Manuel Cabezas Velasco.- Finalizando el pasado año asomaban los primeros rigores del invierno en un mes de noviembre. De él cabría recordar algunas efemérides reseñables. Así, acontecía un año de 1875 cómo una bula papal autentificaría la anterior creación de aquel otrora Priorato u Obispado de las Órdenes Militares que tuvo por sede Ciudad Real. Igualmente, un siglo atrás, en el XVIII, había nacido Diego María Serapio Medrano y Treviño, militar y político liberal. Y, hace poco más de una década, fallecía el pintor español Agustín Úbeda.
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Difíciles de olvidar fueron los últimos aconteceres del pasado año – sin olvidar los más recientes en días precedentes –, mas igual de convulsos años ha lo habían sido en la decimonónica centuria a lo largo y ancho del territorio peninsular, muy especialmente en algunos aspectos para el mundo eclesiástico.
Así, a las Órdenes Militares no sólo se les privó de su función militar a lo largo del Antiguo Régimen, sino que ya bien entrado el siglo XIX su riqueza territorial sería objeto de desamortizaciones, quedando relegadas a una mera función social, esto es, teniendo un carácter más bien honorífico. Dicho carácter representativo ya venía de lejos, pues tras obtener Fernando el Católico los mayorazgos de estas, en 1489 se constituyó un Consejo para su gestión. Y en 1523 adquiriría forma siendo nombrado Gran Maestre de estas el emperador Carlos V y su representación había quedado encuadrada dentro del conocido como Consejo de Órdenes.
Transcurrieron los siglos y alcanzamos el último cuarto del siglo XIX en relación con Ciudad Real. ¿Por qué motivo y en esta fecha?
Sucedía que a comienzos del siglo XIX en el ámbito eclesiástico existían ciertos conflictos jurisdiccionales que había que corregir, y, según nos señala ECHEVERRÍA [1], “presentaba España, al comenzar el siglo XIX, una de las más abigarradas divisiones territoriales eclesiásticas que imaginarse pueda. Junto a las diócesis regularmente constituidas existían una multitud de prelaturas nullius y jurisdicciones exentas <sin siquiera continuidad territorial, algunas de ellas sin otra razón, sino que el valido de un monarca no fuera menos que el del Rey anterior, que había eximido a sus vasallos del prelado diocesano…” Específicamente, el autor nos señala que “además del Obispado de Uclés (de la Orden de Santiago) <existían en la Orden de Santiago las Vicarías vere nullius de Villanueva de los Infantes, Jerez de los Caballeros, Yeste, Caravaca, Segura de la Sierra, Beas de Segura, Totana y Barruecopardo; en la de Calatrava, su Gran Prior Mitrado y la Vicaría de Marcos; en la de Alcántara, el Gran Prior de ese título, el Gran Prior de Magacela, y los priores de Zalamea y Rollán; en la de Montesa, su Gobernador Eclesiástico; cada uno con su jurisdicción especial, aunque con cierta dependencia del Consejo de las Órdenes>” [2]
Los años de negociaciones se sucederían en la primera mitad del siglo XIX, quedando cristalizado el cambio con motivo de la firma del Concordato que el Estado Español realizará con la Santa Sede el 16 de marzo de 1851. Como fruto de este nacería el Priorato u Obispado de las Órdenes Militares con sede en Ciudad Real, pues así lo establecía su artículo 11:
“Cesarán también todas las jurisdicciones privilegiadas y exentas, cualesquiera que fuera su clase y denominación, inclusa la de San Juan de Jerusalén. Sus actuales territorios se reunirán á las respectivas diócesis en la nueva demarcación que se hará de ellas según el art. 7.º, salvas las exenciones siguientes:
1.ª La del Pro-Capellán mayor de S.M.
2.ª La Castrense.
3.ª La de las cuatro Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa, en los términos prefijados en el art. 9.º de este Concordato.
4.ª La de los Prelados regulares.
5.ª La del Nuncio apostólico, pro tempore, en la iglesia y hospital de italianos de esta corte.
Se conservarán también las facultades especiales que corresponden á la Comisaría general de Cruzada en cosas de su cargo, en virtud del Breve de delegación y otras disposiciones apostólicas” [3]
Sin embargo, los problemas parecieron agravarse pues lo que se suponía una diócesis a nivel provincial no concordaba con la misma, sino que más bien constituía lo que se conoció como un “coto redondo”, es decir, retornar a algo parecía a lo que regían las Órdenes tiempo atrás. Por ello, se hizo necesaria una nueva reforma para dicho Priorato.
Con este objeto y para solucionar el problema, según nos señala José Jimeno Coronado:
“…agravado por las medidas unilaterales tomadas por el Gobierno, contrarias a la bula <Quo Gravius>, y se llegó al acuerdo que plasma la bula <Ad Apostolicam> de 18 de noviembre de 1875, fundadora del Obispado – Priorato. La bula:
- Deroga la obligación de crear la Diócesis de Ciudad Real.
- En su lugar se establece en la provincia de Ciudad Real el coto redondo de las Órdenes Militares, con el nombre de Priorato.
- Este territorio eclesiástico es gobernado por un Prior, que nombre el Rey y lo presenta al Papa para que lo nombre Obispo, con el título de Dora, siendo el territorio <nullius dioeceseos>, es decir, totalmente exento y sujeto inmediatamente a la Santa Sede.
- El Rey, que ejerce la jurisdicción a través del Prior – Obispo, aprueba el nombramiento del Vicario General, que gobernará durante la sede vacante, sin que haya lugar a designación de un Vicario Capitular.
- El Rey nombra también a los canónigos, beneficiados, curas, etc. que pueden ser sacerdotes no pertenecientes a las Órdenes Militares, pero que deberán ingresar en ellas, lo mismo que el Obispo.
- Tribunal de apelación será el de las Órdenes Militares.” [4]
Rondaba pues aquel año de 1875 cuando ese 18 de noviembre una iglesia parroquial pasaría a convertirse en Santa Iglesia Basílica Prioral. Aquel templo era el de Santa María del Prado de Ciudad Real, actual Catedral de la ciudad.
Tal y como señalaba Isidoro VILLALOBOS RACIONERO, en un escudo de la capital provincial había quedado reseñado tan magno acontecimiento, quedando referido de la siguiente guisa:
“… el cartel rectangular —también de plata, perfilado de oro— en que se apoya el escudo municipal contiene este texto: «En el Glorioso Reinado de Alfonso XII por la Bula Ad Apos / tolicam del Papa Pío IX fecha 18 de Noviembre de 1875 fue erigida la Prov. de Ciudad Real en Obispado / Priorato de las Órdenes Militares siéndolo Canónicamente en Santa María del Prado el 4 de Junio de 1876 / por el Exmo. Sor. Cardenal Arzobispo de Toledo. El 17 de Junio de 1877 hizo su entrada solemne en Ciudad / Real el Exmo. e Ilmo. Sor. D. Victoriano Guisasola Primer Obispo-Prior que tomó posesión, por poderes, el 27 de / Mayo anterior y el 28 el muy Ilustre Sor. Apoderado entregó al Ilmo. Ayuntamiento la Bula dirigida / al Pueblo por Su Santidad. El Ilustre Ayuntamiento compuesto de los señores inscritos acordó conmemorar tan fausto suceso consignando / en este cuadro las fechas para conocimiento de las generaciones venideras». Una vez la Corporación municipal ciudarrealeña recibió el cuadro al óleo que acabamos de describir detalladamente, en sesión ordinaria de 28 de diciembre acordaba abonar 750 pesetas a su autor don José Álvarez de la Escosura, a quien se lo había encargado; al tiempo que decidía adquirir un marco de media caña dorada para dicho cuadro.” [5]. Este mismo autor señala que “en el frontis del Salón de Sesiones de este – Salón de Plenos del Consistorio municipal – volvió a colocarse el cuadro al óleo que, pintado por don José Álvarez de la Escosura en 1878, el Ayuntamiento de Ciudad Real le había encargado para conmemorar la creación del Obispado-Priorato de las cuatro Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa”. [6]
Tal mejora vino como consecuencia de erigirse canónicamente el Obispado Priorato de las Órdenes Militares, que sería refrendado en la citada fecha por una bula papal de Pío IX conocida como “Ad Apostolicam”, cuya vigencia se prolongaría por espacio de casi un siglo hasta 1980 en que fuese derogada por una bula de Juan Pablo II, tal como señala TOMÁS G. BARBERENA de la siguiente manera:
“Por la bula del Papa Juan Pablo II Episcopus titulo Doritanus de 4 febrero 1980 que sustituye y anula la bula Ad Apostolicam de Pío IX de 18 noviembre 1875, el Priorato de las Ordenes Militares, cuyo territorio coincidía con la provincia civil de Ciudad Real, queda convertido en diócesis de Ciudad Real con el mismo territorio, el mismo obispo, las mismas personas, las mismas instituciones. La erección se hace a propuesta del Prelado Cluniense con el consentimiento de la conferencia de Obispos españoles, el del Nuncio Apostólico y el de quienes tengan o puedan tener interés en el asunto. La nueva diócesis es sufragánea de la de Toledo. Se explicita que el régimen de la nueva diócesis sede vacante es el previsto en la ley (derogando el régimen de la bula Ad Apostolicam según el cual, sede vacante administra el Priorato con plenos poderes el Vicario General del obispo anterior). El obispo de Ciudad Real, al menos el actual, conserva el título de Prior <historicam ob causam>. Una erección de diócesis, en sí misma, no pasa de ser una noticia que no reclama comentario. En cambio cabe glosar la situación anterior desde la cual un territorio ha pasado a ser diócesis.” [7]
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Convulso fue el año de 1784 pues inicióse ya con la ratificación de la independencia de Estados Unidos en el mes de enero mediante el Tratado de París o la anterior anexión rusa de Crimea por el Tratado de Constantinopla.
En aquellos tiempos pretéritos que precedieron a la cercana y posterior Revolución francesa, nacía en la localidad de Ciudad Real nuestro personaje de hoy un 13 de noviembre, siendo dos días más tarde bautizado con el nombre de Diego María Serapio en la iglesia parroquial de Santa María del Prado. Sus ascendientes eran, por parte de padre, la familia Medrano originaria de Soria siendo su padre el coronel almagreño del Regimiento Provincial de Milicias José de Medrano y Monroy y su abuelo paterno el también coronel Francisco de Medrano y León. Ya desde el siglo XVII los Medrano se encontraban emparentados con la almagreña casa de Zúñiga y Oviedo, en cuya ciudad se residirían hasta que el citado José de Medrano contrajese matrimonio con Isabel Treviño y Treviño, señora de Valdarachas y dueña del inmueble conocido como “Casa de las Cabezas”, el actual Palacio de Medrano de la calle de la Paloma. Tuvo además otros cuatro hermanos. Su nombre era el de Diego Medrano y Treviño.
La familia, con varios hombres de armas entre sus miembros, encauzó la vida del propio Diego Medrano: sería, pues, militar, iniciándose en dicho mundo en plena Guerra de la Independencia contra la invasión napoleónica.
Corría el mismísimo año de 1808 cuando iniciábase como cadete un 1 de septiembre, alcanzando en su hoja de servicios el grado de Teniente Coronel del Real Cuerpo de Artillería en el año de 1819.
Su rápido ascenso en poco más de una década obedece a las circunstancias bélicas que asolan el suelo patrio. Napoleón continuaba con su expansión dentro del continente europeo y puso por entonces sus miras en el territorio español.
Tras permanecer en tierras de Ciudad Real y de Cuenca, Diego Medrano en mayo de 1809 se embarcará, ya como subteniente, en Cartagena, con destino a Cádiz, donde llegaría a ser nombrado Ayudante de Campo de la División del Ejército del Centro, participando en la batalla de Ocaña y en la de Villa Manrique.
Al año siguiente, 1810, se encontraría en el ataque de Sierra Morena, y posteriormente en la ciudad de Niebla y en la defensa de Moguer.
Cuando llega el año de 1811 participará en la batalla de Chiclana y en los campos de Torre Bermeja, ascendiendo hasta el grado de capitán. Engrosará por entonces el Ejército de Reserva de Andalucía, al que es destinado el 1 de noviembre de 1812.
Por entonces iniciará un recorrido de sur a norte, distinguiéndose en la toma del castillo de Pancorbo, en Burgos, en el bloqueo de Pamplona y en la defensa de Villava, siendo elogiado por el General en Jefe.
Con sus baterías asistirá propiciando la derrota del general francés Soult, que se vería obligado a cruzar el Bidasoa. Posteriormente se convertiría en Ayudante al Estado Mayor del Duque de Ciudad Rodrigo, con el que llegaría a ocupar el Rosellón hasta su regreso a España y finalización de la campaña.
En el siglo XIX, era muy frecuente que muchos miembros del ejército pusiesen sus miras en el mundo de la política. Diego Medrano y Treviño no sería una excepción.
Así cuando en la década de 1820 se inicia el Trienio Liberal, el nacido en Ciudad Real se convertiría en Diputado a Cortes por la entonces provincia de La Mancha desde 1820 a 1822, llegando incluso a ser Ministro de la Gobernación en esta última fecha, y siendo senador de la provincia de Castellón y Jaén entre 1822 y 1823. Por entonces, aún no había alcanzado los cuarenta años de edad.
Sin embargo, el año de 1823 dio un giro a su vida, pues siendo fiel defensor de las ideas liberales pondría en riesgo su propia existencia al enfrentarse a las tropas reales de los Cien Mil Hijos de San Luis. Este hecho no evitaría la deshonra y condena al ostracismo al que se vio sujeto en el terreno militar, comenzando una etapa más personal en la que su introspección le conduce a la reflexión en cuestiones políticas, técnicas y socioeconómicas. Fruto de aquello será la organización y ordenación del archivo familiar, la redacción de diversas monografías de contenido geográfico, técnico y socioeconómico, el diseño de varios árboles genealógicos de su ilustre familia y, sobre todo, la reflexión en cuanto a sus convicciones y proyectos políticos futuros, teniendo como meta la mejora de aquella España socialmente subdesarrollada y socio – políticamente decadente.
Casi mediando entonces la década de 1830, más concretamente el año de 1834, se dio la muerte del rey Fernando VII. Pudo entonces Diego Medrano regresar de nuevo a la política, convirtiéndose en Procurador en Cortes de la ya denominada provincia de Ciudad Real, junto con paisanos como José Vicente Baillo, Rafael Cavanillas, Ramón Giraldo y el Marqués de Monte Nuevo. Así nuevamente se convertiría en una figura importante dentro de los liberales, aunque debido a tu etapa de introspección estaba más preocupado por los problemas económicos y financieros de aquella España tan tumultuosa. Sería fruto de aquel momento que se convirtiera en promotor y fundador de las Sociedades Económicas de Amigos del País (SEAP’s), creando en este año la de Ciudad Real.
Llegó en aquel momento un año crucial, 1835, en el que además de ser nombrado vicepresidente del Estamento de Próceres, se convertiría en Ministro de Interior, adoptando la primera disposición española sobre Cajas de Ahorros mediante la Real Orden de 3 de abril, siendo la de Madrid erigida en 1838. Su fundamentación vendría dada de las ya recién creadas Cajas de Ahorros inglesas a principios del siglo XIX, tan bien conocidas por los españoles liberales de la Regencia de María Cristina, como era el caso de Diego Medrano y Treviño.
Así pues, su etapa de regreso a su localidad natal había provocado la germinación no sólo de las Cajas de Ahorros sino que igualmente ejercería como gobernador civil de Ciudad Real y entraría en contacto con las SEAP’s.
En suma, el proyecto socioeconómico de Diego Medrano se fundamentaría en varios aspectos capitales:
- El fin de la creación de las Cajas conllevaría el fomento del espíritu de ahorro en las clases populares.
- Dicho ahorro y las Cajas serían los medios para integrar al hombre en la sociedad impidiendo su exclusión o marginación.
- La usura debería ser el enemigo por eliminar por parte de las Cajas, siendo su ejercicio duramente combatido.
- Los recursos captados deberían destinarse a inversiones en lo privado y en tareas públicas sólo en el caso de constituir “el asilo seguro y ventajoso de los ahorros del pobre”.
- La administración de esos recursos debería hacerse por personas dotadas del espíritu de filantropía; que fuesen capaces de “obtener un rédito proporcionado” y que atendiesen, además, a la seguridad de los depósitos recibidos. Este hecho, a buen seguro, obligaría a que los miembros de las cajas en muchas ocasiones estuviesen integrados por el espíritu de las SEAP’s. (¡Cómo cambió aquel espíritu transcurrido siglo y medio!)
Ejemplo de su actividad y vinculación con las SEAP’s sería la redacción de algunas monografías que, a modo de ensayo, se concretarían en aspectos económicos, técnicos y morales de Ciudad Real, siendo dedicada a la SEAP de esta provincia la editada el 30 de abril de 1841. Bajo el nombre de “Consideraciones sobre el estado económico, moral y político de la provincia de Ciudad Real, dedicadas a la Sociedad Económica de Amigos del País de la misma provincia, en 30 de abril de 1841”, se mostrarían las carencias de dicha demarcación territorial y, por extensión, de todo el país. Como muestras de ello podríamos citar:
- Para la cuestión agrícola:
“Causas del mal estado de la agricultura en la provincia
Sería interminable este escrito si en él se hubiese de hacer mención de todos los elementos, accidentes y circunstancias que presentan la provincia de Ciudad Real como susceptible de mejoras sin cuento y de posibilidad de llegar á un grado de fomento y de prosperidad envidiable; pero bastan las indicaciones que preceden y la ilustración que recibirán después para convencerse de que es absolutamente equivocada la idea de esterilidad que se atribuye á este país…” [8]
- En el ámbito de la educación:
“Estado lastimoso de la instrucción pública en esta provincia
La curación más eficaz de tan acervos males, consiste en adoptar los medios más adecuados y seguros de mejorar la educación del pueblo, proporcionándole la instrucción conveniente y conforme á las diferentes condiciones de las clases que han de recibirla. Tanto en lo moral como en lo físico, el primer paso para remediar los males es el de conocer su intensidad, y es preciso no disimularlo; la instrucción pública en este desgraciado país se ha visto desde muy antiguo en el mayor abandono: los esfuerzos hechos últimamente no son ni con mucho los bastantes para obtener el resultado favorable á que debe aspirarse, y ni aun pueden empezar todavía a producir sus efectos, porque la misma naturaleza de estos lleva consigo la lentitud.” [9]
- En el caso de la industria:
“Estado de nulidad de la industria fabril
No es menos lastimoso el estado de la industria fabril en este país: las causas generales que han influido en la decadencia ó pocos progresos de este ramo en otras provincias mejor situadas y mas favorecidas, no han podido menos de obrar de una manera mas eficaz y absoluta en un país interior que carece de estímulos, de comunicaciones, de medios de trasporte, de conocimientos, y de cuanto es necesario para crear y fomentar la riqueza pública en este sentido; pero cuenta que en este atraso, única y exclusivamente producido por causas generales, no tienen parte algunas obstáculos insuperables que podrían presentar la naturaleza del país ó el carácter de los habitantes: aquel reúne todas las circunstancias que pueden ser necesarias para el desenvolvimiento de la industria mas perfecta, y estos dan pocas señales evidentes de su disposición para el mismo fin.
La naturaleza abandonada á sí misma sigue siempre física y moralmente un orden que los sabios y los hombres observadores de todos los tiempos jamás han despreciado para dirigirla ó perfeccionarla en sus producciones espontáneas, ó para arrancarle los secretos admirables de aplicaciones las más fecundas y beneficiosas á la humanidad” [10]
- O poniendo un ejemplo más cercano y descriptivo para el caso de los regadíos:
“¿No se vé encharcado el Jigüela en las inmediaciones de Villarta formando aun en la estación de mas calor sobre la carretera de Andalucía una gran laguna que hizo necesaria la construcción de un largo puente que provisionalmente sirve, mientras se concluye el comenzado hace unos años y que probablemente no se concluirá en otros tantos?” [11]
La relevancia de la tardía SEAP fundada en Ciudad Real, aunque trató de solucionar los diversos problemas existentes, mediante la creación de regadíos, aprovechamiento de aguas subterráneas, revitalización de los pósitos y préstamos en metálico, según nos indica Manuel Espadas Burgos:
“… si en algún ámbito de los propuestos tuvo la Sociedad Económica un cierto éxito fue en el educativo. Puesto que, según el mismo testimonio de Medrano, su opinión pesó a la hora de crear un centro de enseñanza, el Instituto establecido en 1843, durante la Regencia de Espartero, también hijo de la provincia. La Sociedad Económica, junto con el Ayuntamiento y otros particulares, insistieron en su fundación. Algo era y de no poca importancia para el futuro cultural de la ciudad y de la región. La misma existencia de la Sociedad, tras los inconvenientes que contó su nacimiento y el haber contribuido a la elevación cultural justificarían los desvelos de quienes la fundaron. Y, desde luego, a uno de ellos, don Diego de Medrano, se le podría aplicar el honroso calificativo de <noble patricio> con que el primero que lanzó la idea, el cura párroco Núñez de Arenas, premiaba a los que colaboraran a <despertar a Ciudad Real del letargo que venía padeciendo>” [12]
Cuando llegó el 2 de julio de 1853, a Diego Medrano y Treviño le sobrevino la muerte a causa de un ataque cerebral con apenas sesenta y ocho años de edad. Fue enterrado en el panteón familiar, y al fallecer en soltería legó sus pertenencias a sus hermanos Francisco y Lorenzo.
La semblanza de este prohombre, sin embargo, podría describirse en función de las simpatías y antipatías que despertó.
Entre las primeras estarían las reseñadas por su amigo el crítico literario Antonio Ferrer del Río – según nos señala Ángel Valero Romera de la obra “Historia del reinado de Carlos III en España” – así lo recoge:
“En la reseña de los bustos existentes en la Biblioteca del Senado, se lee, entre otras muy juiciosas calificaciones, esta, con alusión á Carlos III: “Supo granjearse dentro y fuera de España el honroso título de hombre de bien, ofreciendo una prueba manifiesta de que no es tan difícil, como vulgarmente se piensa, hermanar la moral política con la religiosa”. Esta reseña es obra del difunto senador D. Diego Medrano, varón en quien andaban en competencia la instrucción no comun, el juicio sólido y la sin par modestia. Su fallecimiento, acaecido en el verano de 1853, me ha privado de un grande amigo y de un censor ingenuo. Toda la presente historia había de pasar por el crisol de su crítica atinada, y solamente pudo ver la Introducción de ella; debiendo asegurar que adopté sin reparo unas cuantas observaciones me hizo. ¡Tanta fe tenía yo en sus luces y en sus aciertos!” [13]
Continuaba el señor Romera refiriéndose a quien no trataba de forma tan amistosa a Diego Medrano. Referíase que “su enemigo progresista el conquense Fermín Caballero por el contrario lo describió avinagradamente” [14], siendo su semblanza publicada en la obra “Galería de los Procuradores de las Cortes de 1834 a 1836”, Madrid, 1836, p. 10, de la siguiente guisa:
“Este manchego desmiente la Mancha, porque guarda su puesto sin ser linchado y es sobradamente ladino por encubrir el estambre. Es orador lunático, que unas veces habla mal y otras medianamente. Su constancia en apadrinar a los del Banco Azul le metió de patitas en él sin saber leer ni escribir; y aunque duró poco en la poltrona cayó en colchón de pluma, cogiendo el beneficio simple del Consejo Real, por lo que no debe pesarle su política de mañitas. Es pequeño, aseado en el traje, modoso y remirado en acciones y palabras. Obra como militar y político experimentado en lides y como quien ha vegetado los diez años en el rincón de Ciudad Real a salto de mata y brujuleando su soltería. Siendo Vicepresidente (del Estamento de Próceres) se condujo con imparcialidad; puso a los Procuradores a toque de campana gruesa y si se descuidan los Diputados los pone también a lista”. [15]
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Hace ya más de once años que una dolencia real segó la vida de un pintor herenciano que había nacido el 1 de diciembre de 1925. Hablamos en este caso de Agustín Úbeda Romero, cuya existencia se prolongó hasta el 27 de noviembre del año 2007.
Cuando apenas contaba las primeras dos décadas de vida (aún tenía 19 años), encaminó su formación artística hacia la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, llegando a ser discípulo de Pintores como Daniel Vázquez Díaz, Eugenio Hermoso y Joaquín Valverde Lasarte. Dicha formación se vería coronada en 1948 con el título de profesor de dibujo.
Como pintor inició su andadura en el Casino de Alcázar de San Juan allá por 1949, realizando su primera exposición personal en la Galería Sagra de Madrid en 1952.
Al año siguiente recibiría una beca del Instituto Francés que le llevaría a París, ciudad en la que prolongaría su estancia durante las dos siguientes décadas.
En su etapa parisina obtendría sucesivamente en los años 1956 y 1957 los premios del “Certamen de la Jeune Peinture Française” creado por la galería parisina Drouant – David, terminando años más tarde por exponer regularmente allí su obra, al igual que en sus inicios se había encontrado con las obras de pintores como Maurice Boitel o Bernard Buffet. Ya por entonces estaba integrado dentro de la Escuela de París.
Era el año de 1954 y no sólo sería premiado por la citada Galería sino que, en ese mismo año, recibirá el diploma de honor en la “Seven Annual Art Exhibition” de Manila. Y, más adelante, recibiría una beca de estudios sobre el Arte Romano en España de la Fundación Juan March, además de la Medalla de Bronce en las “Florailes Internationales” de París de 1959.
A su etapa juvenil influenciada por los maestros Daniel Vázquez Díaz y Benjamín Palencia le sucedería después el barroquismo poético y expresionista que recibía las influencias de autores de gran renombre como Marc Chagall o el mismísimo Pablo Picasso.
Estrenando la década de los sesenta, su presencia con exposiciones en su país natal se hizo muy presente. Así, en 1960 recibiría el Primer Premio “Molino de Oro” en la XXI Exposición Manchega de Valdepeñas; en 1963 recibiría la Medalla de Bronce de la Vª Bienal de Alejandría en Egipto; en 1964 una nueva beca de la Fundación Juan March; en 1966 el Premio de Bellas Artes de la VI Exposición Nacional de Valdepeñas; al año siguiente le otorgarían el Primer Premio “Pámpano de Oro” de la VII Exposición Nacional de Valdepeñas; en 1968 obtendría Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid, y en 1969 recibiría sendos Primeros Premios en el I Salón Nacional de Artes Plásticas de Valdepeñas (Medalla de Oro) y el XVIII Salón Nacional de Grabado y la Litografía de Madrid (Medalla de Honor).
Comenzó la década de los 70, y casi mediándola dio por finalizada su etapa parisina, regresando como Catedrático – Profesor de pintura – a la hoy Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, en 1974. Ya por entonces su proyección internacional era patente, pues en dicha década fueron numerosas sus exposiciones individuales no ya sólo en suelo patrio (Galería Kreisler de Madrid en diversas ocasiones o en Concurso Nacional Repesa, la Sala Monzón o la Galería Estudio Cid en dicha localidad, entre otros; Barcelona, Santander, Vigo, Almagro, Burgos, Toledo o Alicante, o incluso alguna itinerante por España) sino también mucho más lejos como fueron las siguientes:
- En septiembre de 1970, “Paintings” en la Gallery Grawford, Houston, Texas, USA; en el Salon “Terres latines” de París; o la Exposición itinerante “Los jóvenes pintores franceses” en Takasinaga, Tokio, Japón. Exponiendo al mes siguiente en la “Librería Hispánica del Rockefeller Center”, en New York, USA.
- En marzo de 1974, “Arte Español de hoy” tanto en el Real Museo de Bruselas como en el Hans der Kunst, en Munich, Alemania.
- En septiembre de 1975, en la Exposición de “Distinguidos Pintores Españoles Contemporáneos” de Japón.
- E incluso en 1976 obtendría el Primer Premio “Doménico Greco” en la Bienal de Toledo.
En aquel momento su proyección internacional vino de la mano de las exposiciones que llevó a cabo en la galería Biosca, encontrando su acogida en el mercado estadounidense, que por entonces se había convertido en el nuevo epicentro del arte contemporáneo.
Continuaba creciendo su obra y su proyección a lo largo de la década siguiente, no sólo recibiendo diversos premios sino también participando en numerosísimas exposiciones.
Así, entre los primeros cabrían destacarse los Primeros Premios obtenidos en el XII Salón Nacional de Artes Plásticas de Valdepeñas (1980), BMW de Pintura de Madrid (1987) o Adaja de Pintura de Ávila (1988), los Primeros Grandes Premios Duques de Alba en el “Centenario del Círculo de Bellas Artes” de Madrid (1980) o de la VIII Bienal Extremeña de Badajoz (1981), hasta exponer al final de la década en la Galería Alfama (“Artistas Espanhóis Contemporáneos”, 1989).
En el ámbito docente, a lo largo del citado decenio, el pintor Agustín Úbeda obtuvo la titularidad como Doctor de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad alcalaína, siendo profesor de pintura en la misma, y en la década siguiente llegó a ser Profesor Emérito de la citada Universidad en los años 1992 a 1998 y Miembro de Número de la Real Academia de Doctores de España desde 1997.
Las numerosas exposiciones en las que participó Agustín Úbeda le llevaron no sólo a diversas ciudades españolas (Ciudad Real inclusive como fue con motivo de la exposición itinerante de marzo de 1986 en el Museo Provincial de Ciudad Real con el título de “Realismo y Figuración de la Mancha”), así como en otras de Francia, Suiza o Estados Unidos.
En la década de los 90, junto a pintores como Luis García – Ochoa Ibáñez o Antonio Guijarro, participó en 1992 en la exposición colectiva “Diez maestros del expresionismo figurativo en España”, realizada en la Galería de Arte Orfila de Madrid. Individualmente realizaría una retrospectiva en 1998 donde abarcaba su creación artística desde 1944 hasta 1988 que fue acogida en el Centro Cultural de la Villa de Madrid. En dicho año expondría igualmente en la Caja de San Fernando de Sevilla una muestra antológica de 35 pinturas donde mostraba lo más representativo de su temática más recurrente: desnudo femenino, bodegones y paisajes.
En suma, la obra de Agustín Úbeda se encuentra en la actualidad muy repartida a lo largo y ancho de unos setenta museos europeos y americanos, pudiéndose citar entre ellos:
- En España: el Museo Nacional de Arte Contemporáneo de Madrid, el de Bellas Artes de Jaén, el de Arte Moderno de Valdepeñas, el Municipal de Toledo, el Camón Aznar de Zaragoza, el de Grabado Español Contemporáneo de Marbella o el Provincial de Ciudad Real.
- Y en el extranjero: el Musée de la Ville de Gèneve, el Musée d’Art MOderne de la Ville de Paris, el Lycée Sophie Germain de Paris, o los norteamericanos de Nuevo México, San Diego, Phoenix, el Lowe Art Museum de Miami o el Evansville Museum of Arts, History and Science de Indiana, entre otros.
Artísticamente hablando y recurriendo a las palabras de Enrique PEDRERO, hacemos la siguiente reseña artística sobre este autor:
“Su pintura se encuentra dentro del neofigurativismo, conociendo toda la técnica. Domina el color magistralmente, utiliza el negro convenientemente y en su momento, dándole a las obras carácter expresionista.
Al principio de la década de los “50” su pintura está influida por la tendencia a la expresividad, la pintura y figuración románica y su influencia cubista, fruto de su admiración por Daniel Vázquez Díaz y Benjamín Palencia. Combina los colores con una paleta rica en color, texturas y empastes. Posteriormente tras su estancia en París desarrolla paisajes y escenas de interiores, con temas eróticos, sarcásticos, sensuales e irónicos de burdeles, que a veces reflejan una crítica de la realidad.
Independientemente a esta trayectoria, el artista ha llevado a cabo un estilo academicista, de gran calidad artística, tanto en la pintura como en el dibujo, que refleja en paisajes, retratos y desnudos” [16]
Aunque la salud de Agustín Úbeda se vio maltrecha el 30 de marzo de 1999 cuando sufriera un infarto de miocardio que le obligó a estar ingresado y le impidió asistir a la inauguración de una exposición de sus cuadros en el Museo de Santa Cruz de Toledo [17], la muerte le sobrevino casi una década después, el 27 de noviembre de 2007, cuando el artista surrealista y de gran carga onírica rondaba los 82 años de edad. [18]
MANUEL CABEZAS VELASCO
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[1] ECHEVERRÍA, Lamberto de: La Diócesis. Priorato de las Órdenes Militares. Universidad Pontificia de Salamanca. P. 308.
[2] ECHEVERRÍA, Lamberto de: op. Cit.
[3] PORT, Carlos Ramón: El Concordato de 1851 comentado y… Imprenta y fundición de Don Eusebio Aguado, Madrid, 1853, pp. 10 – 11.
[4] JIMENO CORONADO, José: Creación del Obispado – Priorato de las Órdenes Militares (Discurso de ingreso en el Instituto de Estudios Manchegos). Pp. 81-82.
[5] VILLALOBOS RACIONERO, Isidoro: 1878: EL CUADRO CONMEMORATIVO DE LA CREACIÓN DEL OBISPADO-PRIORATO DE LAS ÓRDENES MILITARES QUE PENDE EN EL SALÓN DE SESIONES DEL EXCMO. AYUNTAMIENTO DE CIUDAD REAL, p. 68.
[6] VILLALOBOS RACIONERO, Isidoro: op. Cit. P. 73.
[7] BARBERENA, Tomás G.: LA ERECCION DE LA DIOCESIS DE CIUDAD REAL. P. 455].
[8] MEDRANO Y TREVIÑO, Diego “Consideraciones sobre el estado económico, moral y político de la provincia de Ciudad Real, dedicadas a la Sociedad Económica de Amigos del País de la misma provincia, en 30 de abril de 1841”, Imprenta Carrera de San Gerónimo número 43, Madrid, mayo de 1843, p. 15.
[9] MEDRANOY TREVIÑO, Diego: op. Cit., pp. 37 – 38.
[10] MEDRANO Y TREVIÑO, Diego: íbidem cit., p. 42.
[11] MEDRANO Y TREVIÑO, Diego: íbid. Cit., p. 60.
[12] ESPADAS BURGOS, Manuel: “Ciudad Real y su Sociedad Económica de Amigos del País”, pp. 183 – 184.
[13] VALERO ROMERA, Ángel, en “La literatura del siglo XIX en Castilla-La Mancha. Ensayo de un canon” (http://histomancha.blogspot.com/2011_09_18_archive.html) menciona a Antonio Ferrer del Río, Historia del reinado de Carlos III en España (Madrid: Comunidad de Madrid, 1988, t. IV, facsímil. de la ed. de Madrid: Imprenta de los señores Matute y Compagni, 1856, p. 198, n.)
[14] ROMERA VALERO, Ángel: op. Cit.
[15] Para esta cuestión Ángel ROMERA VALERO (íbidem cit.) cita a CABALLERO, Fermín: “Galería de los Procuradores de las Cortes de 1834 a 1836”, Madrid, 1836, p. 10.
[16] PEDRERO MUÑOZ, Enrique: Estilos y tendencias de las artes plásticas en la provincia de Ciudad Real (1900 – 2005) y Academias, Certámenes y Museos. Diputación de Ciudad Real, Imprenta Provincial. Ciudad Real, 2010, pp. 150 – 151.
[17] EFE: NECROLÓGICA: “Agustín Úbeda, pintor Era académico y profesor emérito de la Universidad Complutense”, El País, 30 noviembre 2007, en https://elpais.com/diario/2007/11/30/necrologicas/1196377201_850215.html
[18] “Fallece el pintor Agustín Úbeda, asiduo de la sala Van Dyck”, El Comercio, Gijón, 29 noviembre 2007, en https://www.elcomercio.es/gijon/20071129/cultura/fallece-pintor-agustin-ubeda-20071129.html
A veces, olvidamos rememorar ciertas fechas y acontecimientos. La importancia de recordar no es solamente evocativa sino apelativa para las nuevas generaciones.
Enhorabuena por sus interesantes artículos…..
De nuevo Charles, profundamente agradecido, tanto por tus comentarios como por tu seguimiento.
Un saludo
Muy trabajado.
Que bien escribes, Manolo y con que profusión de datos y documentación.
Concretamente me he fijado en la figura del gran pintor ya fallecido Agustín Úbeda, al que no conocí pero sí a un familiar suyo: Angela, también pintora y muy amiga de de mi madre.
Muchas gracias Ángel Manuel y Luis Mario por vuestros comentarios y seguimiento