En el verano de 1977, un suceso vino a perturbar la tranquilidad de Ciudad Real: una gran explosión en la estación de RENFE… comenzaba una noche de pesadilla y pánico, que dejó la ciudad iluminada en un tono anaranjado y que un grupo de héroes anónimos salvó. Bomberos, Cruz Roja, Guardia Civil y Policía Armada además de muchos vecinos y vecinas que espontáneamente decidieron ayudar fueron los que salvaron Ciudad Real.
Muchas familias corrieron despavoridas hacia el campo, abandonando sus casas en plena noche.
El autor, testigo de niño, se ha basado para este reportaje que sirva de agradecimiento en los testimonios directos que le han llegado por entrevistas y en la información que publicaron el diario Lanza y la publicación Cuadernos Manchegos 28 7 1977 así como los diarios ABC , Ya y El País.
Ciudad Real vivió en la madrugada del 28 de julio de 1977 horas de pánico. En un apartadero de la estación de RENFE hicieron explosión dos cisternas de CAMPSA que contenían 30.000 litros de gasolina cada una. La totalidad de los vecinos de la barriada de Los Angelesy un gran número de ciudadrealeños, en pánico, evacuaron la zona durante varias horas.
«La gente salió huyendo despavorida y no hubo accidentes porque Dios no quiso, ya que la gente circulaba por dirección prohibida por las calles con tal de escapar de la ciudad lo más rápido posible. La explosión se vio a muchos kilómetros y Ciudad Real podía haber desaparecido del mapa«.
Clemente Díaz Murcia, inspector principal de la estación de ferrocarril de Ciudad Real y Francisco Sánchez Donoso, Jefe de Servicio, fueron testigos directos de la dramática noche del 28 de julio de 1977 en la que se incendió parte de la estación de ferrocarril de Ciudad Real. El diario ‘Lanza’ pudo hablar con estos dos ciudadrealeños de cuya experiencia narró así:
Clemente y Francisco, es decir un Factor de circulación de la estación, eran responsables de una sección de trabajadores compuesta por 600 personas, suya era la responsabilidad de la estación de ferrocarril la noche en la que ocurrieron los hechos.
Clemente asegura que desde su casa, ubicada en las inmediaciones del barrio de Pío XII, pudo observar el cielo de tono rojizo.
Crónica de una tragedia evitada
Poco después las doce y media de la noche una de las cisternas hizo explosión alarmando y causando el pánico en la barriada de Los Ángeles hubo incendios en varios pisos y voluntarios que estaban colaborando en las tareas de extinción resultaron heridos.
El panorama se presentaba apocalíptico y desolador el fuego seguía activo y creciendo sin que poder hacer nada para contenerlo. Además para agravar la situación cuando se produjo esta explosión los vehículos de los bomberos se encontraban repostando agua fuera de la estación por lo que no se pudo hacer nada para evitar que el fuego siguiera con gran intensidad.
Los voluntarios que estaban ilesos ayudaban a los heridos, la mayoría de los cuales fueron evacuados en ambulancias al hospital de Alarcos y por la Cruz Roja, o en los vehículos de la Guardia Civil o en coches de particulares que no dudaron a pesar del peligro en ofrecer su solidaridad.
«… a las doce de la noche se hizo de día en toda la ciudad. La gente corría por todas las partes y nos fuimos al hospital de Alarcos, donde veías a la gente sin camisa, se les había quemado, les echaban yodo por la espalda. El panorama era brutal, se vieron auténticas bolas de fuego. En el barrio de Los Ángeles el fuego llegó a entrar por algunas ventanas a las viviendas«. Testimonio recogido
A la una de la madrugada, momento en el que llega el coche de bomberos de la refinería Enpetrol de Puertollano dotado de espuma carbónica, se produjo la segunda explosión ocasionando incendios en las fincas cercanas y en casi todas las vías de la estación llegando a quemar traviesas.
Los trozos de cisterna que se desprendían quedaron incrustadas en algunos coches de la barriada de Los Angeles y algún resto cayó en un pozo de residuos de la Campsa.
Las llamas de esta segunda deflagración, muy altas según testimonios presenciales, se pudieron ver desde toda la ciudad dejando la ciudad en un tono anaranjado.
Para evitar una explosión en cadena, el personal de Renfe, miembros de la Guardia Civil, de la Policía Armada y particulares voluntarios (en su mayoría ferroviarios) consiguieron separar “a brazo” y lesionándose la espalda empujando cuatro cisternas de gasoil hacia la topera, así como otros tantos vagones. En este apartado destacan el trabajo y la valentía de, Faustino del Río (ya fallecido), que con un tractor de maniobras trasladó los vagones. Estos héroes anonimos se jugaron la vida incluso más allá de las órdenes que recibieron por parte del Gobierno para evitar que el fuego no se propagara ni se acercara a los depósitos de Campsa y que Ciudad Real quedase casídestruída por completo.
La situación era desoladora en cualquier punto de visión: a un lado de las vías estaba la ciudad y al otro los depósitos de Campsa. Por fortuna todo quedó en un gran susto pues entre los dos autobombas de los bomberos de Ciudad Real con agua y el de Puertollano, de espuma carbónica, se consiguió controlar el fuego a las 2,45 de la madrugada.
A consecuencia del calor del fuego todas las vías de la estación se deformaron por lo que durante algunos días el tráfico quedó paralizado y el transporte de mercancías y viajeros se tuvo que hacer por carretera. La circulación estuvo tres días interrumpida. Durante años esa parte de la estación permaneció con el suelo quedamo cómo recuerdo.
Una noche de terror e inseguridad
Los vecinos de la barriada de Los Angeles, con 340 viviendas y a solo 150 metros de la estación observaron el fuego a las once y media de la noche. La alarma cundió rápidamente. Todos los vecinos abandonaron sus casas y, en coches o a pie, abandonaron la barriada. Algunos colaboraron con la Guardia Civil, Policía Armada y operarios de la RENFE en la extinción del incendio en unos momentos heróicos y de mucha tensión.El pánico cundió también en el centro de Ciudad Real. Mucha gente abandonó sus hogares para pasar parte de la noche en la carretera. Algunos durmieron en coches; otros permanecieron en vela toda la noche; los menos se alojaron en casas de amigos que viven lejos de la estación.
Algunos vecinos de la barriada en testimonios dijeron que las planchas de la cisterna eran «como bolas de fuego«. «Mi marido es empleado de la RENFE y fue a apagar el incendio; yo tuve que coger a mis tres críos pequeños en brazos y salir corriendo de aquí«. «Hacía un calor espantoso«. «El fuego formó una nube negra que se abrió en el cielo como una seta”.
En los centros sanitarios de Ciudad Real como el hospital de Alarcos fueron atendidas 84 personas, entre ellas el Gobernador Civil. Las heridas más comunes fueron, por supuesto, las quemaduras y fracturas en diversos puntos del cuerpo. No hubo que lamentar ningún muerto. Sólo tres vecinos sufrieron quemaduras de tercer grado.Las 250 personas, aproximadamente, que se encontraban cerca de las cisternas cuando la primera hizo explosión, advertidas por la Guardia Civil, huyeron despavoridas. En su carrera algunos cayeron al suelo; otros perdieron prendas como los zapatos; otros fueron alcanzados por las llamas; algunos, empujados por la onda expansiva, se golpearon con los vagones del convoy, camiones aparcados en las proximidades o contra los muros de la estación.
Las cisternas se abrieron por la parte superior al hacer explosión. Esto provocó una bocanada de fuego que se extendería hasta las casas de la barriada de Los Angeles. Las viviendas de los pisos superiores fueron las más afectadas. Dos de ellas resultaron completamente destruidas. Televisores, aparatos de radio, sofás, mesas, estanterías, puertas, ropa, libros, paredes y techos se quemaron.Alguna plancha retorcida de las cisternas se incrustó en la pared de las viviendas; otras cayeron en el centro de la barriada; las menos acabaron su trayectoria en los tejados. La franja de terreno baldío que separa el apartadero del bloque de casas quedó completamente abrasado por las llamas.
La explosión destrozó también el tendido eléctrico de la estación. Uno de los vagones de fuel-oil contiguos a los de CAMPSA fue tumbado; otro descarriló; uno de madera, aparcado en el otro extremo de los andenes, se quemó completamente, y las vías se retorcieron.
Historia e Historias de Ciudad Real
Antonio José Martín de Consuegra Gómez
https://ciudadreal.wordpress.co
Nunca se llegaron a concluir las causas de un incendio cuyo desenlace fue fruto de la suerte y del buen trabajo de voluntarios y grandes profesionales.
Una tragedia que recordó lo que había ocurrido en la madrugada del 15 al 16 de febrero de 1941 en Santander….