Jesús Millán Muñoz.-
Esta es una frase o idea, que la madre de una compañera mía, me cuenta que expresa, aquí mi homenaje a dicha mujer. Porque esta frase podría haber sido escrita o pensada por Epicteto, Marco Aurelio, Descartes, Montaigne, Gracián o cualquiera de los grandes en estos temas que han pasado por este mundo.
Según la interpretación que me indican, quiere decir, que si no puedes hablar bien de alguien que no hables, y si hablas que sea bien de esa persona y no mal.
Por tanto reflexionemos mínimamente sobre esta idea o frase o concepto.
– En un siglo, no sé si en todos ha sido lo mismo de tanto hablar mal de las demás personas, la inmensa mayoría sin necesidad, de maledicencias de muchos colores, especialmente con la lengua, de crear mala fama a los demás seres humanos o algunos de ellos, en un tiempo de dimes y diretes, cuándo se habla mucho de privacidad pero después casi todo el mundo si puede va robando un trozo de la fama y el honor de los demás. Un tiempo así quizás mereceríamos que reflexionemos en dicha realidad.
– Quitarle la fama a una persona equis, pensar que algo es pero no es, o es de otro modo y de otra manera, puede traerle a ese individuo, consecuencias negativas durante años y décadas.
Esto tiene unas consecuencias tan negativas o puede tenerlas, que a esa persona se le pueden estar cerrando puertas, puertas y ventanas en los sentidos de la existencia, es decir, posibilidades de promoción social, económica, incluso afectiva.
– Ciertamente ya nos decía Kant, que si no puedes decir la verdad, no la digas, te mantengas en silencio.
Incluso aunque una realidad o hecho o costumbre o hábito o acto sea verdad, sea verdad y negativo a y de otra persona, no todas las verdades hay que difundirlas, porque, hay que intentar complementar la verdad con la bondad.
En estos temas, todo es demasiado complejo, por lo cual, se exige mucha prudencia, que en definitiva, es intentar encontrar el equilibrio entre la verdad y la bondad, entre la verdad y el bien, entre lo que debes decir y lo que debes callar.
– No puedo negar que somos un pueblo, sálvese quién se salve, que gusta hablar mal de los demás, lamentablemente a veces, hacer leña del árbol caído. No estamos diciendo o indicando que el acto o actos que nos parezcan malos o personas que nos parezcan no buenas, digamos que son actos buenos, ni personas bondadosas, pero si tener la prudencia, que hay que tener cuidado con juzgar de forma errónea y equivocada, y que no todo lo que se piensa o se siente se puede o debe decir, o expresar. Y que siempre, como mandato general, es mejor callar, que no levantar la fama y el honor de los demás, porque aunque sea verdad que esa persona está cometiendo una iniquidad, por circunstancias, personalidad o carácter, tienes que ponderar mucho si a ti te corresponde difundir esa realidad, y a quién le puedes indicar o mostrar esa información.
Ciertamente en este país, hay una costumbre muy arraigada, se critica demasiado a otras personas, sus formas de vestir, de pensar, de actuar, de hablar, en temas que en el fondo tienen una importancia relativa, y cuándo existe una cuestión de importancia, que es más justo y bondadoso y bueno y verdadero avisar a esa persona del mal que le puede venir, cuándo sucede esto, nos situamos en el silencio…
Me acuerdo que una persona que conocí hace casi cuarenta años, un día expresó, algo así: “Me dicen mis compañeros de trabajo que ayer, vieron a mi hija con una falda corta, cosa que en el fondo no tiene tanta importancia, pero nadie me indica, que quizás se está juntando con alguien que no interesa. Y en esta segunda información nadie me dice nada, porque dicen que eso es privado”. O dicho de otro modo, en algo que me puede servir para evitar males mayores se callan, y en lo que no tiene importancia, si expresan su opinión, sin habérsela pedido.
El aumento de determinados programas televisivos y algunas actuaciones y palabras de determinadas personas y grupos políticos, no ha curado este mal que sufrimos, sino que encima lo ha elevado a categorías más preocupantes y graves.
– También ocurre, que en los diálogos normales y rutinarios, en los lugares de trabajo y en otros ámbitos, puede parecer que la persona que habla de los otros, o al menos de algunos, está ofreciendo una información más exacta de los demás, o dicho de otro modo, se pasa el tiempo de forma mejor.
No somos conscientes que los rumores, los falsos testimonios, los juicios temerarios, murmuraciones, escarnecer a otras personas, la maledicencia en el hablar, la mala costumbre de hablar mal de los demás, o de algunos de los demás, es un enorme mal hacia otra y otras personas. La mayoría de las veces, la otra persona no puede defenderse, y siempre se aplica el refrán, si el agua suena es que el río lleva agua, es decir, que algo puede ser verdad. Y puede que sea verdad o no lo sea, ser en parte o no serlo. Pero el problema, es que debemos pensar, una psicoterapia y moralidad en espejo, te gustaría que a ti te tratasen de ese modo, hayas realizado un acto positivo o negativo. Ten mucho cuidado, no debes quitar a nadie un ápice de fama, tampoco debes indicar de alguien que ha hecho un acto malo, decir que es bueno…
Para terminar, diríamos que es un enorme mal, que personas con un grado de maldad importante, digamos de ellas que son buenas, o que actos malos expresemos que son buenos, y muchas veces, actos buenos indicar que son malos. No podemos indicar que lo negativo es positivo, que lo positivo es negativo, porque esta es una de las fuentes del mal. Pero debemos siempre, siempre pensar, que antes de hablar mal de una persona, tener mucho, mucho cuidado, si es necesario que digas esa información o no. Y desde luego, otra cosa, es avisar a otra persona de un posible o potencial mal, o de una persona que tiene dicha personalidad o carácter, avisarla de que tenga cuidado, porque eso es avisar de un mal posible, pero es distinto de hablar mal de otra persona.
Tampoco, no olvidemos, que una persona no buena, no se comporta de forma inmoral y mala con todo el mundo, porque los grandes dictadores no utilizan su bota para pisar a todo el mundo, sino a sectores de la sociedad. Y también pensar, que en una sentencia moral equis sobre tal persona zeta, hay que ser prudente, y no solo oír o escuchar una parte, sino las demás partes. Puede que en el entorno familiar o laboral, a una persona se le condene definitivamente, sin haberla escuchado. Eso tampoco es óbice, para ser tan ingenuos, y no saber, que raro es la persona que no ha caído en uno de los siete errores morales graves o pecados capitales. Por tanto, ser prudente, porque tú, o el de al lado, pueden estar en uno de esos males graves, que se denomina pecado capital.
Como en todo lo que roza la moralidad, debemos aceptar que es muy difícil, encontrar el equilibrio y la aplicación de cada norma o mandado, porque en la realidad, existen miles de posibilidades, adaptar una norma ética a un caso concreto, es difícil, casi siempre. Pero esta frase, de la madre de una compañera mía de trabajo: “si hablas, pon y no quites”, podría estar en el frontispicio o en el dosel de las puertas de todos los trabajos y otras entidades, evitarían muchos problemas, muchos males, muchos sufrimientos, muchas penas y muchas angustias…