estas elecciones locales que se avecinan después de las generales del 28 de abril, el programa es junto al equipo que rodee a los candidatos y su equipo, el otro pilar sobre el que se asienta la solidez de una candidatura. Pero un programa no es un cúmulo de ocurrencias, una concatenación de menudillo sino los planos primordiales de un modelo de ciudad. Un programa es una declaración de intenciones y un compendio de actuaciones políticas concretas e integrales de modo que en el plazo de cuatro años los efectos benefactores, o no, se hagan evidentes.
Cada ciudad tiene sus características. Puertollano por su perfil industrial no tiene más remedio que seguir esa inercia, diversificada, para mantener vivo el tejido que ha mantenido vida esta ciudad desde la aparición del carbón. Con sus altibajos. Y como una ciudad es primero los ciudadanos y luego un buen gobierno no cabe duda que éste se sustenta tanto en el valor y capacidad de los candidatos como en el contrato con que unen su compromiso con la voluntad de los electores y su empeño en cumplirlo sin notarios ni gaitas.
Un programa diseña la ciudad creando expectativas nuevas, eliminando trampantojos, potenciando lo bueno, estimulando la asertividad ciudadana, vigilando el buen funcionamiento de los aspectos más fungibles y siempre desde el pragmatismo y los medios con que se cuenta. No basta con prometer más limpieza, mejor tráfico, buena señalización horizontal de calle, más seguridad, más empleo, mejor calidad medioambiental, mejores comunicaciones, más inmersión en nuevos nichos de autoempleo en el campo de las nuevas tecnologías, etc, si los que firman ese programa no explican cómo, cuándo y de dónde van a sacar los recursos.
Un programa no es una relación de actuaciones aisladas sino una visión global de la ciudad posible y mejor en el que cabe el arreglo inmediato de una baldosa deteriorada, una actividad cultural competente y una gestión minuciosa de los caudales públicos. Un Ayuntamiento no es una empresa que da empleo aunque en ocasiones y como una actuación de choque implemente dinero para planes de empleo. Tampoco es una ong que socorre y subvenciona sin ton ni son aunque acentúe las políticas sociales dentro de su ámbito y competencias . Ambas cosas planes de empleo y subvenciones son necesarias si existe un control previo y una justificación de la evidencia de la necesidad de dinero público para llevar a efecto un proyecto público o privado. En definitiva, un Ayuntamiento no es el lugar al que vamos a exigir lo mío, sino lo nuestro, lo de todos.
Por eso todas aquellas personas que se las verán democráticamente en mayo para pedirnos el voto tendrán que afinar bien en la elaboración del programa, sin proyectos megalómanos captavotos ni temeridades sin fundamento.
Un equipo de gobierno se enfrenta a la administración de la ciudad sobre un presupuesto y unas cuentas. La tesorería municipal se nutre de sus propios ingresos y de las aportaciones de la Junta, el Estado y la UE y ese punto de partida es crucial para elaborar las líneas maestras de un programa con la palabra dada para llevarlo a cabo. Credibilidad, compromiso, trabajo, pragmatismo con un punto de osadía son ingredientes necesarios para un programa que esta vez sí va a ser tenido en cuenta por los electores. Ninguna buena gestión es posible sin recursos. Si hay más actividad económica se genera más población, más riqueza y más tributos; si hay buena ciudadanía se ahorra en limpieza. Así de simple.
Las nuevas tecnologías han creado un modelo nuevo de participación ciudadana y aparentemente una democracia más escrutadora y punitiva. Pero de lo virtual a lo real va un trecho. Uno, como vecino de esta ciudad prefiere un equipo de gobierno honesto, capaz, coherente que vaya alisando el camino para un nuevo rostro de ciudad, desde el lustre de sus calles a la dinámica económica. Mucha gente me soltaba eso tan recurrente de que era el pueblo de las dos mentiras cuando les decía que era de Puertollano. Pues es verdad, les solia contestar, solo tenemos dos mentiras. ¿Te has preguntado cuantas hay en tu ciudad? Y me dejaban en paz. Pues eso, ni una ni dos ni ciento. No conviene regodearse en las heridas sino en tratar de optimizar el futuro de la mejor manera posible. Y la que se me ocurre es que llegado el momento y conozcamos equipos y programas votemos lo que consideremos mejor para todos.
Manuel, yo de Puertollano sé lo justo pero suficiente.
No coincido contigo en que lo que une antetodo a elector y electo es una especie de contrato social. No me creo esa pantomima de Rousseau, que en su vida privada era un gran hijo de perra.
Es todo mucho más primario, emocional, racional, intelectual, interesado y egoísta, todo un conjunto de razones, lo que une a elector y elegido.
Por eso tengo una cosa bien clara, que los programas (la palabrería) no tienen tanta importancia como los hechos.
Por eso, como los estadounidenses, antepongo al programa, el mecanismo de contrapoderes.
No hay más ni mejor programa local que optimizar los servicios, reducir los costes de gestión y gastar tan bien que se pueda incluso reducir los impuestos.
Porque te digo, tenemos a tal calaña en política, que cuanto menos dinero tengan para disponer y más control de todo tipo tenga, para todos mejor.
Y esa es suficiente exigencia para echar a un régimen tan corrupto como el PSOE de Puertollano.
Décadas sistemáticas de corrupción envilecen hasta al último de los vecinos, que acaba asumiendo que ese es el estado natural de la política…y de la vida.
Y ese es el problema que encuentro yo en Puertollano…que el envilecimiento llega a ser tan epidémico, que más que una ciudad industrialmente poderosa en el corazón de España, parece un pueblo del Far West donde no impera la ley.
Qué a quién hay que elegir??
Al mejor sheriff.
Al que coja el toro por los cuernos.
Porque a unos pocos kilómetros al sur de Puertollano, ya se está viendo que el cambio no está conduciendo precisamente a más cambio que el de puestos.
Y sí, soy facha porque soy realista.
No hay nada ya de lo humano que me sea ajeno.
Al que detenta el poder hay que sujetarle de los cataplines, porque tentable es como cualquier ser humano.
O sea, natural candidato a ser un corrupto.
Tú mismo
Y la experiencia…con la que contamos todos.
Nuestra democracia ha dejado de ser adolescente. Ha entrado en la madurez con lo que ello implica.
Manuel Valero, ciudadano virtual?, a quien te refieres jajajaj
En este momento los dos somos virtuales pero tu mismo más que yo porque no se quien eres, corazon
A parte de no agradar me esos apelativos tan cariñosos,ahora mismo yo no, en este caso ambos,al responderme te conviertes en otro, me refiero al tema del que hablas no será que te refieres a vecinos de Puertollano?,o al señor Antonio Delgado, que es lo mismo. Saludos paisano
En este caso no, yo mismo o sea… tu mismo sino a la rabiosa red. Cuando me quiera referir a él, lo haré, educadamente… pero lo haré sin rodeos y con mi firma, mon ami.
Me ha alegrado mucho tu texto. Hay que ir al programa. Porque no se vota una cara bonita. Se vota un proyecto que ayude a poder seguir viviendo con dignidad y a no retroceder.
Quien vote por otras cosas, estando en todo su derecho, poco o flaco favor le hace a la convivencia.
Sólo el pensamiento único al final logra la convivencia.
Las diferencias en las urnas o en los Tribunales.
Y así ha sido siempre en una Democracia.
Construir programas electorales útiles, veraces y cercanos al ciudadano es una medida de rescate de unos valores democráticos que parecen olvidados. Y después ya solo resta elegir el que consideremos màs útil, màs veraz y màs cercano……
Cuando nos venden los programas ocultandonos la verdadera naturaleza de las personas que pretenden llevarlo a cabo…
Nos dan gato por liebre.
Y es por eso, que desde el PSOE suplicais no mezclar a Page con Sánchez.
A la hora de la verdad…la persona es lo que importa.