José Luis Torres Alcázar.- En los últimos días he podido ver en los medios locales como varios jóvenes expresaban, desde su punto de vista y desde la fe cristiana, su visión de la Navidad. Ante todo me gustaría alabar sus artículos y felicitarles por compartir sus vivencias.
Pero ¿Cómo vive la Navidad un pagano? ¿Cómo se vivía en la antigüedad esta festividad fuera de la fe cristiana en Europa? Así es el Yule (del nórdico antiguo: Júl), la festividad precristiana del Solsticio de Invierno de la cual derivan muchas de las tradiciones navideñas. Concretamente hablare de cómo se vivía en el norte de Europa.
Constituía sobre todo una fiesta familiar y estuvo siempre dedicada a la fertilidad (Se hacían ofrendas y sacrificios al dios Frey, que también se simbolizaba como el sol naciente), a los solsticios y al hogar, donde también se recordaba a los ancestros, los amigos ausentes, y la mesa donde se celebraba la fiesta se preparaba con esplendor y magnificencia. Seguramente todo esto nos resulte muy familiar.
Dicha festividad dura desde el comienzo del solsticio de invierno (21 de Diciembre) hasta el 1 de Enero, siendo 12 días de celebración. El solsticio simbolizaba el final de la oscuridad y la llegada de la luz, el triunfo de la vida sobre la muerte. Como toda gran festividad se iniciaba con un gran Blot, o ceremonia con sacrificios a todos los dioses.
Una de las tradiciones de esta festividad era la de poner en las casas un abeto, el cual simbolizaba el sagrado Yggdrasil. El gran fresno de cuyas ramas pendían los 9 mundos, incluyendo Midgard, o la tierra de los hombres, Se decoraban las viviendas con muérdago o acebo, ya que también simbolizaba dicho árbol. ¿Os suenan estas costumbres? Aún se practican en muchos lugares bajo otros nombres.
Entre otras muchas costumbres se sacrificaba una cabra en honor a Thor entre otros sacrificios entre los que destacar, la cual se degustaba en un banquete familiar (lo que dio origen al llamado “jamón de Navidad” en algunos países, y se decoraban con figuras de madera de dicho animal las entradas de las casas. Durante la vigilia obligatoria para ver salir el sol se prendía en una hoguera ante la cual se cantaba, bailaba y comía el Leño de Yule, el cual era un tronco decorado con runas y que se guardaba de año a año para quemarlo al siguiente Yule. Debía dejarse arder por 12 horas y sus cenizas se esparcían por la casa y los campos para atraer la fertilidad y la prosperidad. Otra tradición que realizaban los jóvenes era ir de wassai por el pueblo, lo cual era, en lenguaje actual, pedir el aguinaldo.
¿Había algo parecido a Santa Claus? No como tal aunque sin embargo sí que parte de este mítico personaje se cree que desciende del dios Odín, el cual recorría los cielos a lomos de su caballo de 8 patas Sleipnir (De ahí los 8 renos del trineo) espantando los malos espíritus. Y dicen las leyendas que si se dejaba algo de heno para alimentar a su caballo, el dios recompensaría dicha generosidad en el futuro. (Por cierto Odín era un anciano de barbas blancas y sombrero picudo, por si os recuerda a alguien). Así mismo llegaron a compararse sus dos cuervos Hugin y Munin con los ayudantes de Papá Noel. Ya que los mismos informaban a Odín de quien era bueno y quien era malo. El tema de los regalos se practicaba entre los familiares y amigos e incluso los invitados de forma habitual en estas fechas.
Sin embargo, al margen de todas las similitudes y diferencias de ambas festividades, ambas se centran en la celebración de la fe, de la familia y de todo lo que amamos. Tiempos de celebración, de descanso y de felicidad. Por ese motivo espero haber enseñado alguna curiosidad a los lectores y desear a todos un feliz Yule, o feliz Navidad a todos.