La mujer del Valle (16)

“Teníamos un amigo común, era químico, trabajaba en unos laboratorios, en Alemania. Un día llamó a Araceli, se conectaron por el Skype y le dijo que necesitaba verla urgentemente, que era cuestión de vida y muerte. A juzgar por el modo en que se expresaba, Araceli supo que no se trataba de ninguna broma. Ni de sexo.
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La mujer del Valle

Manuel Valero

Capítulo 16

¿Quién va a llamar a una chica para que haga dos mil kilómetros para echar un polvo? No, no, no era nada de eso. La urgió a que tomara el primer vuelo para Munich y allí le daría todo tipo de explicaciones, pero que no lo demorara, que a cada minuto la cosa se agravaba. Le llegó a decir que temía por su propia seguridad y que precisamente por eso la necesitaba. Le tenía que dar algo para que lo guardara a buen recaudo, pues nadie en el entorno profesional de Berto, se llamaba Berto, era conocedor de su vieja amistad con la bailarina”.

¿Has dicho se llamaba?

“Sí, pero no me quiero precipitar. Araceli tomó el primer avión que pudo. A los dos o tres días creo recordar. No me dijo nada. No nos veíamos todos los días ¿sabe? Y fue un vuelo prácticamente de ida y vuelta. Se citaron en un parque, y allí Berto le confesó el sorprendente hallazgo: la fórmula. Le dio un pen…”

Pudiste haberlo dicho cuando fue la policía a buscarlo. No quería problemas, temí que me cargaran el muerto… la muerta. Pues lo hizo usted muy bien. Pero… ahora que… bueno… no podía vivir con ese marrón rondándome la cabeza. No tengo nada que ver con su muerte, te lo juro. Ya lo sé, continua…

“Le dijo que había un componente que aparecía en la fórmula oculto bajo los signos pi y el 3, y que no era otra cosa que mercurio, un componente del mercurio más exactamente… El mercurio pertenece al grupo 12, y al periodo 6 de la tabla de los elementos, ya sabe… 1+2 igual a 3 y 6… 3+3…”

Berto calló, como si tratara de no perderse.

“Ese compuesto… la merbrorina… Dicen que antes se utilizaba para curar pequeños cortes. Bien, el caso es que Berto tuvo un pequeño accidente en el laboratorio donde trabajaba. Estaba comiendo una manzana y al pelarla se hizo un corte en un dedo. Fue a las vitrinas y en un frasco que pensó era metadine o mercromina o lo que sea, había merbrorina. Se aplicó una buena capa en el dedo y así hizo los días siguientes. ¡Y se le fueron todos los males¡”

Continúa.

Berto padecía de dolores de columna, alergia, vértigos y andaba con la próstata fastidiada. A los pocos días se notó mejor y al mes descubrió que su repentino bienestar no era un milagro, algo lo había producido. Rebobinó hacia atrás y decidió averiguar que había pasado. Lógicamente lo hizo en el más absoluto secreto. Ya me dirás la paradoja. ¡Trabajaba en unos laboratorios farmacéuticos! Y pacientemente, por las noches, a la hora del almuerzo, a la menor ocasión cuando se encontraba solo, analizó el contenido del frasco. Era una mezcla, un combinado, una amalgama que contenía un montón de componentes, entre ellos la merbrorina. Así que ni corto ni perezoso, montó un pequeño laboratorio en su casa. A salvo entre las paredes de su domicilio experimentó con su gato a la que hizo comerse un pedazo de carne podrida con unas gotas de cianuro y poco antes de que el gato estirara la pata eso en la boca y la gata comenzó a mejorar de manera sorprendente. Le provocó conjuntivitis y se la curó y luego más, el moquillo, y buf… todo eso”

Me sorprendes, amigo. Con lo tontito que parecías cuando declarabas ante la policía…

El gato se ponía malo, bueno lo ponía Berto y luego sanaba. A los pocos días decidió experimentar consigo mismo. Pidió un mes de vacaciones y las aprovechó para meterse de todo lo malo y aplicarse el antídoto… Igual que el gato. A partir de ese momento, Berto, sintió terror. Miraba por la ventana de su casa y le pareció ver que alguien lo espiaba desde la esquina. No era el mismo hombre, se turnaban. Apenas salió de su casa sino un par de veces para comprar víveres y la sensación de ser seguido aumentó. Una vez en la cola del supermercado había detrás de él un joven de aspecto deportivo, bien vestido. Berto se dio cuenta que bajo la camisa llevaba una camiseta con el logo de la empresa. Pagó apresuradamente y se fue a su casa. En ese momento se vio perdido y decidió contactar con Araceli…”.

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3 COMENTARIOS

  1. Bueno, el primer emperador de la China unificada, Qin Shi Huang, quería vivir para siempre y consumía un compuesto formado por un 85% de mercurio y un 15% de azufre (cinabrio), allá por el año 210 a.C.
    Y es que la preocupación por alargar el período vital humano ha llenado de leyendas e historias las culturas mundiales con relatos espectaculares.
    Aunque yo creo que el secreto está en tomar una cucharada o un vasito de aceite de oliva virgen extra (variedad Arbequina) en ayunas diariamente, como hacían los pescadores de Creta en la década de los años 60.
    Al principio, cuesta un poco, pero luego te acostumbras.
    Seguimos muy atentos……

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