Ángel Manuel Sánchez García.- “La diferencia engendra odio” (Stendhal). En nuestra cultura e incluso en nuestro Derecho se elige sistemáticamente ocultar aquello que nos desagrada o frustra. El odio y la violencia pueden caracterizar a la acción humana. Forman parte de nuestra identidad, cultura y se muestran de forma dinámica. Odio y violencia son falazmente censurados en nuestra cultura pero están omnipresentes.
¿Se puede censurar u ocultar lo que es intrínsecamente humano? ¿Quién puede eliminar de su naturaleza el amor? ¿Y el odio? ¿Quién puede reprimir en una discusión su ira? ¿Quién en una discusión no trata de imponerse? De los instintos primarios que los seres humanos conservamos, uno es por excelencia, el de la dominación.
Sólo con racionalidad -y espiritualidad- se puede controlar ese instinto destructivo. Precisamente no nos hallamos en una cultura que cultive la racionalidad, sino todo lo contrario. Nos movemos en una cultura donde predominan las emociones, la subjetividad y el abuso del eufemismo, que es esa dictadura del lenguaje que exilia ideas, palabras o realidades que llegan a frustrar o desagradar a ese pensamiento hedonista, idealista e inmaduro que hoy nos rige.
La actual crisis en occidente es una crisis del principio de Realidad que al mismo tiempo es una crisis del principio de Racionalidad. La realidad es lo que permanece cuando se deja de creer en la fantasía. Cada cual elige en ese momento de lucidez construir su vida desde ella o contra ella. Así forjamos nuestra personalidad, y nuestro carácter. Si es bueno, racional y realista, lo llamamos Ética.
Yo acepto y asumo, porque no ignoro mi condición humana, que soy tan capaz como cualquiera de amar y de odiar, de construir como de destruir.
El odio y la violencia hoy han mutado de forma en occidente. Este fenómeno ha de analizarse desde el pensamiento filosófico.
La Posmodernidad tiene aspectos positivos y negativos. La Posmodernidad ha logrado debilitar el trágico legado dogmático de nuestra cultura. Las creencias religiosas y políticas no determinan como lo hacían antes el pensamiento de los seres humanos. Se ha extendido cierta placidez intelectual en el ser humano contemporáneo, predominantemente indiferente u hostil a todo dogmatismo moral, religioso o político. Todo dogmatismo se considera asociado intrínsecamente al odio y a la violencia. En consecuencia, todo anti-dogmatismo se considera asociado a lo contrario.
Late una contradicción en esta placidez. Este PENSAMIENTO DÉBIL, que es como lo ha definido uno de los padres de la posmodernidad, Gianni Vattimo, es paradójicamente el pensamiento dominante en nuestra cultura. Y tiene un sutil pero nítido sentido autoritario.
Cuando el filósofo Gianni Vattimo define el Pensamiento Débil como una anarquía no sangrante o pacífica, introducía una forma revolucionaria de entender el conflicto contemporáneo: la necesidad de prevalencia de la subjetividad sobre la objetividad.
Pensamiento Débil surge de la necesidad de dar libre curso a la interpretación de la realidad, es decir, a que esa interpretación pueda no ser ni racional, ni lógica, ni coherente ni realista.
El Pensamiento Débil predica algo extraordinariamente subversivo: Negarse a toda adaptación de la realidad, que no es intrínsecamente mala o buena, sino la que es.
La preminencia de la subjetividad a la objetividad nos retrotrae peligrosamente a los totalitarismos del siglo XX.
Este nuevo autoritarismo consiste en la imposición por medios “no violentos” del Anti-dogma como Dogma.
O sea, bajo la apariencia de racionalidad y mesura -de buen rollito como se dice ahora- IMPONE (y por lo tanto violenta una opinión o sentir distinto) su insoportable y mal llevada contradicción. Que tras su aparente relativismo y anti-dogmatismo se esconde en realidad un pensamiento fuertemente intolerante y dogmático.
Y la forma de imponerse es variada. Como este pensamiento carece de apoyo institucional (peligrosísimo cuando lo tiene –Cataluña-) y por tanto coercitivo, utiliza la ocupación del espacio público que por definición es de todos e ideológicamente plural. Reniega de todo análisis que no sea ideológico (y simplón) y subjetivo (y arbitrario). Ataca la opinión contraria bajo la amenaza del ostracismo o la marginación social, cuando no, la ridiculiza en público. Las redes sociales son un espejo de lo que estoy describiendo.
Porta una carga que es un cóctel peligrosamente erosivo con las instituciones tradicionales (familia, religión, fuerzas de seguridad, jueces, Estado o Nación y sus símbolos), netamente chantajista respecto de las emociones (Si no opinas como yo eres un facha o un machista), y profundamente autoritario cuando llegan a las instituciones (anulación de la oposición).
Este Pensamiento “Débil” ha obtenido un gran éxito, que se ha basado en el rechazo popular de la realidad por insatisfacción, hedonismo, rebeldía e inmadurez (signos de una sociedad opulenta y decadente).
La única manera de hacerle frente es desmenuzándolo y descubriendo su auténtico peligro. Este anarquismo “no sangrante” o pacífico se acaba imponiendo en una sociedad o frente a unas instituciones que no tengan claro, que existen Dogmas buenos y válidos, por tanto, irrenunciables como la pluralidad de opinión y presencia en el espacio público, y las garantías de contradicción y oposición con las que toda decisión democrática debe contar, como pilar de su legitimidad. El acuerdo como medio para resolver el conflicto, es fruto de una deliberación de opiniones distintas sancionadas por la comunidad política a través de sus leyes y elecciones periódicas.
Los idiotas pueden pretender que la realidad se adapte a ellos. Para lograrlo, es imprescindible que tú seas el que se adapte a “su realidad”. Deben anular o eliminar al diferente o discrepante.
He aquí la razón por la que el odio y la violencia están proscritos en esa realidad virtual que se nos presenta. El monopolio sobre cómo y con quién debe ejercerlos, no lo tiene el Estado, la sociedad, la familia o la persona…sino ellos, anarquistas en esencia.
Hemos de comprender una verdad irrefutable. Que todo pensamiento que no parta de un análisis objetivo de la realidad y de la naturaleza humana está avocada a la imposición y al desastre.
Todas las ideologías y religiones fracasaron, fracasan y fracasarán si no observan tan elemental y simple premisa.
Toda ideología, religión o creencia puede hacerte pensar, pero jamás puede pretender pensar por ti.
Cuando lo pretenden, surge el odio al que es diferente, al que piensa por sí mismo.
El odio natural es fruto tanto de la ignorancia como de la impotencia. Pero existe un odio que no es natural, sino intencional y planificado. El que surge del enfrentamiento social utilizado como herramienta política.
La trágica realidad política española descubre y anticipa una vez más, la deriva de occidente.
Tendemos política y socialmente a la tiranía del pensamiento único. Quizás Estados Unidos se nos asemeje más que cualquier otro país en eso, pues la división social es tan profunda allí como aquí.
La única forma en la que podemos contrarrestar esta deriva autodestructiva es parándonos a reflexionar sobre ello.
El último de los grandes Dogmas que la Humanidad ha creado, y especialmente occidente, el Anti-dogmatismo, es otro de los relatos o mitos que hay que desmontar por su falaz composición.
Cuando Lyotard (filósofo más sólido que Vattimo) definía la Posmodernidad como ese acostumbrarse a pensar sin moldes y criterios, sin saberlo, estaba estableciendo un nuevo molde y criterio.
Vaticinaba el advenimiento de una crisis del Humanismo, cuando en realidad estaba preparando el camino a que emergiera un Anti-humanismo, que parte de la negación de la realidad, y de la dignidad de los seres humanos, iguales en dignidad, pero diferentes por ser libres en desarrollar su personalidad.
Y es que no hay nada más peligroso y autodestructivo que negar la realidad, forzarla para que se adapte a nuestros moldes, y creer ingenuamente como hace el anarquismo, que todo el mundo es bueno (siempre que piense como yo). Precisamente la Historia de la Occidente se ha construido a base de superar la ignorancia y la idiotez surgida de los extremismos que hoy se extienden como una epidemia.
Reivindico el odio (y el amor) como patrimonio de todo carácter sencillamente humano. Pero reivindico la violencia sólo y exclusivamente como patrimonio de quien obtiene la legitimidad para ejercerla y erradicarla, el Estado bajo el imperio de la Ley.
La coacción ideológica (la ideología de género es buena expresión de ello) ejercida desde las instituciones, y concretamente por líderes separatistas, pero también desde partidos políticos, constituyen hoy manifestaciones evidentes del peligroso devenir hacia la tiranía política, impulsada especialmente por ese Pensamiento que de débil no tiene nada, y al que hay que hacer frente.
Hasta ahora han sido muy eficaces.
Nadie necesita ya a ETA, para imponerse basta con la Dictadura de las Emociones y del Lenguaje. La mentira y el miedo pueden seguir ejerciéndose ya sin sangre. Basta con controlar el relato y dominar la cartelera mediática.
El ‘pensamiento débil’ nos hace más fuertes como personas. Los grandes dogmas, en cambio, que proclaman verdades universales y fuertes que lo explican todo, nos conducen al pensamiento único. Y ahí està la izquierda como contrapoder que humaniza esa lógica de dinero y mercados sin personas……
Qué cinismo cuando un análisis más profundo demuestra precisamente que el pensamiento débil o progre, es tan autoritario o más que los viejos dogmas, más dotados de racionalidad que él.
Los análisis profundos lo que demuestran es que las descalificaciones y el insulto son las herramientas oridnarias de combate de algunos…..
Los análisis profundos lo que demuestran es que las descalificaciones y el insulto son las herramientas oridnarias de combate de algunos…..
Puedes ser más concreto y directo?
Yo que soy de la derecha ladrona y cruel te pregunta.
Es dialéctica Charles. En una pelea de boxeo hay reglas pero sobretodo hostias.
O sea leches.
El insulto descalifica esencialmente a quien desde el anonimato lo profiere.
La inmensa mayoría de comentaristas utiliza el anonimato, que no es ni bueno ni malo, salvo cuando se utiliza para injuriar o calumniar.
Yo también suelo insultar. No lo hago desde el anonimato. Pero soy muy consciente de que si lo hago, tengo que argumentarlo. Los insultos son vocablos de nuestro idioma y se pueden utilizar, con mayor o menor fundamento también son calificativos válidos.
Siempre ha sido así, lo que pasa es que hoy se insulta sobretodo cuando faltan los argumentos. Y eso es realmente lo que más molesta.
En la dialéctica debe valer casi todo.
El estado solo es una forma de mal menor o violencia al fin y al cabo, pero mal o violencia a fin de cuentas. Y es porque se niega a ser más democrático de lo que es: detiene su evolución e incluso pretende retrasarla. Y eso acentúa el mal. Un mal cuya auténtica cara es el virus del temor.
Ese virus, que sirve para dar forma a las masas, lo ha entendido muy bien el principal filósofo de la modernidad, el más influyente en la política de estos tiempos, que a algunos sorprenderá si les digo que es Silvio Berlusconi. Su principio de que «la verdad no cambia nada» ha sido seguido fielmente por los políticos españoles, Trump, Putin y demás desgracias para la humanidad. Nos tienen sumergidos en una realidad sin fin que adopta la corrupción como norma y la mentira como ética fundamental porque la realidad del bien da miedo y es insoportable. Porque el mal se ha instalado en el poder y la violencia mental (esa violencia que consiste fundamentalmente en mentir y que origina siempre las otras violencias: la física y la emocional) les parece la única manera de gobernar en inferioridad de ideas y en mayoría de temores.
Ángel Manuel nos da un mandamiento nuevo: «Odiaos los unos a los otros como yo os he odiado».
En vosotros he tenido buenos maestros.
Odiar es como amar. Algo muy humano, salvo que cuando se odia se han de evaluar las consecuencias.
El odio puede volverse contra quien lo profiere. Quién no ha recibido el odio que ofrece…En eso es algo parecido al amor. Con distintas consecuencias.
Estoy firmemente convencido de que el odio está fuertemente instalado como la envidia en la cultura española, y que cuanto más se oculta o censura, más crece.
Por eso hablo de él.
Por eso hay que hablar de él.
Es la única forma de controlarlo.
Negarlo es alimentarlo.
Por eso hoy he flipado cuando la Presidenta del Congreso ha querido eliminar los insultos de fascista y golpista del diario de Congresos.
El odio debe tener reflejo documental. Si no…cómo van a poder aprender las futuras generaciones de los errores de las pasadas.
Si yo te odiara mi comentario no habría sacado de ti lo más sensato y razonable de todo lo que has escrito y lo que, realmente, has querido darnos a entender con tu artículo. Cosa que te agradezco porque lo matiza bastante y, de alguna manera, se aleja de ese «reivindico el odio» que, querido amigo, es lo que ha sonado tan, ¿cómo decirlo?, tan post-humanista.
«Dios es amor», no sólo es palabra de Cristo, es la sabiduría perenne plantada en el axis mundi de todo humano corazón.
El amor nos hace más humanos, el odio porque somos humanos.
Seamos realistas con nuestra naturaleza.
En todo ser humano hay una capacidad natural de amar y de odiar.
Cuando decía, reivindico el odio, decía que ese aspecto de la naturaleza humana no se puede negar considerándolo un tabú social.
Ninguna ley puede negar la naturaleza humana. Ha de corregir sus desviaciones destructivas por el bien de la comunidad pero no en base al sentimiento de los seres humanos, que son irreprimibles, sino en base a sus actos.
Creo que ocultando o censurando está realidad, la de que odiamos por instinto de dominación y cuando encontramos resistencia a el, lo que hacemos realmente es potenciarlo.
Para resolver un problema, debemos primero reconocer que existe.
Yo también creo lo que dices. Dios es amor. Por una sola razón, porque lo he experimentado. La mayor y más reconciliadora experiencia que puede vivir el ser humano.
A ver si gana Podemos de una vez, me da una renta básica y una casa como la de Pablo Iglesias