El programa “Ópera al aire libre 2018” arrancó ayer sábado en el Paseo del Prado al anochecer con la retransmisión de la ópera “Manon Lescaut” de Giacomo Puccini, dentro del proyecto “Liceu a la fresca”. “Manon Lescaut” es un drama lírico en cuatro actos con libreto de Doménico Oliva y Luigi Illica.
El aclamado tenor norteamericano Gregory Kunde, en el papel de Des Grieux y la soprano ucraniana de fama internacional Ludrnyla Monastyrska ocupan los principales papeles de esta coproducción entre el coliseo barcelonés, el Palau de les Arts de Valencia y el Teatro San Carla de Nápoles, con la Orquesta Sinfónica y Coro del Gran Teatre del Liceu.
Se trata de una historia sobre contradicciones y renuncias. La acción nos sitúa en el contexto de la inmigración de principios del siglo XX con el recuerdo de Ellis Island como trasfondo. Inspirada en la novela homónima del abbé Prévost, Puccini obtuvo con “Manon Lescaut” su primer gran triunfo. La historia de la ascensión y caída de la cortesana Manon fue escrita con una música arrebatadora, fiel a los principios del verismo y con el justo desgarro en páginas como la célebre aria «Sola, perduta, abbandonata» del cuarto acto.
BICENTENARIO TEATRO REAL
Además, Ciudad Real se sumará a los actos del Bicentenario del Teatro Real con la retransmisión de la ópera “Lucia di Lammermoor”, de Gaetano Donizetti, el sábado 7 de julio en el patio del Museo Manuel López-Villaseñor desde las 21:30 horas. También media hora antes habrá una introducción a la obra a cargo de Alberto Muñoz.
“Lucia di Lammermoor” es un drama trágico en tres actos con libreto de Salvatore Cammarano, basado en la novela “”The bridge of Lammermoor” de Walter Scott.
La trama gira en torno a una joven enamorada que cae en la más profunda desesperación al verse acusada por su amante de traición por haberse casado, contra su voluntad, con otro hombre. Lo que el amante desconoce es que las nupcias se celebraron bajo una falsa presunción de infidelidad. El dolor que inunda a la joven la abruma hasta el punto de hacerla enloquecer, dando pie a una de las escenas más célebres de la historia de la ópera, tanto por su genialidad musical como por el nivel de introspección psicológica que revela. El ineludible trágico desenlace rubrica una obra que, sin atisbo de duda, mantiene hoy intacta su capacidad para emocionar.
Una atractiva velada.
Hay que tratar de que la Ópera vuelva a ser lo que fue, un gran espectáculo popular…..
Se ve que la ópera es también solo cosa de hombres. Porque el mundo rancio no ha aparecido por aquí a despotricar.
Buena iniciativa.
Magnifica idea, felicitaciones.