El Regimiento Provincial de Milicias de Ciudad Real cuyo origen se remontaba a la Real Orden de 18 de noviembre de 1766 por la que la Milicia Concejil de Ciudad Real fue convertida en el Regimiento Provincial de Milicias de Ciudad Real nº 37, con 2 Batallones de Infantería y 575 infantes. Su uniforme durante todo el siglo XVIII consistió en una casaca o chupa blanca con las bocamangas rojas, polainas en los pantalones blancos y tricornio, su Bandera la de los colores de la Casa Borbón, Blanca con la Cruz de Borgoña y en el centro el Escudo de Armas del Rey y en los Extremos el Escudo de la Ciudad.
Durante la Guerra de Independencia contra los franceses participó en la batalla de Bailén de 1808 y la batalla de Vallspero sobre todo en la batalla de Ciudad Real por los puentes de Nolaya y del Emperador en el Guadiana en marzo de 1809 y la batalla de Ocaña también en 1809, así como la defensa Así como la defensa de San Fernando, Algeciras y Tarifa entre 1810 y 1812.
En este Regimiento estuvieron como soldados el guerrillero contra los franceses Manuel Adame de La Pedrada y el futuro General Baldomero Espartero desde noviembre de 1809.
El 19 de julio de 1808 el Batallón de Granaderos del Regimiento Provincial de Milicias de Ciudad Real integrado en la 2ª División de Granaderos provinciales del ejército español, compuesto por un Batallón de Infantería de 420 hombres, al mando del Coronel Miguel Pedrero y del Capitán de Infantería Vicente Nieva, tomaba parte en la importante victoria del ejército español frente al ejército francés en la Batalla de Bailén.
Sería felicitado por su acción en esta batalla su coronel por el General de su División del General Marqués de Coupigny.
A su triunfal regreso en agosto de 1808 se le hizo un homenaje colectivo en la plaza de la Merced por parte del Ayuntamiento.
En febrero de 1809 una compañía del Batallón Granaderos dentro de la 2 División de Milicias del ejército español participó en la batalla de Valls en Gerona a las órdenes del General Teodoro Reding.
En los días 26 y 27 de marzo su batallón de fusileros se cubrió de gloria en la defensa de los puentes sobre el Guadiana y en la retirada a Ciudad Real y en la batalla que por ellos hubo contra las tropas imperiales francesas dentro del Ejército de La Mancha del General José de Urbina. En dicha batalla quedó muy tocado, perdiendo su bandera y gran parte de sus oficiales y tropa, retirándose junto con el resto de las tropas hasta Sevilla vía Santa Cruz de Múdela.
Realizando un contraataque en junio de 1809 llegando hasta Puertollano y en su retirada ocupando Villahermosa en la ofensiva de verano del General Francisco Javier Venegas en coordinación con el general británico Duque de Wellington tras las derrotas de Ocaña en la que participó en ella como soldado un joven Baldomero Espartero que se había alistado en noviembre de 1809 en dicho regimiento provincial de milicias de Ciudad Real y Talavera de la Reina el regimiento es llevado a Cádiz.
En su reorganización tras ser casi destruido en la batalla de Ciudad Real de marzo de 1809 contra las tropas de Napoleón, es llevado a Cádiz donde se une a otros regimientos para defender San Fernando, donde figuran sus jefes en el Estado Militar de España; “En comisión Don Francisco Alonso, T.C.D. Francisco Medrano, T.C.D. Joaquín Morena.
En el año 1810 el Regimiento Provincial de Milicias de Ciudad Real pasó a formar parte del ejército español con el nombre de Batallón de Infantería Ciudad Real nº 30 y destacado en San Fernando (Cádiz) junto con uno de Infantería de Marina, entonces era denominado San Fernando como la Isla de León.
En 1812 desembarcó en Algeciras e inició con el 4º Ejército del General Ballesteros una campaña por la costa Granadina para subir por Jaén hasta la provincia de Ciudad Real y reconquistar Ciudad Real en 1813, continuando después luchando en el País Vasco y Navarra dentro del 3º ejército hasta el fin de la guerra en 1814.
Para más información y Fuentes :
Historia e Historias de Ciudad Real
Antonio José Martín de Consuegra Gómez
https://ciudadreal.wordpress.com/
Las ‘milicias provinciales’ eran una institución dirigida por la nobleza del país. En mayo de 1808, las unidades representaban una fuerza de 51 batallones que encuadraban a 1.887 jefes y oficiales y 30.531 de tropa.
Desempeñaron un papel importante como fuerza defensiva y de reserva en el Antiguo Régimen.
Si la institución de las milicias provinciales fracasó finalmente o no dio los resultados esperados fue por su deficiente organización y por la falta de conciencia patriótica de los súbditos. La milicia provincial perdió en el siglo XIX el sentido que había tenido durante el Antiguo Régimen y desapareció a pesar del empeño de muchos de sus partidarios de hacerla resurgir invocando para ello la teoría del soldado-ciudadano o de la nación en armas. El problema era que ya no servían ni siquiera argumentos tan maniqueos como el que relacionaba, por ejemplo, a las tropas regladas con los regímenes monárquicos y al sistema de milicias con los regímenes
republicanos, más populares……