Jesús Millán Muñoz.- Es cierto y evidente, que todo ser humano, en un momento determinado, sea adulto o joven tiene un corpus de ideas y conceptos y enunciados que forman parte de su ser y de su estar. ¿La cuestión es de las cientos o miles de ideas o conceptos que tenemos sobre múltiples aspectos de la realidad, tanto interior, como exterior, es decir, de nosotros mismos, de la sociedad, de los otros, de la naturaleza, de la cultura, la metafísica…, son ciertas o son verdaderas o en qué grado son verídicas, demostradas, verdaderas…?
Puede que muchas personas duden de su memoria, pero como diría Descartes, nadie duda de su inteligencia, y en menor medida de su saber. Igual que tenemos una presencia física, una situación, que yo denomino personalidad física, personalidad psicológica, personalidad económica, personalidad moral o ética, personalidad social profesional, personalidad cultural también tenemos lo que podríamos indicar el Mundo mental, de los tres mundos que Popper nos indicaba, uno desde luego es el Mental Cultural. Ese magma o volcán o mar o galaxia de ideas y enunciados y conceptos y percepciones y deseos que creemos son verdaderos y con los que intentamos remar en el mundo.
La cuestión es que a cierta edad, pongamos en la madurez, sea en la primeras fases o en las últimas, todo ser humano tiene un bagaje cultural y experiencial, con lo cual, ya se ha hecho una estructuración y definición del mundo. Ya está situado en el mundo con una filosofía y una metafísica, o dicho de otro modo, ha escogido una interpretación del mundo, de todos los mundos que están en el mundo, del mundo físico propio, del mundo psicológico, del social, del cultural, de la naturaleza, del presente, del pasado, del futuro, de la metafísica, incluso de Lo Otro.
¿Pero la cuestión es percibimos con claridad el lugar económico que ocupamos en el mundo, puede que también el lugar estético de nosotros mismos en la realidad social, puede que el estrato social, pero sabemos exactamente si nuestras convicciones más profundas, ideas y conceptos y enunciados que nos definen tienen un grado suficiente de veracidad, verdad, de posible demostración…?
Puede que nuestra bagaje de ideas o conceptos o percepciones o deseos, tanto los que se mueven en los terrenos de las distintas esferas del saber, ciencias, tecnologías, filosofía, artes y estéticas, religiones y teologías, cultura y culturas en general, nos hayan venido, por una serie de parámetros que debemos describir mínimamente: primero, nuestro componente original genético psicológico mental natural, nuestro entronque familiar ambiental u origen familiar, nuestra situación cultural o educativa o sistema educativo por el que hayamos transitado, nuestra situación profesional y laboral y social, nuestra cultura de origen o ambiental, actual e histórica, nuestra realidad o realidades experienciales o existenciarios que nos diría Heidegger, o nuestra existencia, como indicaría Sartre en su multiplicidad de interpretaciones, nuestros intereses o fines o metas…
Todas estas áreas o niveles o conjuntos de realidades, y otras, forman y conforman, una mezcla de combinados que conforman un magma o volcán que constituyen nuestras ideas y conceptos y enunciados básicos, primarios y secundarios. Ese mundo racional e irracional, en parte demostrado, en parte no demostrado.
¿Pero la cuestión sigue en pie…? ¿Cree usted que ese conjunto de ideas o enunciados básicos, que esencialmente, pueden ser una o varias docenas, y que después se despliegan en cientos de enunciados secundarios, interrelacionados unos con otros, algo así como los principios de la famosa Ética de Spinoza, una concatenación, de principios y máximas y corolarios y demostraciones, cree usted que tienen la suficiente demostración o demostrabilidad, argumentación y por tanto, suficiente grado de verdad y de bondad, y por consecuencia de racionalidad, prudencia, mesura, utilidad…?
Porque para terminar, no estamos tratando un tema baladí, ni secundario, sino es esencial, según el nivel económico o social o cultural o psicológico así se percibirá usted a si mismo, y así percibirá usted el mundo. Por tanto, según esa masa de ideas y enunciados que usted tiene o cree tener, con esa cantidad de ideas o conceptos o deseos o pasiones o percepciones o intereses o fines o metas, usted se inserta en el mundo, cree lo que usted cree ser, cree lo que los demás creen que son, lo que la Naturaleza es o puede ser, la sociedad y la cultura y la historia, e incluso lo que pueden ser o no ser las cuestiones metafísicas.
Terminemos con una pregunta, ¿pensamos las ideas que tenemos, pero al mismo tiempo ellas nos piensan a nosotros, y con ellas pensamos todo, el interior y el exterior, el presente y el pasado y el futuro?