Al cabo de tantos meses de negociar la salida del Reino Unido de la Unión Europea, de pronto nos hemos acordado de Gibraltar. De pronto, nos asalta ese sentimiento patrio, de recuperar lo que “indiscutiblemente” debería de ser nuestro. Ahora vienen las prisas y las reivindicaciones.
Por el Tratado de Utrech, a principios del siglo XVIII, España perdió los territorios que tenía en el resto de Europa, salvo los que ya tenía en la Península Ibérica y en el Archipiélago Balear, aunque de ambas se perdieron igualmente la isla de Menorca (recuperada posteriormente mediante conflicto bélico) y Gibraltar. O sea, hace más de 300 añacos que Gibraltar no forma parte de nuestro país, como no lo forma el antiguo Reino de Nápoles. Por eso, tan ridículo me parece apelar a la Guerra de Secesión para reivindicar la independencia de Cataluña, como la recuperación de Gibraltar. Tan absurdo como la reivindicación de Al-Andalus por parte de los islamistas fundamentalistas. De hecho, otros territorios bien queridos se han perdido hace mucho menos tiempo: Cuba, Filipinas o Puerto Rico se separaron de España hace 120 años. Y más recientemente, en 1975, el Sahara Español (hace solo 43 años). Por todos éstos, nadie parece mostrar el más mínimo interés.Es decir, podría ser por una cuestión de tamaño;parece que nos resulte más fácil reivindicar un término municipal en la punta de España que una región o una isla.
O tal vez sea una mera cuestión de proximidad, y porque se trate de un territorio ínfimo pensemos que un territorio así debería pertenecer lógicamente al Estado más próximo. Pero los intereses no entienden de lógica, máxime tratándose de una plaza estratégica de primer nivel (tanto para el Reino Unido como para España). España tuvo su oportunidad de recuperar el Peñón en la II Guerra Mundial, cuando Franco organizó en 1939 una línea ofensivacontra Gibraltar desplazando 30.000 presos para las obras; despuéslos alemanes diseñaron la Operación Félix para asaltar la colonia británica. Aquel plan se canceló en 1941. Y bien caro le costó a nuestros aliados nazis: Gibraltar jugó un papel importante en las estrategias de confusión a Hitler en las operaciones militares Mincemeat, (para hacer creer a Hitler que el desembarco aliado en el Mediterráneo europeo se realizaría por los Balcanes, y no por Sicilia – una historia alucinante) y Copperhead (para confundir a Hitler sobre el paradero del General Montgomery). A Franco le acompañó la suerte:haber invadido Gibraltar hubiera sido como declarar la guerra a Inglaterra, y no creo que en ese caso Churchill se hubiese desentendido de lo que pasaba en nuestro país (que es lo que hizo en 1945). O tal vez la estrategia del Caudillo consistiera en no ser impaciente:si Alemania ganaba la guerra en los frentes alejados del territorio español, la caída de Gibraltar, y su anexión para España, podría lograrse automáticamente sin riesgo alguno.Aunque después de la Guerra, Franco se equivocó en las políticas de bloqueo, o de exaltación reivindicativa, que resultaron estériles (cuando no contraproducentes) para obtener el favor de los gibraltareños por nuestro país.
Ciertamente, sean 300 o75 años, la situación política del continente ha cambiado mucho. Si la estrategia no pasa por la guerra, debería pasar por la Diplomacia. El Instituto Elcano plantea en un artículo los términos en que sería posible para España ejercer el derecho de retrocesión de Gibraltar, basado en el propio Tratado de Utrech. Pero desde el Congreso de Viena (tras la derrota de Napoleón), la Diplomacia internacional española no se caracteriza precisamente por tener un brillante palmarés.
En los años sesentala ONUdictaminó varias resoluciones para la descolonización de Gibraltar. Pero no nos equivoquemos, aunque se inste al diálogo entre España y el Reino Unido, en el fondo de este asunto está la descolonización, no la retrocesión.A pesar de todo, las resoluciones de la ONU en este sentido han sido sistemáticamente incumplidas por el Reino Unido, con el beneplácito del selecto club de los dueños del pastel (al cual pertenecen los hijos de la Gran Bretaña) y que a estas alturas a nadie debería sorprender ni espantar.
La comparación de Gibraltar con Ceuta y Melilla, es inevitable y delicada. Hay diferencias, pero también semejanzas incómodas. La diferencia principal entre las ciudades españolas y británica, reside en la manera en que estas plazas se ganaron; pero es una diferencia de matiz, no de fondo. Ceuta y Melilla (así como tantas otras ciudades portuarias africanas – perdidas irremisiblemente) se fundaron por españoles en la Edad Media, cuando no había un Reino de Marruecos; mientras que la pérdida de Gibraltar fue hace 300 años –como ya dije, me parece que después de cientos de años, esa cuestión carece de todo valor. Sin embargo, la resolución 2353 de la ONU (a la que España se aferra para la reivindicación de la colonia británica), dice que toda situación colonial que destruya parcial o totalmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los principios y propósitos de la Carta de Naciones Unidas. Es decir, la ONU trasciende el hecho histórico para centrarse en el hecho territorial. Por tanto, podría aplicarse esta resolución tanto a Gibraltar como a nuestras ciudades autónomas. Y ya puestos a hablar de Marruecos, la ONU y los incumplimientos impunes de sus resoluciones, cabría recordar las circunstancias en que el Sahara Español nos fue arrebatado por Marruecos en 1975, y la prórroga sine die para que Marruecos convoque el referéndum de autodeterminación del Sahara Occidental (que a este ritmo, habrá que buscar a los votantes censados en las sepulturas de los cementerios).
Si Gibraltar no es español, asunto bien distinto es el de las condiciones para vivir en pacífica convivencia con nuestros vecinos extranjeros. Y no es fácil. Entre el uso del espacio aéreo, la expansión territorial hacia el mar, la permisividad con el narcotráfico, la fiscalidad … nuestros vecinos provocan demasiados recelos. El arbitraje de la Unión Europea, mientras que el Reino Unido pertenecía a la Unión, ha sido bastante penoso. No cabe pensar que mejore con el Brexit. Creo que la posición de España al respecto debería ser más pragmática que ambiciosa o simbólica, una posición que nos proporcione herramientas legales para actuar contra Gran Bretaña en caso de que se produzcan acciones inapropiadas desde Gibraltar que nos resulten de alguna manera perjudiciales.
De pronto, nos damos cuenta de que – por mucho que hablen español con acento andaluz – los habitantes de Gibraltar se rigen por normas muy distintas a las nuestras, como conducir por la izquierda, pagar en libras esterlinas o tener un régimen fiscal muy particular.Es evidente que la identidad patriótica, o nacionalista, se basa tanto en el reconocimiento de un territorio como propio, como en el reconocimiento de una identidad cultural y la sucesión de numerosas generaciones que – hasta llegar a la nuestra – han vivido en esa misma situación. También para los habitantes de Gibraltar, que no se sienten españoles ¿Y qué quieren que les diga? Yo me reconozco español en las dos Castillas, en Andalucía, en Galicia, en Cataluña, en el País Vasco, … pero no en Gibraltar.
Pares y nones
Antonio Fernández Reymonde
Y es que la negociación sobre Gibraltar debe ser una negociación aparte del acuerdo sobre el ‘Brexit’, en la que España tendrá que estar de acuerdo……
Una vez más el Reino de España desaprovecha una oportunidad de oro para reivindicar para la legalidad internacional ese nido de piratas, contrabando y fraude fiscal que es Gibraltar.
Yo sí me siento español en Gibraltar, por la sencilla razón que es una almorrana económica en nuestra patria.
Los gobiernos españoles han sido inútiles, incapaces y traidores a los intereses de España.
Por supuesto la UE nos deja colgados, porque somos internacionalmente una mierda.
Algo que por supuesto que a la izquierda no le importa porque carece de sentido historico, económico y geoestratégico.
Sólo le interesan tipos que llevan más de cuarenta años muertos, o separatistas que les sostengan en el poder.
Tenemos lo que nos merecemos.
VOX es de extrema necesidad.
Es la hora de hundir electoralmente a la izquierda y levantar España.