Manuel Valero.- A veces me embarga la sensación de un todo onírico que va desde la tostada mañanera a las últimas reflexiones nocturnas, esas que le brujulean a uno por la cabeza como diminutas luciérnagas cuando apagas la luz y te dispones a la muerte provisional del sueño. Entonces, el sueño, aparece más real que el día que se ha ido y posiblemente más vivible que el día que está naciendo mientras dormimos.
A veces los sueños son gratos porque no tienen noción de espacio y de tiempo y de alguna manera son un ensayo para la eternidad que nos aguarda. La hermenéutica de lo que libera nuestro cerebro está llena de significados recurrentes y de otros reclamos crípticos que suelen descifrar los especialistas. Volar, tratar de correr sin poder hacerlo, caer al vacío… tienen su correspondiente traducción en la realidad contable. Y no pocos tienen una fuerte carga erótica que sirve para descargar el estocaje.
El otro día después de una conversación telefónica con Marcelino Lastra y de esquivar los obuses que te lanzaba la televisión escribí en las redes algo parecido a esto: «Un xenófobo preside Cataluña, una pareja de neomarxistas punto com se agencia una casa palaciega, una cantante israelí gana Eurovisión y días después el ejército masacra a decenas de palestinos, los belgas cobijan a unos cuantos seguidores del xenófobo catalán y en Italia la derecha y la izquierda extremas se alían para formar gobierno antieuropeo…JAJAJAJAJAJAJAJAJA”
Las carcajadas eran un recurso onomatopéyico de mi locura sobrevenida ante el asombro de perplejidades que es capaz de generar la actualidad en un solo día. Uno no puede mantener el equilibrio mental si el mundo en que habita ha perdido todos los puntos de la estrella polar. Después de la conversación con mi colega de sala hipóstila y francamente un poco aturdido tuve la sensación de habitar en lo profundo de la caverna platónica, y que la prosaica realidad que aparentemente se amansa en todas las cosas me pareció un trémulo juegos de sombras: como figuras que danzan al son de una música premeditada sin que jamás sepamos quien es el autor de la partitura.
Puede que nada ocurra por causalidad y que la aparición en la escena aldeana en que se ha convertido este contradictorio planeta de personajes como Trump o Putin, los vaivenes a los que se enfrenta la otrora idealizada Europa comunitaria, los problemas que sacuden el delicado tablero del mundo y que parecen enquistados como el enfrentamiento entre hebreos y palestinos, el juego de la guerra cibernética, las redes que nos enredan y nos recrean y delatan, el exceso de información, la nueva inquisición de lo políticamente correcto, la tentación de una democracia a la carta… todo ese aliño imposible que tenemos en el salón de casa las veinticuatro horas del día y que nos sacude como guiñapos, obedezca a un malvado plan propio de Cuarto Milenio.
Pareciera que los acontecimientos de la Historia no son producto del ciego azar o de las contradicciones que genera la lógica evolución de la especie humana sino que todo está conectado al panel de un poder en la sombra que maneja las sombras y decide cuáles se reflejan en la pared de la cueva. Hace unos años, pocos, antes de Internet, el tiempo pasaba más lento y el mundo era menos estrecho, y el mundo de los espías era más romántico, y las canciones verdaderos tratados existenciales, y los dictadores, lejanos, y los veranos interminables y los amores, fugaces, y los desastres naturales, vómitos en el fin del mundo.
Es verdad que siempre ha habido guerras y que sin necesidad de viajar a los tiempos de Atila, el siglo XX ha sido el más sangriento de cuantos lo han precedido y que hace apenas ochenta años –un suspiro en la línea del tiempo-, los seres humanos experimentaron la coetaneidad de un personaje diabólico como Hitler y vieron en los reportajes del cine, el mortal hongo atómico que dejó a decenas de miles de personas convertidas en siluetas sobre el cemento. Es cierto, pero tal vez y porque éramos más jóvenes y teníamos la tarea de ir descubriendo la vida, todo nos parecía más lejano y el marasmo de los veranos de antaño, sin prensa, sin tele y con un aparato de radio como toda conexión, era capaz de tender una distancia sideral entre la vida de uno y la vida de los miles de millones de los otros. Guerras perpetuas, bocados de la naturaleza que dejaba al albur a millones de desheredados entre escombros y riadas, dictadorzuelos, asesinos en serie, juego de tronos-misiles… el hombre en su negritud ha acompañado desde la noche de los tiempos al hombre en su misión trascendental.
Pero hoy… Hoy a uno le embarga la sensación de una lenta decadencia y de que todo parece prostituirse como en una gigantesca hoguera de las vanidades, en medio de una pasarela de plástico burdo y permanentemente retrasmitida por el cable y los artilugios hijos de lasTIC,s, en un tic alienante y en una desmesura de intolerancia y de demonización del otro, de un periodismo no ejercido noblemente para la denuncia y la crítica sino para el triturado. Hace unos momentos ha habido una matanza de estudiantes en Texas, una más, el zarpazo de otro loco mediático que pronto será olvidado hasta el próximo golpe. Ante lo que ocurre hoy, televisado al minuto y retrasmitido por todos los medios, públicos, privados y personales, las andanzas asesinas de Charles Manson suenan como una sesión de cine de barrio. Tenemos sobredosis de todo, cada cual enarbola su verdad como la única, el mundo gira anotando por centenares de miles las muertes de inocentes… todo en medio de una infantilización contestataria como si todo se preparara para zambombazo final.
Es verdad que hay amaneceres bellos y momentos irrepetibles con las personas cercanas y que la vida del barrio aparece casi al final del camino como uno de los pocos espacios habitables. Pero el mundo está loco, siempre lo ha estado y la historia de la humanidad ha sido y es el pulso perpetuo entre el hombre de luces y el hombre de sombras. Pero hace falta un poco de sosiego. A veces uno echa en falta el mundo de antes de las redes y hasta la felicidad de la ignorancia. En apenas media centuria el peso de los hombres y mujeres timoneles ha disminuido víctima de la dieta de la mediocridad: Kennedy, Degaulle, Indira Gandhi, Golda Maier, Fidel Castro, Tito, Willy Brand, Aldo Moro, Olof Palme, Margaret Thatcher, Felipe González, Fraga Iribarne, Santiago Carrillo, Josep Tarradellas, … cada cual en su parcela de pensamiento y responsabilidad en gestionar los destinos de sus pueblos, han dado paso a personajes de opereta, insólitos e inexplicables. Pensar en un mundo armónico, en paz kantiana, tolerante, inclusivo y habitable no deja de ser una quimera inalcanzable. Uno ve las ciudades sirias como esqueletos antediluvianos y la cochambre mediática en guardia permanente y se pregunta si todo es un sueño, si estamos saliendo de la caverna y atisbando el rostro de la mano que maneja los hilos o es que la naturaleza humana que una noche colonizó el asombro de un planeta azul, está condenada a la autodestrucción. Dice Silvio Rodríguez que solo el amor engendra la maravilla. Estamos necesitados de maravillas. Y muchas.
Qué bonito y sólido artículo.
La realidad que tiene vida propia creo, se nos presenta por los medios de comunicación con tal fragmentación que perdemos perspectiva y sentido, es decir, capacidad de análisis y de filosofar, y eso parece que nos crea un caos, un caos que hábilmente es dirigidoal miedo, y con ello a la manipulación.
A mí Cuarto Milenio me sigue gustando.
Gracias al programa conocí el Instituto Tavistock, el cerebro de toda ingeniería social en Occidente.
Pero si me ha parecido sólido tu artículo, es porque parte de la base de la mayor de las realidades, la de la naturaleza humana. Con sus luces y sombras, el ser humano mueve la Historia, hoy como siempre.
Una certeza que descompone el caos y hace razonable la esperanza.
Nos hacemos mayores
Creo más bien que nos hacemos sabios.
Que la realidad tenga vida propia como dice Antonio Escohotado, y sea capaz de sorprendernos, nos hace jóvenes.
Quizás nos desilusionen los dogmas en los que confiábamos porque nos explicaban el mundo, y ahí notamos el gran cambio…de etapa y de edad.
Pero miramos con los mismos ojos, analizamos con el mismo patron de pensamiento, y discernimos con el mismo corazón, pues pese a los cambios, somos sustancialmente los mismos que éramos.
Todos los cabellos de nuestra cabeza están contados…todo está medido con infinita sabiduría y amor divino.
La pareja de neomarxistas.com, como son calificados por usted, se han agenciado un casoplón, contraviniendo esa máxima ejemplar de Pepe Mújica, expresidente de Uruguay, cuando le censuraban que se mantuviese en su casa de toda la vida y con un armatoste como coche : Es que yo vivo como pienso. Los que parecen mantener su coherencia a capa y espada son los chicos de la derechona de siempre: corrupción, compra de voluntades hasta en la sacrosanta Universidad, mentiras y cintas de vídeo, corrupción, expolio, robo a manos llenas, prevaricaciones, cohechos, falsedades y suma y sigue. Y que nadie les tosa, oiga. Con su sentido patrimonial del país `propenden a considerar una ofensa que se les acuse de robar lo que es suyo. Porque suyas son las universidades y las voluntades de todo dios, joder.
Imagino que estarás hablando de la Complutense, incluso de la UCLM, siempre un ejemplo de Autonomía frente al poder político.
Conozco Vallekas y mejor San Blas. Dos barrios que votaron mayoritariamente a Podemos.
Pues han hecho un carajo en esos barrios.
Todos han querido formar asociaciones y trincar del Ayuntamiento. Y ahí ha quedado el cambio.
Todo una ESTAFA.
La derechona?? Pues como la izquierdona!!!
Ninguna quiere tener vivienda social al lado de su casa.
Por eso los pijos rojos se van a Rivas, que es como una especie de Pozuelo, pero sin la sierra de fondo, y con calles dedicadas a Bardem y la Pasionaria. Pero los mismos lujos y pujanza constructora.
TODO ES TEATRO.
Muy buena descripción del momento..comparto tus sensaciones..a veces tengo la sensación de estar continuamente agotado a nivel terreno. abatido y aturdido ..Como a la espera de algo nuevo que no termina nunca de llegar..
Si quieres un poquito de azúcar en la mente, échale un vistazo al texto de James Rhodes ayer en el País.
Una especie de charquito de agua en el secarral afectivo en que algunos han convertido este país.
Por cierto, los odiadores lo han puesto a parir. Solo por decir que es feliz en España. Pero no en la de los nazionalismos, en la de verdad.
España como secarral afectivo. Te robo la definición
La verdad es que resulta más fácil entender lo que está pasando actualmente en una situación que se parece más a aquella famosa película llamada “Los dioses deben estar locos”, que a toda la cultura política y social en la que nos desarrollamos y crecimos…..
El mundo que describes es el de el Bosco. Hemos vuelto
a la Edad Media. Pero es una Edad Media pagana y sin honor. Esperamos el fin del mundo pero nos da igual. Comamos, bebamos y consumamos que mañana moriremos. Y a joder, dicen los asnalfabetos, que el mundo se acaba.