Manuel Cabezas Velasco.- Cuando ya parecen asomar los primeros rasgos de un incipiente estío, volvamos la vista atrás para recordar lo que sucediera en un mes de abril de algo más de una centuria.
Iniciado el siglo XX, los hermanos Wright lograron levantar el vuelo en un avión por vez primera. Era 1903. Una década después, entre los aviadores que surcaban el firmamento de la península ibérica hallábase un francés llamado Henri Tixier, el cual realizó un vuelo en el año 1913 en el raid Sevilla – Madrid. En dicho trayecto encontrábase nuestra capital como una de sus escalas, y el acontecimiento mereció el conveniente recibimiento de las autoridades para personaje tan ilustre. Era un 24 de abril.
La visita – que un año antes había sido precedida en las ferias y fiestas de agosto por la participación de su compatriota Lacombe en la “Fiesta de la Aviación” –, no estaría exenta de dificultades, pues antes de hacer escala en Ciudad Real, una emergencia en forma de temporal obligó a dicho piloto a parar en la localidad de Fuencaliente.
En la prensa de la época se reseñaba el azaroso viaje del aviador Henri Tixier, de la siguiente guisa:
“El aviador Enrique Tixier efectuará dentro de breves días, en un monoplano, un raid desde Sevilla á Madrid, con escala en Ciudad Real.
A partir de Córdoba se elevará a una altura de unos 2.500 metros, con objeto de cruzar Sierra Morena, en donde pretende salvar sin riesgo las fuertes corrientes de aire que la cruzan”.
“SEVILLA – MADRID
Ciudad Real 25, 11 mañana. El aviador Tixier salió de Almodóvar del Campo á las nueve y cuarto, llegó á las nueve y cuarenta a ésta y aterrizó en la Granja Agrícola, donde esperaba numeroso público, que le ovacionó.
Ha dicho el aviador que al pasar por Sierra Morena se elevó á 3.000 metros; y que sintió un frío muy intenso; la temperatura era de cuatro grados bajo cero.
Mañana, á las ocho, saldrá en dirección á Madrid para aterrizar en el aeródromo de Cuatro Vientos.
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Ciudad Real 25, 8 noche. A las cinco y media de la tarde se elevó Tixier á 800 metros de altura. Dio dos ó tres vueltas majestuosas sobre la población, y cuando parecía que iba á aterrizar se elevó de nuevo rápidamente entre una clamorosa ovación del público. Tixier contestaba saludando desde el aparato.
A los quince minutos aterrizó con gran precisión.
Poco después se celebró un banquete de 80 cubiertos en honor del aviador. Asistieron las autoridades, diputados, concejales y periodistas. Brindaron el alcalde y los gobernadores militar y civil.
Mañana, á las siete, saldrá para Madrid” [1]
Otra referencia sería:
“Los primeros días de la semana, han sido de gran animación en Ciudad Real.
Inopinadamente se supo que el aviador (H)Enri Tixier, proponíase llevar á cabo un raid, partiendo de Sevilla, haciendo escala en Ciudad Real y dando por finalizado su viaje en el Aeródromo de Cuatro Vientos, en Madrid.
Esto de la aviación no era desconocido en Ciudad Real, pues ya por la feria del año pasado, tuvimos ocasión de presenciar los vuelos de Lacombe, piloto que vino precisamente, á sustituir a Tixier que era el contratado.
No tenía pues, lo del raid la novedad de lo desconocido, pero sí constituía lo súbito, el carácter de lo improvisado, y allá fue el vecindario al campo de la Granja Agrícola, y de ahí la animación observada…” [2]
La expectación del viaje de Tixier se vería reflejada en la prensa nacional más allá incluso que en la capital del reino. Así se refería tal suceso en La Vanguardia:
“Ciudad Real
Esta tarde se esperaba la llegada del aviador Tixier. A las cuatro, un gentío inmenso volvió al campo de la Granja. Decíase que Tixier había salido á la una y media de Córdoba. Acaba de recibirse un telefonema en que el aviador dice que no puede llegar. Añade que el aplazamiento obedece á la rotura del motor y anuncia su salida probablemente para mañana. De emprender el viaje, avisará su salida de Córdoba. El público ha resultado chasqueado ya dos veces.- Romero” [3]
Y también:
“El viernes pasado llegó por fin, á esta capital, el aviador Tixier, que nos ha tenido en una expectación continua durante varios días.
El aterrizaje del intrépido piloto fue presenciado por un inmenso gentío que aplaudió la pericia revelada por este hombre, que ha tenido que surcar el espacio en días de viento, de lluvia y aguantando un frío propio de los países árticos.
Para solemnizar la llegada y en su honor, fue obsequiado Henri Tixier con un banquete organizado por el alcalde Sr. Pérez Molina.
Al acto asistieron numerosas personalidades de la capital, y llegados los brindis, hicieron uso de la palabra los señores Pérez Molina; Jordán, Gobernador Civil de la provincia; Comandante Militar; Teniente fiscal de la Audiencia, Arredondo, Cueva y García Catalán.
Todos ellos ensalzaron los progresos que hace la aviación y elogiaron á Tixier.
Este brindó también para dar las gracias, no solo por el banquete, sino por las facilidades que se le habían dado para hacer el viaje…” [4]
El raid se vería coronado con éxito al tomar tierra en el aeródromo de Cuatro Vientos, Madrid. Había partido de Ciudad Real a las siete y veinte de la mañana y llegaba a la capital del Reino a las nueve y dieciséis minutos y cuarenta y tres segundos. El vuelo estuvo exento de dificultades, si exceptuamos el viento de costado de unos 50 kilómetros que hubo soportado. Así lo reseñaba el diario ABC:
“LA CONQUISTA DEL AIRE
TIXIER EN MADRID
Ayer mañana llegó, sin novedad, al aeródromo de Cuatro Vientos el aviador francés Henry Tixier, dando por terminado felizmente su raid Sevilla – Madrid.
Salió de Ciudad Rea á las siete y veinte de la mañana, y después de un viaje relativamente feliz, pues en la última etapa le molestó mucho un fuerte viento de costado, aterrizó en Cuatro Vientos, en donde los capitanes Marrón y Kindelan, profesores de la Escuela de Aviación, y varios alumnos que esperaban su llegada, le prestaron toda clase de atenciones.
El aviador cambió de ropa, y marchó en seguida á su hospedaje.
Se muestra muy agradecido á las atenciones que con él han tenido en Sevilla, de donde salió; en Fuencaliente, donde tuvo que aterrizar por habérsele averiado el motor; en Ciudad Real, donde se detuvo para descansar, y, finalmente, en el aeródromo de Cuatro Vientos.
Es posible que hoy realice Tixier algunos vuelos en Madrid” [5]
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Las cuestiones dinásticas siempre han mostrado posturas enfrentadas a la hora de defender a una u otra candidatura para enfundarse la corona regia.
En el siglo XIX, centuria levantisca por excelencia de nuestro suelo patrio, protagonistas en el ámbito político fueron de estas disputas numerosos miembros del ejército. De ahí de que se hablasen del siglo de los espadones. Claros ejemplos habría, incluidos en nuestra provincia, el Regente Baldomero Espartero, o, en el caso que nos ocupa, alguien que defendió la causa carlista: el General Sabariegos.
Reseñado queda el origen en la misma página del ayuntamiento de la población que le vio nacer: Piedrabuena. De esta guisa es referido:
“En la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de esta Villa de Piedrabuena, en diecinueve días del mes de abril de Mil Ochocientos Diez, yo D. Antonio Matheos, Presvítero ayudante de cura de esta Parroquia, bauticé solemnemente un niño que nació hoy día diecinueve, a las cinco de la madrugada, hijo legítimo del Licenciado Don Eusebio Sabariegos, natural de Ciudad Real, y de Dola Josefa Sánchez, su mujer natural de esta Villa, y al que puse por nombre Eusebio Vicente Francisco, fue su madrina Francisca Cabrera…
Así consta en el libro del Archivo Parroquial de Piedrabuena del acta de bautismo de quien luego sería el general Sabariegos; fiel durante toda su vida a la causa más pura del carlismo” [6]
Otras publicaciones parecen contradecir dicho origen y así lo refiere La Ilustración Española y Americana:
“Nació en Portugal, el 19 de Abril de 1810, hallándose sus padres emigrados á causa de la invasión francesa, hizo en Ciudad-Real sus primeros estudios, dedicándose además con noble afán al cultivo de las bellas artes…” [7]
Sin lugar a dudas, el motivo de apuntar tan lejano origen en la prensa nacional cabría relacionarlo con las numerosas ocasiones en que tuvo que refugiarse en el país vecino por la defensa de la causa carlista. Aunque sus raíces piedrabueneras estuvieran fuera de toda duda.
Sin embargo, la formación académica referida sí estaba vinculada con el mundo de las letras, aunque luego desembocase en la vida militar.
Después de su formación en Filosofía y Bellas Artes en la capital ciudadrealeña, desde muy joven contraería matrimonio con la única hija de un coronel carlista, el apodado “el Locho”, llamado Manuel Adame. Así participaría Vicente Sabariegos en la primera guerra carlista, de la mano de su propio suegro. Obtendría el grado de Coronel Mayor del Regimiento de Tiradores de La Mancha, formando parte de manera sucesiva de los ejércitos del Norte, de la Mancha y de Aragón y Valencia.
Su lucha no cesaría tras la capitulación carlista en el Convenio de Vergara, continuando la lucha en las filas del general Cabrera, con cuyos batallones se retiró a Francia en 1840.
Llegó el exilio a Londres por entonces, frecuentando los círculos del pretendiente Carlos VI, quien le ascendería en el comienzo de la segunda guerra carlista a brigadier, siendo nombrado Comandante General de La Mancha. De 1847 a 1848 organizaría las partidas guerrilleras en La Mancha hasta que partiese derrotado a Portugal.
Sabariegos protagonizará sus primeras acciones en Piedrabuena a comienzos del año 1849 con el objeto de recabar más partidarios para la causa carlista. Así recorrería toda la provincia, haciendo acopio de caballos y dinero, siendo con toda seguridad sus familiares y amigos piedrabueneros grandes colaboradores en la misma.
En aquella época se rodeará de cabecillas facciosos como Madero, Cochuras, Barbilla y Riego el de Carrión para alcanzar el término de Torrecilla, cercano a Corral de Calatrava. Allí obtendrían caballos y reales de vellón en metálico para continuar la lucha. Otra facción sería levantada cerca de Toledo.
De regreso a la provincia ciudadrealeña, el diez de abril mantendrían una lucha cuerpo a cuerpo con armas blancas, ante la imposibilidad de usar las de fuego por las lluvias soportadas.
El coste de aquellas incursiones fue elevado: Cochuras moriría, los demás que montaban a caballo lograron huir. Entre ellos se hallaba Sabariegos, aunque herido, lo que le obligaría a ocultarse durante meses en la sierra. Tras su recuperación continuaría luchando hasta que su jefe principal, D. Blas María Royo, se entregase. Entonces se retiraría y se refugiaría en Portugal.
Mediado el siglo XIX y hasta la década de los setenta, el carlismo parecía estar en relativa calma, aunque siempre a la expectativa de cualquier tipo de levantamiento.
Tras la caída de Isabel II, el carlismo pareció reavivarse en La Mancha, tanto desde un punto de vista religioso como de bandolerismo. Los brotes carlistas se produjeron en toda la provincia, desde el mes de enero de 1869. Mediado este mes se daría en Miguelturra, poco después en La Cañada y en Carrión de Calatrava. Aunque su crecimiento se incrementaría en el verano. A mediados de julio habría violentos incidentes en los baños de Fuensanta, enfrentándose partidas carlistas y unidades de la Guardia Civil.
Sin embargo, sería un 23 de julio de 1869 cuando el general don Vicente Sabariegos levantase el pendón carlista en las inmediaciones de Ciudad Real. En Picón y Piedrabuena, con sus hombres sorprendería a la guardia civil y a las autoridades. La benemérita enviaría una columna en su persecución, encabezada por Tomaseti. Serían alcanzados cerca de Piedrabuena al día siguiente, entablándose una refriega en la que morirían varios facciosos y el joven teniente de húsares Núñez de Zuloaga.
Sabariegos recibiría la ayuda del general Polo, aunque no sería suficiente pues ambas partidas serían alcanzadas en los Palacios de Torroba, donde Polo quedó prisionero y las fuerzas que le acompañaban.
Nuevamente Sabariegos, ante tanta adversidad, se vería obligado a emigrar a Portugal, ¡ya por cuarta vez!, no sin antes burlas las celosas columnas que le perseguían sin tregua ni descanso.
A pesar de que en 1871 se reuniese una Junta de jefes del partido carlista, los insurrectos no conseguían tener una gran ventaja, aunque en 1873 la provincia de Ciudad Real se viera de nuevo invadida y recorrida por partidas carlistas de Merendón, Tercero, Rapilla y D. Regino Mergeliza, su comandante general. Estos cabecillas, con 250 hombres y unos cien caballos, lograron entrar en Porzuna y Piedrabuena los días 12 y 13 de agosto respectivamente, continuando por la comarca y cobrando en las poblaciones que encontraban el importe de un trimestre de contribución. El día 17 atacarían la columna del comandante Castaño cerca de la casa llamada <Majada Alta>.
La superioridad carlista propiciaría la reacción del Gobernador Militar de Ciudad Real, quien pediría una ayuda al Capitán General de un batallón y 200 caballos, aunque la respuesta de Madrid sería negativa.
Los medios coactivos que usaban los carlistas como el Jefe del Estado Mayor, Antonio Merendón, amenazando con asaltar e incendiar las poblaciones que se resistiesen, o Mergeliza impidiendo la entrega de los mozos a la reserva, no fueron suficientes para medrar como deseaban, salvo para distraer la atención del gobierno y las tropas, los federales de algunos puntos.
En noviembre de 1873, penetraría en Piedrabuena el cabecilla Infante, camino de Ciudad Real, apoderándose de 5000 pesetas pertenecientes a la Hacienda, además de gran cantidad de tabaco.
Durante este año, el general Sabariegos había sido nombrado Comandante General de La Mancha, Toledo y Extremadura, consiguiendo reunir en poco más de un mes más de cuatrocientos caballos y cerca de medio centenar de infantes bien regimentados y equipados con los que recorrería todo este territorio, penetrando en octubre por Urda y Fernán Caballero. En Almagro fracasaría, y un 6 de noviembre llegaría a la localidad toledana de Retamosa, donde serían sorprendidos por una columna. Allí el General sería herido, falleciendo tres días después al llegar a la población cacereña de Deleitosa.
El bando carlista en La Mancha y Extremadura recibiría un duro mazazo con su muerte. Así lo indicaban Juan Jiménez Ballesta y Nicolás del Hierro:
“Su muerte fue funesta para los carlistas de La Mancha y Extremadura, donde si se sostenían algunas partidas era por la impunidad que les ofrecía los montes, en especial los de Toledo, en los que podían permanecer con toda seguridad sin temor a ser sorprendidos, aún sin contar con el apoyo de los pastores” [8]
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El mismo año del épico raid Sevilla – Madrid en el que participase el aviador francés Henri Tixier, era alcalde de la ciudad el personaje que nos ocupa. Su mundo fue la enseñanza, aunque también la política. Había nacido un 25 de julio de 1868 en la localidad de Ciudad Real. Por Miguel Pérez Molina era conocido.
Remitiéndonos al último homenaje en forma de bosquejo biográfico por parte de Vicente Palomares García, cabe señalar su llegada a este mundo de la siguiente manera:
“Nació el 25 de julio de 1868 a las once de la noche en la calle Cuchillería núm. 6. Le pusieron por nombre Miguel Pedro Santiago Pérez Molina. Sus padres fueron Isabel Molina Antequera y Pedro Pérez Casado, de profesión carpintero (fue empresario de carpintería con un gran almacén de maderas, según me manifiesta Mª Ángeles García Velasco, familiar política actual y propietaria de la tienda y tostadero de café <Barrenengoa>). Los abuelos paternos se llamaban Blas Pérez y María Vicenta Casado, y sus abuelos maternos fueron Juan Molina y Juana Sánchez. Fue bautizado en la iglesia de San Pedro el 29 de agosto de 1868. Tuvo tres hermanos (Lorenzo, Ángel y José) y una hermana (Soledad). Era sobrino de don Dámaso Barrenengoa, ya que este estaba casado con doña María Pérez Casado, la cual era hermana de su padre. A sus tíos le unía un gran afecto, tanto es así que don Miguel está enterrado en su panteón” [9]
En el 150 Aniversario de su nacimiento, la prensa local tildaba a este personaje como “el gran desconocido”. Así se refería Laura Buitrago en La Tribuna de Ciudad Real de 1 de abril del presente año, señalando que “se cumplen 150 años del nacimiento de Miguel Pérez Molina, el ciudadrealeño fundador de la Academia General de Enseñanza y que dedicó toda su vida a buscar el cambio social y educativo de su ciudad natal, a la que idolatraba sobre todas las cosas” [10]
En este mismo artículo se precisaban los motivos que explicaban la notoriedad de este personaje y el por qué fuese digno de haberle puesto un nombre a uno de los colegios públicos más antiguos de la capital. Su relevancia en el mundo educativo y político justificaban, sobremanera, aquel acertado honor.
A pesar de que en su infancia no haya nada reseñable, dada la holgada posición económica de la que gozaba pudo adquirir una formación que le llevaría en 1894 a ser Licenciado en Ciencias Físico – Matemáticas, para iniciar al año siguiente la gran aventura que supondría la fundación de la Academia General de Enseñanza.
Así queda descrito dicho espacio cultural por Pilar Molina Chamizo:
“En Ciudad Real, desde el año 1895, existe un espacio urbano vinculado a la enseñanza y a la difusión de la Cultura. En pleno centro, junto a la plaza mayor, se ubica un solar, a cavado entre las calles Caballeros y Prado (actualmente pasaje de Pérez Molina). En este lugar instaló su sede la Academia General de Enseñanza, uno de los centros docentes más importantes de la capital y provincia desde finales del siglo XIX y durante todo el primer tercio del siglo XX. Fundada por don Miguel Pérez Molina, personaje de gran relevancia en la vida cotidiana de la ciudad: alcalde, senador, diputado y comendador de la Orden de Alfonso XII. En sus peculiares instalaciones se formaron muchas generaciones de Ciudadrealeños, hasta que los tristes sucesos acaecidos durante la Guerra Civil española y la muerte de su fundador, vinieron a terminar con un proyecto educativo pionero en la provincia. Tras albergar transitoriamente otras funciones, el deterioro producido en el inmueble determinó su demolición total. Convertido en solar durante muchos años, el azar determinó que nuevamente fuera elegido como espacio para albergar la sede de un muy deseado proyecto cultural: el museo provincial. Tras atravesar múltiples problemas, fue inaugurado en el mes de marzo del año 1982. Desde entonces, hasta nuestros días, salvando enormes dificultades, entre ellas un periodo de cierre que se prolongó siete años, nuevamente abre sus puertas como escenario de una gran variedad de proyectos expositivos, culturales y educativos, con una clara vocación de servicio social, teniendo siempre como punto de partida la defensa, custodia y difusión de nuestro patrimonio histórico provincial y regional” [11]
Continuando con Pilar Molina, cabe señalar la relevancia de la Academia de forma paralela a la propia vida de su fundador, siendo trasladada tras la guerra civil, fecha nefasta en la que fallecería el, por todos conocido, como don Miguel. Así, a su labor docente se uniría la de alcalde en los años 1912 y 1913 representando al partido liberal gasseista – de Rafael Gasset y Chinchilla, no confundir con Ortega y Gasset como en muchos mentideros se señala.
La importancia de la labor llevada a cabo por Pérez Molina – apunta la autora citada – obedece a que “en 1912 sus conciudadanos eran conscientes del enorme esfuerzo realizado por el alcalde para lograr, a pesar de las carencias económicas, solucionar el tema del abastecimiento de agua en la ciudad así como acometer importantes reformas urbanas” [12]
Siendo senador, comendador de la Orden de Alfonso XII, viajero y librepensador cercano al regeneracionismo, desde un punto de vista educativo trató de introducir un modelo educativo europeo, semejante al suizo, con el que paliar la difícil situación educativa de que adolecía su ciudad, siendo el analfabetismo la tónica dominante.
La labor realizada por la Academia, refiérese Pilar Molina, de la siguiente guisa:
“Complementando magistralmente durante décadas al Instituto al que estaba inscrita, la Academia General de Enseñanza creada por don Miguel permitía cursar además otros estudios: preparación militar para alumnos de cuota, clases de taquigrafía, correo y telégrafos, estudios de comercio, mecánico de automóviles, clases de esgrima, etc.” Para propagar dicha labor, “la Academia se sirvió de la prensa local y provincial para anunciar sus servicios. En septiembre del año 1912 Vida Manchega incluyó un amplio reportaje sobre esta institución cuyo análisis puede ilustrar a la perfección el proyecto educativo que Pérez Molina tenía en mente. El edificio en el que se fundó había sido construido por don Dámaso de Barrenengoa (tío suyo), próspero industrial de la ciudad, sirviendo antes para otros menesteres: Gobierno Civil, Casino y sede de la primitiva Diputación Provincial hasta la inauguración de su Palacio en el año 1893. El 1 de octubre de 1912 se inauguraba el XVIII curso académico <en el sitio más sano y céntrico de la población>.
El caserón, de estilo neoclásico, ocupaba una superficie de 4.000 metros cuadrados, con tres pisos y tres fachadas ventiladas por ciento cuatro huecos exteriores. Para colmo de bienes su posición cercana a los jardines del Prado era altamente beneficiosa para los alumnos…” [13]
Lo sorprendente de la figura de don Miguel Pérez Molina le llevaba a recibir críticas y alabanzas como señala Vicente Palomares [14]. Su constitución física era muy reconocible: persona alta, con barba muy poblada, bien vestido y elegante, en consonancia con su posición social, a pesar de una leve tartamudez. Su cultura, tolerancia, elegancia y educación tanto en lo personal como en lo público también le definían. Su cercanía le llevaba incluso a ser generoso con los más pequeños, contribuyendo generosamente en cuanto tenía ocasión. Numerosas reseñas se desprenden en las páginas del libro de Vicente Palomares, por lo que no me recrearé en ello.
Al ser una persona muy activa – remito nuevamente al señor Palomares -, teniendo entre sus preocupaciones la educación y el progreso de su ciudad natal, La Mancha y su país, ostentaría numerosos cargos y ocupaciones, no ya sólo como director y propietario de la Academia General de Enseñanza, sino también como profesor de Dibujo en el Instituto de Ciudad Real, ayudante de la Estación Meteorológica capitalina, alcalde de la misma, presidente del Casino, Jefe del partido liberal en la capital, senador del Reino por Ciudad Real, Presidente del Comité Provincial de Fútbol, fundador de la Sociedad Filarmónica, miembro del Club Rotario, delegado de los Servicios Hidráulicos del Guadiana o – más próximo al final de sus días – en 1938 sería nombrado presidente de la Cámara Oficial de Propiedad Urbana, entre otros muchos cargos y ocupaciones.
Poco después de haber sido testigo de la visita del intrépido aviador Henri Tixier, en julio de 1913 se acometería un censo de familias pobres, con objeto de conocer con mayor exactitud el grado de pobreza que soportaba la ciudad, al igual que ocurría en el resto de España.
Entre las medidas adoptadas como alcalde llevaría a cabo diversas obras públicas como acerados de calles, arreglo del camino de Alarcos, depósito nuevo de agua potable, reformas del mercado, instalación de pozos en La Poblachuela y alumbrado eléctrico en el Matadero Municipal. Además de todo ello, y aunque pudiera sorprender a muchos, la iniciativa del Parque de Gasset fue obra suya, aunque don José Cruz Prado recibiese tal atribución.
Su espíritu inquieto le llevaría a viajar por Europa a comienzos del siglo XX, coincidiendo con su amigo y paisano José Castillejo. Francia, Berna, Zurich,, Milán, serían visitados por ambos, sacando con ello muchas conclusiones de lo que quedaba por aprender en suelo patrio. Así nos indicar el señor Palomares que ambos “quedan sorprendidos de la educación y civismo que tiene la gente y enumera varios aspectos: la gente escucha los conciertos con religioso silencio, el orden público no se altera, se respeta todo, desde el árbol frutal que crece en la vía pública hasta el cisne del estanque y el gorrión que se baña a orillas del río” [15]
El regreso a Ciudad Real llevaría a ambos a explicar todo aquello que de novedoso habían observado. Castillejo lo intentaría llevar a cabo en la Institución Libre de Enseñanza, mientras que Pérez Molina lo haría en la Academia General de Enseñanza.
Tal impacto supuso para don Miguel que la consecuencia inmediata sería la contratación de un profesor suizo, don Amadeo Poisat, para llevar a cabo tan innovadores planteamientos pedagógicos.
La labor difusora y divulgativa no se haría esperar. Consecuencia de ello sería el Boletín de la Academia General de Enseñanza, con carácter anual, en donde se informaba de los resultados obtenidos por los alumnos, los estudios que se cursaban, haciéndose llegar a todas las familias de aquellos que estuviesen vinculados con el centro: alumnos, profesores, centros de enseñanza o prensa. Los boletines se continuarían publicando hasta 1936, siendo impresos en la conocida Imprenta Enrique Pérez de Ciudad Real.
Otra publicación consecuencia de aquellos vientos europeos de renovación pedagógica sería la revista Juventud Manchega, iniciada en 1921 con carácter mensual y que tenía por objeto propagar entre el alumnado la cultura y expresar sus inquietudes. Para ello se impulsaría la creación de una agrupación de antiguos alumnos. También tuvo su final al comenzar la guerra civil.
La labor llevada a cabo por la Academia continuaría con la II República y la guerra civil, a pesar de las dificultades por la orientación religiosa de carácter católico del propio don Miguel.
La puesta en común que había tenido como estudiante en Madrid con la llamada segunda generación de la Institución Libre de Enseñanza en las que se encontraban José Castillejo, Bartolomé Cossío, Lorenzo Luzuriaga o Fernando de los Ríos, le había conducido a intentar revertir la situación educativa en su propia ciudad, usando para ello los planteamientos de la Escuela Nueva (nada de castigos físicos, no humillar al niño, por citar algunos ejemplos), poniéndolo en práctica en la propia Academia que él fundó.
En cuanto a su vida social, dada la relevancia de su carga y la acomodada posición económica de su familia, gozó de gran cantidad de amistades en el mundo de la burguesía y del clero. Las celebraciones de sociedad como bailes y matinées eran habituales en los salones de la Academia. También se organizaban exposiciones de pintura, teniendo como colaboradores a los pintores Carlos Vázquez y Ángel Andrade.
Entre su círculo de amistades se encontraban el General Aguilera, Rafael Gasset, José Castillejo, Cirilo del Río. Asistía a las tertulias de la botica de Rafael Lamano o las que se realizaban en el Casino, el Gran Hotel u otros lugares de reunión, departiendo de política, tauromaquia, fútbol o ciclismo, entre otros temas.
A pesar de su ardua labor, el desengaño llegó a don Miguel en la política, pasando los últimos años de su vida enfrascado en su docencia, tratando de abstraerse de todo lo demás al centrarse en el trabajo.
En el año de 1939 las tropas franquistas entraban en la capital. Un 4 de abril de ese año, moriría, no siendo profeta en su tierra y casi olvidado, don Miguel Pérez Molina. Sus restos fueron enterrados en el cementerio capitalino, rodeado de los más cercanos, algunos amigos y antiguos alumnos, en el panteón de los Barrenengoa.
Al finalizar la guerra, la institución docente que supuso la Academia sufrió el traslado hacia el actual edificio ruinoso que ocupase atrás la Cruz Roja en la Ronda de Ciruela. Recibía entonces el nombre de Academia General de Enseñanza Media, aunque los planes educativos serían los implantados en el franquismo.
En el año 2015 el Colegio Público Pérez Molina celebró el 120 aniversario de la fundación de la Academia General de Enseñanza.
En el presente año, 2018, Vicente Palomares García rendía sentido homenaje al maestro de muchos, tales como Carlos Calatayud Gil, Emilio Bernabeu Novalbos, Enríque Richard Rodríguez, entre otros. Sus sobrinos – nietos José Pérez González y Juan Pérez Serrano, así lo agradecían al prologar en citado libro:
“Han pasado ya casi ochenta años desde que nuestro tío – abuelo Miguel falleciese en el año 1939. Nosotros también nacimos en Ciudad Real y nuestros primeros estudios también los hicimos en la capital, aunque no en su Academia ya que él había fallecido cuando iniciamos nuestra andadura estudiantil. A lo largo de tantos años hemos oído muchos dichos, comentarios y opiniones sobre lo que nuestro tío – abuelo hizo por la educación y por la ciudad. Nunca pensamos que alguien se pudise preocupar en realizar un estudio de su labor educativa, política, social y personal para podérsela contar a la familia, a todos los ciudadrealeños y a toda La Mancha. Es para nosotros y todos sus familiares un honor recibir la información que nos aporta en este libro Vicente Palomares y esperamos que sea de interés a todos los manchegos” [16]
MANUEL CABEZAS VELASCO
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[1] Diario ABC, viernes 18 de abril de 1913, p. 14. Diario ABC, sábado 26 de abril de 1913. P. 12.
[2] Vida Manchega. Revista Semanal Ilustrada. 24 de abril de 1913. Ciudad Real.
[3] La Vanguardia, 22 de abril de 1913. P. 11.
[4] Vida Manchega. Revista Semanal Ilustrada. 1 de Mayo de 1913. Ciudad Real.
[5] ABC. 27 de abril de 1913. Madrid.
[6] http://www.piedrabuena.es/cultura/personalidades/sabariegos.php
[7] La Ilustración Española y Americana. 24 de noviembre de 1873. Madrid, p. 707.
[8] JIMÉNEZ BALLESTA, Juan y HIERRO PALOMO, Nicolás del: Historia de Piedrabuena. Condicionamientos geográficos, población y misceláneas. Ayuntamiento de Piedrabuena. Ciudad Real, 1998. P. 215.
[9] PALOMARES GARCÍA, Vicente: MIGUEL PÉREZ MOLINA (1868 – 1939) y la Academia General de Enseñanza de Ciudad Real. Un proyecto de innovación pedagógica en La Mancha. BIBLIOTECA DE AUTORES MANCHEGOS. Diputación Provincial de Ciudad Real. Ciudad Real, 2018. P. 17.
[10] BUITRAGO, Laura: “El gran desconocido”, en La Tribuna de Ciudad Real, 1 de abril de 2018. P. 16.
[11] MOLINA CHAMIZO, Pilar: “UN ESPACIO PARA LA CULTURA: DE LA ACADEMIA GENERAL DE ENSEÑANZA “PÉREZ MOLINA” AL MUSEO DE CIUDAD REAL (1895-2015)”, en I CONGRESO NACIONAL CIUDAD REAL Y SU PROVINCIA. TOMO III. P. 239
[12] MOLINA CHAMIZO, Pilar: Op. Cit. P. 240.
[13] MOLINA CHAMIZO, Pilar: Íbidem Cit. P. 241.
[14] PALOMARES GARCÍA, Vicente: Op. Cit. Pp. 25 – 36.
[15] PALOMARES GARCÍA, Vicente: Íbidem Cit. P. 59.
[16] PALOMARES GARCÍA, Vicente: Op. Cit. P. 9.
Muy interesante. Siempre es bueno echar la vista atràs. Con los años las cosas se ven màs en perspectiva y con menos ‘mala leche’…….
Por cierto, Henri Tixier vivió en la calle Harinas de Sevilla y fue movilizado por la guerra del 14. Y murió en el frente……
A propósito, el carlismo siempre ha tenido su doble componente de lucha religiosa y de bandolerismo, tambièn en La Mancha……
Es cierto que D. Miguel Pérez Molina tuvo el empeño de que España saliese de su atraso cultural, económico y social…..
La lucha de los carlistas frente a los liberales tuvo una más importante componente social y económica que religiosa.
La política liberal de desamortizaciones afectó a campesinos con aspiraciones a convertirse en propietarios y a las tierras comunales de los municipios.
La Iglesia y el Municipio fueron usurpados por una burguesía liberal financiadora de la guerra frustrando el deseo de acceso a la propiedad de miles de campesinos.
Por eso el carlismo tuvo cierto éxitoen La Mancha. El campesino que trabajaba para los prioratos de las órdenes se vio desplazado en las desamortizaciones.
Y a ello se unía claro una razón religiosa, el progreso que vendía el liberalismo era selectivo…era solo para los suyos, nuevos terratenientes, modernos y anticlericales. Tenían que sustentar su arribismo de alguna forma ideológica.
Así que no hubo simples bandoleros y fanáticos religiosos, eran las clases más humildes que habían sido despojados de las tierras comunales de sus municipios y de las ventajosas condicionespara las que trabajaban en las tierras de la Iglesia.
Y había sido así durante generaciones. Por eso se hicieron además tradicionalistas observadores de la Monarquía hispánica. Dios, Patria, Fueros y Rey, por este orden.
El carlismo está mal estudiado y mucho menos entendido.
Siempre se ocultaron las ruinosas condiciones en las que las desamortizaciones sumergieron al mundo rural.
Lo cierto es que donde hubo carlismo, hubo curas y hay separatismo……
Se convirtieron en herejes e idólatras del naZionalismo.
Dónde hubo socialismo solo suele quedar ruina y miseria.