Regalan en los colegios 1.200 entradas para menores de entre 6 y 14 años para la corrida de toros de Feria de Daimiel

Tauroemoción quiere «fomentar» la asistencia de los niños daimieleños a los eventos taurinos «y crear, así, afición a los toros», según señala la empresa en una nota. Por ello, esta semana se van a repartir 1.200 entradas gratuitas, a los niños de entre 6 y 14 años, para la corrida de toros de Feria del día 2 de septiembre, en la que torean Padilla, Castella y el novillero Carlos Aranda.
Plaza+de+toros
Las entradas serán distribuidas durante esta semana, a la salida de los colegios de la localidad. El único requisito para recibir una entrada es que los niños tengan la edad requerida y que vayan acompañados de un adulto al evento.

Relacionados

41 COMENTARIOS

  1. Esto es vergonzoso tanto por parte de la empresa como el ayuntamiento dando entradas gratis para ver esa salvajada y más a menores en colegios que deberían estar estudiando y jugando no regalándoles entradas y por otra parte es vergonzoso el ayuntamiento gastándose dinero en un espectáculo que cada vez va menos gente y en cambio en conciertos que éramos la referencia gastan lo mínimo y no muestra interés en mejorar estamos a Junio y todavía no se ha presentado Daimiel en concierto, por otra parte en vez de inventir en toros que inviertan en arreglar el municipio que esta que da pena, esa es la herencia que deja el PP un pueblo abandonado y dejado sin ambiente en lo que lo primordial es gastar en toros.

  2. Torea Castella? Para mí de los grandes, lo vi hace poco salir por la puerta grande de Las Ventas.

    Entre 6 y 14 años y acompañados de un adulto. Libertad de pleno de los padres como dicta la Constitución en su artículo 27 para educar en sus valores y principios a sus hijos.

    Cuando mi hijo cumpla la edad requerida tambien lo llevaré conmigo. Y si quiere ir al fútbol, aunque no me guste demasiado, también lo llevaré.

    Cuando sean mayores de edad que decidan por sí mismos.

  3. Genial idea!

    A mi el que más me gusta es Carlos Aranda, un bonito cartel, con gran atractivo, destacando la presencia novillero que es el mayor atractivo de este magnifico cartel

  4. Solo una cosa, que luego publiquen las que han aceptado los padres y madres de menores ante la tortura de un animal. Me interesa muchísimo.

    A ver cuántas cogen regaladas. U sabremos qué educación quieren las familias para sus hijos.

    En mi entorno se les comerían con papas.

    • Y que las Consejerías de Educación y Sanidad (Servicios Sociales) también se pronuncien ante la asistencia de menores a espectáculos sangrientos donde se tortura y asesina un animal.

    • Y no te olvides…

      Que se señale a los padres que aceptan las entradas y llevan a sus hijos a los toros.

      Eso sería genial y va con tu estilo.

      El pensamiento único no puede tolerar desviaciones ni discrepantes.

      La Educación no es cosa de los padres sino del Estado y de quienes comulguen con lopolíticamente correcto.

      La realidad sin embargo, tiene vida propia.

  5. La Tauromaquia es una actividad legal y cultural en este país. Debemos respetar la libertad que tienen los padres para llevar a sus hij@s a los festejos taurinos.
    No está prohibido que l@s niñ@s acudan a los toros. La Ley 10/1991, de 4 de abril, no establece limitación alguna a este respecto.
    En definitiva, como derecho constitucional de tod@s l@s español@s, el acceso a las manifestaciones de la tauromaquia, entre ellas y muy principalmente las corridas de toros, no puede ser restringido en aras a un fin carente de rango constitucional fundamental…

    • Pues nada Charles, ya sabes, entradas gratis para tus niños. A disfrutar de cuando le clave la lanza el picador: mira hijo, ahora le están jodiendo la columna porque el torero no tiene huevos a ponerse delante.

      Ahora le están mareando y pinchando banderillas porque es muy bonito al ritmo de la música.

      Y, por fin, una vez mareado y desangrándose, le van a meter una espada a través de los pulmones y el corazón para que muera ahogado o infartado.

      Vaya hijo, el torero es muy malo y ahora le tienen que destrozar el cerebelo con un cuchillo que se llama puntilla. Ea, ya sabes, las corridas baratas traen a malos toreros.

      Y así, Charles y sus hijos habrán disfrutado de una tarde de tortura.

      Fantástico!

        • La esclavitud tambien era una actividad legal y cultural, al igual que echar cristianos a los leones …

        • «Simplista». Con dos cojones, Charles. Dime solo una de las cosas que he escrito que no ocurra.

          Pero no te preocupes, que como yo solo escribo simplezas, te pongo un texto de Luis Gilpérez, de Asanda (Es largo):

          LA PUYA

          Si un profano tuviera que diseñar un objeto punzante para «picar» el morrillo de un toro, seguramente se decidirí­a en primer lugar por la forma cónica, como la punta de un lápiz. Pero en la práctica se encontrarí­a con dos problemas: por un lado, para mantenerla afilada tendrí­a que recurrir al mismo o similar procedimiento que se utiliza para afilar lápices, y ésa es una operación difí­cil de realizar a una punta de acero. Por otro lado, al clavar una puya cónica en el morrillo, se infringirí­an heridas tan profundas y anchas como la longitud y anchura de la puya, pero poco sangrantes, ya que dicha forma geométrica se introduce con facilidad entra las fibras musculares, apartándolas sin cortarlas.

          Para solucionar el problema del afilado, la puya taurina recurre a la forma piramidal, con tres aristas (figura 1) Así­, con una simple lima se pueden tener los filos siempre a punto y el extremo tan punzante como se quiera. Pero sobre todo, este diseño se introduce en el músculo cortando las fibras en vez de separándolas, y la herida provocada es por tanto mucho más sangrante. Sin embargo aparece un nuevo inconveniente: como la dirección en la que empuja el toro y la que empuja la puya son casi opuestas, la resultante para un instrumento con filos cortantes serí­a hacia la penca o zona trasera del animal. Es decir, provocarí­a un tajo que abrirí­a el lomo del toro en dos, y un animal herido así­, presentarí­a un aspecto excesivamente espectacular. Otra vez la inventiva taurina encuentra solución[1]: la pirámide se reduce a una pequeña punta de 24 milí­metros de largo, seguida inmediatamente de un cilindro de madera de 6 centí­metros de largo, sobre el que se envuelve un cordel de cáñamo de 3 milí­metros[2]. Ahora tenemos una punta piramidal que entra cortando el músculo pero, inmediatamente, a medida que el picador empuja, comienza a introducirse la zona encordada, impidiendo que los filos tajen lateralmente. Y con una ventaja añadida: el encordamiento se comporta como una sierra de dientes abiertos, causando un destrozo importante en el músculo y en sus vasos sanguí­neos, y por tanto, una hemorragia enorme.

          Pero aún queda otro detalle que, en su minuciosidad, el Reglamento no olvida[3]: la vara en cuyo extremo se monta la puya, debe estar alabeada (torcida) y la puya montada de forma que una de las caras de su pirámide quede en el sentido de la parte convexa. ¿Para qué esto? Pues para que la puya, antes de que pueda cortar superficialmente sobre la piel del animal cuando se produce el encuentro con la misma, se introduzca con rapidez dentro del músculo, ya que el aludido alabeo obliga tanto a que la puya mantenga una trayectoria menos aguda (como si el picador estuviera situado a mayor altura) como a que ninguna de sus tres aristas pueda tajar hacia la penca (figura 2). Repetimos que el Reglamento muestra una minuciosidad envidiable para cualquier sádico.

          Y esto no lo es todo. ¿Cómo explicar que una puya, con una longitud total hasta el tope de 8,4 centí­metros, y una anchura máxima de 3 centí­metros, pueda causar heridas de entre 20 y 40 centí­metros de profundidad, y de unos 9 de anchura?[4]. La propia blandura de un músculo como el morrillo, que cede hundiéndose bajo el peso del picador sobre el breve tope de la puya (el llamado efecto «acordeón») o el acertar un segundo puyazo sobre el agujero ya provocado por el anterior, es a veces suficiente. Pero en caso necesario, interviene la pericia del picador, que si recibe la pertinente orden del matador, inicia un movimiento de vaivén con la vara[5], al tiempo que empuja lateralmente para agrandar la herida. Cuando consigue que uno de los extremos de la cruceta que hace de tope (y que sólo sobresale 5 centí­metros por cada lado) se cuele por el boquete, lo aprovecha como punto de apoyo y ya puede profundizar lo que quiera, manejando el tope como un sacacorchos[6] («barrenar» en su jerigonza). Claro que tiene que cuidar que cuando el toro se separa, no se engarfie la cruceta en la carne y le arranque la vara de las manos, lo cual ocurre de vez en cuando. El que en ocasiones un toro resulte muerto por los puyazos[7], o más frecuentemente quede cojo o semiparalizado por haberle machacado la escápula o una vértebra[8], no deja de ser un «accidente», acaso intencionado, pero que desdice poco de un refinado instrumento que cumple perfectamente su cometido: desangrar parcialmente al toro, reducir considerablemente su fuerza, obligarle a humillar la cabeza y permitir al matador simular su valentí­a.

          LAS BANDERILLAS

          El que haya tenido que presenciar una corrida de toros, habrá observado que los palos de las banderillas ocasionan ciertas incomodidades a los matadores: les golpean en el pecho y, a veces, en la cara. Por ello leí­mos en cierta ocasión la propuesta de un aficionado, sugiriendo el fabricar las banderillas de forma que los palos cayesen al suelo una vez que la parte metálica se hubiera clavado en la carne del animal. Eso demuestra que dicho aficionado, al igual que otros muchos[9], no tienen ni idea de como «funcionan» las banderillas.

          El pincho de acero, por sí­ mismo, representa poco «castigo» para el toro. Sus 60 milí­metros de largo[10] (80 en las banderillas negras[11]) provocan un dolor fuerte e inmediato, pero breve. Si no entra por el mismo boquete producido por un puyazo anterior, no puede alcanzar ningún órgano vital[12]. Pero su primer refinamiento está precisamente en el palo: una vez que el hierro ha entrado en el músculo, cualquier movimiento del toro se traduce en una oscilación del palo, oscilación que éste (el palo) transmite como un brazo de palanca al hierro. Así­, el hierro no deja de hurgar, cortar y herir por dentro, provocando lo que debe ser un continuo tormento: Para que la banderilla no se desprenda de una herida cada vez más amplia, en su punta lleva un arpón de 16 milí­metros de ancho (20 en las negras) similar en las formas a los anzuelos de pescar (figura 3) Este arpón se engarfia de tal manera en la carne, que, para quitarlo, los banderilleros tienen que auxiliarse con frecuencia de alicates.
          Estamos por lo tanto ante otro instrumento muy refinado, que cumple su trabajo de una manera oculta y silenciosa, pero con total eficacia.

          EL ESTOQUE DE MATAR

          Sorprendentemente, el Reglamento Taurino es muy parco en la descripción de este mortal instrumento. De él sólo dice que «tendrá una longitud máxima de acero (sic) de 88 centí­metros desde la empuñadura a la punta» (artí­culo 66.1 del citado Reglamento). Aparte de evidenciar que tampoco la sintaxis es un punto fuerte de los taurinos, deja en el tintero dos caracterí­sticas esenciales que diferencian el estoque taurino del original estoque. En primer lugar, la hoja, de anchura no especificada, lleva sus aristas biseladas en el mismo sentido que el tope de la empuñadura (el verdadero estoque es simplemente una varilla aguzada). Esto permite que se pueda introducir con facilidad entre las costillas del toro a la vez que provoca graves lesiones internas con sus cortes laterales. El considerable aumento de peso que provoca esta forma con respecto a la original, lo suplen los matadores utilizando estoques de madera excepto en el momento preciso de «entrar a matar» (para lo cual deben presentar certificados médicos dando fe de lesiones en las muñecas, certificados que en estos momentos poseen la totalidad de los matadores en activo…).

          Pero la mayor muestra de ingenio se encuentra en la pronunciada curvatura que presenta el último tercio de la hoja. El objetivo ideal del matador es clavar el estoque en el corazón del toro, o en su defecto, cortar los grandes vasos sanguí­neos que lo rodean. Pero ocurre que el corazón de estos bóvidos se encuentra en un lugar poco accesible del tórax, prácticamente entre los húmeros (fig. 4). Alcanzar este punto vital desde arriba, exige que un estoque recto entre muy vertical, entre las escápulas y evitando la columna vertebral, es decir, exige que el cuerpo del matador quede momentáneamente entre los pitones del toro. Para evitar tanto riesgo, la punta curvada permite que la estocada sea tendida, ya que el trayecto que describe en el interior del tórax autodirige la punta del estoque hacia el corazón. Ya sabemos que estas estocadas de efectos rápidos son escasí­simas, pero ello no debe atribuirse a defectos de diseño, sino a falta de habilidad o valentí­a del matador. Dicha falta de habilidad o valentí­a se sustituye por una práctica exteriormente muy visible, pero cuya finalidad muy pocos espectadores conocen. Nos referimos al «marear al toro»[13], es decir, a presentarle capotes alternativamente a derecha e izquierda, inmediatamente después de haberle sido clavado el estoque. La presentación alternativa de capotes provoca que el animal mueva su tercio delantero al mismo ritmo, y eso es todo lo que exteriormente puede observarse. Pero ¿qué ocurre dentro de su tórax? Veamos (figura 4): las estocadas que no tienen efectos rápidos (es decir, casi todas) pueden haber sido demasiado «tendidas» (hiriendo hí­gado y/o panza), «traseras» (hiriendo pulmones y/o esófago), «delanteras» (hiriendo pulmones y/o esófago y/o tráquea), o poco profundas o «atravesadas» (hiriendo pulmones). Pero si el animal mueve su tórax con el estoque dentro (que recordemos, tiene filos cortantes y el extremo curvo) se produce una verdadera «carnicerí­a» interior (cuyos detalles obviamos) y que exteriormente, a veces, se evidencia por los vómitos de sangre. Y ese movimiento es precisamente el que provoca ese eufemismo de «marear» al toro con los capotes. Si se me permite la groserí­a, tendrí­a que decir ¡coño con los mareos…! Por eso siempre nos ha resultado milagroso que un toro pueda llegar a ser devuelto a los corrales por superar el plazo de agoní­a (quince minutos desde el inicio del tercer tercio, es decir, desde que comienzan los intentos de darle muerte). Desde luego no es culpa de este refinado artefacto conocido como «estoque de matar».

          EL ESTOQUE DE DESCABELLAR

          Al descabellar se trata de seccionar la médula espinal para paralizar completamente al animal (como consecuencia de dicha parálisis, su muerte sobreviene unos minutos después[14]). Pero si la médula no es seccionada completamente, la parálisis también es parcial, y ello da lugar a esas dantescas imágenes de toros moribundos con movimientos agónicos pronunciados.

          Es decir, que por un lado se necesita un instrumento similar a la «puntilla», esa especie de puñal utilizado de antiguo (y aún hoy, ilegalmente) en los mataderos para el sacrificio de reses, pero que no exija en su manejo tanta proximidad al animal, y que haga un corte lo más ancho posible pero sin dificultar su introducción entre las vértebras.

          Todo ello lo consigue el estoque de descabellar, que es similar al de matar pero con el extremo sin curvar y con una cruceta que hace de tope a 10 centí­metros de la punta, es decir, como una puntilla a distancia[15]. Si el matador logra introducirlo entre el espacio intervertebral del atlas, el animal cae fulminado (pero consciente) cuando el corte de la médula es total. Si es parcial, puede rematar el trabajo imprimiendo al estoque un movimiento lateral, con la cruceta como punto de apoyo (nótese por tanto que la cruceta no sólo tiene la misión de que el estoque no profundice más de lo debido y atraviese la garganta del animal, sino también la de brazo de palanca). Una vez el toro en el suelo, bien por efecto del estoque de matar bien por el de descabellar, el puntillero culmina el sacrificio con la puntilla. Para terminar, baste decir que este método de sacrificio está prohibido en toda la Unión Europea por su extrema crueldad.

          OTROS INSTRUMENTOS DE TORTURA TAURINA

          Ya hemos mencionado la puntilla, que no describimos por no tener ningún refinamiento especial (quizá por no ser un instrumento especí­fico de tortura taurina, sino un simple y antiguo útil de matarife). Pero aún hay una larga lista de utensilios utilizados por los rejoneadores, cuyo único refinamiento destacable es el disimulo. Y nos explicamos: si se ha tenido la inoportunidad de presenciar uno de tales espectáculos, posiblemente le ha llamado la atención cómo el «caballero» portaba y clavaba en el lomo del toro diversos palitroques semejantes a largas banderillas, con una pequeña punta metálica que, sin embargo, provocaban la muerte, o casi, del animal. ¿Cómo es posible que con un `pincho tan pequeño se pueda matar a un toro? El secreto está en el «disimulo». Aunque los rejoneadores también utilizan banderillas ordinarias (con palo de 80 centí­metros), banderillas cortas (con palo de 35 centí­metros), banderillas rosas (con palo de 20 centí­metros), farpas (especie de banderilla con arpón de 7 centí­metros) y rejones de castigo (especie de lanza con cruceta a 24 centí­metros), con lo que verdaderamente causan la muerte del animal es con los denominados rejones de muerte, especie de estoques rectos con hoja de doble filo de 65 centí­metros de largo por 2,5 de ancho, de los que pueden clavar cuantos sean capaces en el plazo de cinco minutos. Pues bien, dichos rejones llevan disimulada su hoja bajo un papel de colorines, del que sólo asoma una pequeña punta, de forma que el público no pueda percibirse de la verdadera longitud del hierro. Describir las heridas que producen en el tórax del animal, mientras corre tras el caballo, unas cuchillas de 65 centí­metros de largo, suponemos que es innecesario.

  6. quiza tenga que ver conque la asistencia de tauricidas haya bajado un montón en los últimos cinco años.

    Nada, es el último estertor, ya tienen que ir a los coles a pedir niños, de aquí en diez años terminado y todos tan contentos

  7. Se puede caer mas bajo?…utilizar niños para cubrir gradas semivacías… Vergonzoso. Señal de que están necesitados de audiencia…poco a poco pero sin pausa…los shows sangrientos retrógrados pasarán a la historia.

    • Quedan toros para rato, y en parte gracias a los antitaurinos.

      No hay nada para sostener la tauromaquia como un público devoto.

      Le pasa como a la Semana Santa.

      A los españoles nos gusta la seriedad para muchas cosas públicas, incluidas las manifestaciones.

      • …cuando hables de los españoles recuerda que no sois tu y 4 más… estamos unos cuantos milloncejos por delante de ti, y cada uno con su propia apreciación.

        • Por supuesto, aunque creo que en las próximas elecciones podremos precisar más.

          Españoles somos todos los que tenemos DNI, y luego…las opciones políticas y las implicaciones que ello conlleva.

        • …me alegra que lo tengas en cuenta, a partir de ahora cuando quieras hacer mención a tus gustos e ideologías aplica «algunos» españoles… no te hagas dueño de todos.

        • Utilizo el término de Españoles que la izquierda lleva 30 años abandonado.

          Vosotros seguid utilizando el de……..

          CIUDADANOS.

          JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJA

          Hemoaaaaal!!!!!!

        • …recetanos otra cosa porfa, no está bien que hayas acabado con las existencias y no avisar.

  8. Frase del nuevo ministro de Cultura español:

    El nuevo ministro de Cultura: «Hay que considerar a los animales iguales en todo, en inteligencia, en sensibilidad, en derecho a la vida…»

    Adiós torturadores….adiooooosss

ESCRIBE UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí


spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img