El 8 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Alfabetización, una jornada en la que el mundo vuelve los ojos hacia los más de 750 millones de personas -de las que casi 500 millones son niñas y mujeres– a las que el analfabetismo puede condenar a la pobreza y la exclusión, especialmente en las naciones más pobres.
Para Manos Unidas “la educación y, como primer paso, la alfabetización, es la principal herramienta para lograr que las personas puedan salir de la pobreza y para impedir que ésta se transmita de generación en generación”. Porque la educación, además de ser un garante para el desarrollo de las personas, “favorece la creación de conciencia crítica, fundamental para acceder a mejores oportunidades de trabajo y contribuye al desarrollo de los países”.
El trabajo de Educación para el Desarrollo que lleva a cabo Manos Unidas hace hincapié en denunciar las estructuras sociales y culturales injustas que impiden que una décima parte de la población acceda a la educación en sus diferentes niveles y, con ella, a la satisfacción plena de la mayoría de los derechos que, como seres humanos, les amparan.
Con este objetivo, en el año 2017, Manos Unidas aprobó 199 proyectos educativos por importe de 10,2 millones de euros, en África, Asia y América.
MUJER Y ANALFABETISMO
En el Día Internacional de la Alfabetización, Manos Unidas quiere denunciar, también, que el analfabetismo ahonda la brecha de género y reclama el acceso a la educación de las mujeres, en igualdad de condiciones con los hombres.
En el siglo XXI, cuando la tecnología y los medios deberían favorecer el acceso a los conocimientos y a la información para todos “es inaceptable que casi 500 millones de mujeres y niñas continúen privadas del acceso al conocimiento y, con ello, de las oportunidades que conlleva la educación”.
Por este motivo, el componente de género, que está presente en todos nuestros proyectos, es un requisito fundamental en los educativos. “Porque nuestra experiencia, y los datos constatados por diferentes organizaciones e instituciones, avalan que la inversión en la educación de las niñas y la consiguiente capacitación de las mujeres se traducen directamente en una mejor nutrición, salud y rendimiento económico para sus familias, sus comunidades y, por último, para sus países”. “Una mujer formada y educada tendrá las herramientas para cambiar el curso de su vida: probablemente se casará más tarde, tendrá hijos en edad adulta, llevará a sus hijos, y también a sus hijas a la escuela y transmitirá sus conocimientos en su familia y en su comunidad”.