La mujer del Valle (8)

¿Pero quién la mató? ¿Y por qué la policía no supo dar con el asesino? Quizá si hubiera sido una muchacha noble, de alcurnia fina, tal vez, ya estaría entre rejas su verdugo, pero todo se quedó en pesquisas, que si un camionero de paso, que si un esquizofrénico del barrio donde vivía la desgraciada al que le daban accesos de ira incontrolada incluso contra sí mismo, que si….
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La mujer del Valle

Manuel Valero

Capítulo 8

Todo fueron meras especulaciones dentro de la lógica formal que plantea todo asesinato. En un crimen siempre hay una víctima, un modus operandi, un autor o autores que a veces son meros brazos ejecutores de un autor intelectual y, sobre todo… un móvil que es lo que da razón a la sinrazón. Cuando la víctima es una muchacha joven el resorte mecánico de la sospecha apunta a un miserable violador o a un psicópata, o al novio despechado o a otro anterior por celos o… A Charito Puente la mataron, sí, pero no se descubrieron trazas de agresión sexual, su sexo también estaba intacto, y en sus dedos se encontraron restos de piel. Los comentarios en la calle, algunos de los cuales afirmaban que bebían de la propia investigación policial indicaban que la chica fue sorprendida cuando bajó a depositar la basura y alguien la abordó de vuelta al bloque obrero en el que vivía, desde el contenedor, a escasos metros del portal. Trató de abusar de ella, la muchacha comenzó a gritar, pero se quedó en un grito interrumpido porque su agresor le tapó la cara con tanta fuerza que la asfixió, luego, creyendo que se había desmayado, la atacó con una piedra que arrancó de la calle y la golpeó en la cabeza y en el pecho por temor a que lo hubiera reconocido. Y en eso se quedó. El suceso fue la comidilla de la gente hasta que poco a poco se fue olvidando colectivamente sin que desde la policía partiera la feliz noticia del descubrimiento y la detención del criminal. Como es habitual en estos casos, la probable tesis de una agresión sexual frustrada dio paso a otras teorías, a cual más descabellada: que si la muchacha había conocido a un joven que trapicheaba con las drogas, que si se había encaprichado de un gitano guapo y había cortado la relación adolescente con un vecino que la mató por celos, que si se trató de un secuestro tan frustrado como la misma violación por un señor muy rico de Madrid que practicaba reuniones esotéricas y orgías diabólicas… La gente no tiene conocimiento, Capitán. La mató un hijo de puta que quiso desprecintar su inocencia y no pudo. Abdón se quedó en suspenso, como si le hubiera dado un aire. El galgo ladró una vez para rescatarlo de su ensimismamiento y Abdón sacudió la cabeza y le respondió con la expresión del sorprendido. ¿Eh? Ah, sí, Capitán, pues eso que hay gente muy mala por el mundo. El chucho ladró dos veces, como afirmando. ¿Pero cómo fue que nunca más se supo de aquello?
Capitán acentuó el interrogante con otro solitario ladrido que Abdón interpretó como un humano, no sé.

El viejo nonagenario deseaba una curativa desmemoria, incluso si viniera de la mano de esa terrible enfermedad que deja a quien la padece en mitad del océano del folio en blanco de su vida. Y ahora lo recordaba de nuevo, con una frescura de vísperas, tanto, que tras la aparición del cuerpo de Araceli Olmedo sintió una extraña náusea y el vértigo de una alucinante relación entre las dos muertes. La de la niña patera, vulgar, poco agraciada, y el de la chica elegante, fina y selecta que enseñaba a bailar en su propia academia. Si hubiera habido antes los adelantos de ahora habrían dado con ese malnacido, pero entonces no se tenían tantos medios, ni humanos, ni técnicos. Figúrate, ahora cogen un pelo, un trocito de piel, un diminuto coágulo de la herida de una víctima y le sacan el ADN, que es como el carné de identidad de las personas, porque no hay dos personas iguales. ¿Lo entiendes, Capitán? ¡Guau! Perro listo.

El joven policía y el viejo lúcido se hicieron compadres. Hasta el punto que Abdón parecía un miembro más del equipo investigador y estaba tan al tanto de las pesquisas y los avances de la investigación que los propios periodistas lo llamaban para recabar datos del suceso. Lo llamaban a él, antes que a la policía. Pero él nunca decía nada y eso aumentó la confianza que en él había depositado Wen Sil, el policía joven, aun contra las advertencias de sus superiores. ¿Y qué se sabía? Nada. Pero cogerán a los autores, estoy seguro de ello, chucho. Ahora es distinto. ¿Viste la feria de luces en el sitio de la Mina Pedrisco a las pocas horas del hallazgo? Impensable en aquellos tiempos. ¡Si vivía Franco! ¡Guau, Guau, Guau! Fueron tres ladridos. No, ya no vive por más que lo reediten en algunas televisiones, Capitán. Pero cuando lo de la Charito… Abdón calló de nuevo y otra vez ladró el perro. ¿Eh…? Sí, cuando lo de la hija de la patera había otro modo de tratar esas cosas. No había tanto flujo de información como la hay hoy. Y el régimen tampoco era muy partidario de que se aireasen los crímenes, así como así, para dar la sensación de que todo estaba en calma, bajo control. Verás, hoy por ejemplo, una persona que viva en Rusia, puede acceder a las noticias de los medios de la provincia con sólo un clic del ratón. ¡Guau! Sin embargo, aquel suceso no salió de los límites de la provincia. Unas cuantas reseñas en el periódico de entonces y luego… el vacío, el olvido. El olvido es la muerte definitiva, perro. Mi esposa Mercedes vive conmigo todos los días, porque todos días me acuerdo de ella. Así que no hay más que esperar. Hace una semana de lo de la chica fina y ha salido, incluso en los periódicos y las teles nacionales. Te apuesto un hueso de jamón a que en quince días el caso está resuelto. ¡Guau, guau!

Al día siguiente apareció el bolso, un bolso de piel buena, de tono amarfilado. Lo encontraron a unos dos kilómetros de allí cuando ampliaron el peinado de la zona, entre unos arbustos cercanos a la cuneta de la carretera comarcal que atravesaba el Valle.

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2 COMENTARIOS

  1. En materia criminal, el ADN se empezó a utilizar en el año 1985. Obviamente, desde entonces, las técnicas han evolucionado mucho pero aún sigue habiendo dos limitaciones: la cantidad y calidad del material recogido en la escena del crimen y el plazo de respuesta.
    Aunque, bien es cierto que la idea franquista sobre estos acontecimientos era que si no se difundían estos hechos delictivos, parecía que estábamos mejor gobernados.
    Por cierto, el análisis de los restos de piel hubiera sido definitivo para la genética forense.
    Seguimos muy atentos…..

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