“No hay que pensar qué tenemos que comprar para mejorar nuestra dieta, sino en lo que debemos dejar de comer”

Eusebio Gª del Castillo Jerez.-El plato fuerte, en popularidad, de la jornada de ayer del festival de divulgación Pint of Science que acoge el pub Living Room, fue la charla “Mentiras sobre nutrición que escuchas a diario”, del dietista, nutricionista e investigador Aitor Sánchez García, autor de “Mi dieta cojea”, que repasó algunos de los mitos alimentarios más arraigados y ofreció algunos consejos para gozar de una alimentación más sana.

En el ámbito de la alimentación, decía, es habitual que nos traten de vender productos fantásticos y mágicos. Sin embargo, de nada sirve “gastarse una pasta” y comer aguacate, quinoa, té verde, huevos ecológicos o kéfir, si además tomas galletas y bollería. En nutrición, recalcaba, es mucho más importante no que lo se come. Si dejas a un lado dulces, bollería, embutidos y bebidas alcohólicas, “muy mal lo tienes que hacer para arruinar tu dieta”, bromeaba. Y es que, subrayaba, “no hay que pensar qué tenemos que comprar para mejorar nuestra dieta, sino en lo que tenemos que dejar de comer”.

Comer sano no es tan complicado, aseveraba Aitor Sánchez, que recomendaba algo tan sencillo como tener un frutero en casa. Beber agua en las comidas principales, que el postre sea fruta y que siempre haya verduras; “con estas cosas tan simples se corrigen el setenta por ciento de los problemas alimentarios”. En tono de chanza apostillaba que “esto no suena muy a ciencia, lo que mola es meter omega 3 en la leche, aunque sea homeopatía”.

Asimismo, invitaba a probar cosas diferentes en el desayuno: café con fruta y unas almendras, pisto, ensalada, salmorejo, una tortilla, unos ajetes o un calabacín a la plancha. No es necesario recurrir a las bayas de goji, quinoa y arroz salvaje, puedes tomarte unos “míseros y vulgares” garbanzos, remachaba en tono jocoso.

Un bollo sin aceite de palma sigue siendo un bollo
El aceite de palma, tan impopular últimamente que algunos alimentos lucen sellos que lo excluyen, “podría consumirse recién extraído y no sería muy perjudicial para el ser humano”. El problema, matizaba, es que Europa lo importa refinado, “y es durante ese proceso de refinado cuando aparecen sustancias que no son saludables”. Por otro lado, ha hecho hincapié en que se utiliza principalmente en bollos, dulces y comidas preparadas, por lo que eliminarlo de estos productos no los hará más saludables. El reclamo del sello sin aceite de palma es “irrelevante”, advertía: un bollo sin aceite de palma sigue siendo un bollo.

“Cuando se centra toda la atención sobre un solo nutriente, sobre una única partícula; cuando toda las neuras que nos rodean se dirigen hacia un ingrediente, la industria, simplemente, saca basura alimentaria sin él”, señalaba.

La leche no es imprescindible
Siempre se ha considerado que los lácteos son imprescindibles para la buena salud de nuestros huesos, pero, curiosamente, los países donde más lácteos se consumen son los de más prevalencia de osteoporosis. Entonces, el elemento que se suponía más eficaz para prevenirla,  parece que no lo hace. No es que ahora hay que denostar la leche, lo que ocurre, explicaba es que existen otros factores más importantes que su ingesta. Pero desgraciadamente, lamentaba, no tenemos más sanitarios que digan a sus pacientes “dé más paseos al sol, haga más actividad física, coma más sano, menos sal…”. Sucede que se recomiendan suplementos de calcio, “cuando claramente es un aspecto irrelevante”. Por tanto, concluía, no es una prioridad dietética tomar tres lácteos al día, tal como desde algunos estamentos se recomienda. Y, por otro lado, ha puntualizado, qué lácteos, porque “no es lo mismo un requesón o un yogur natural que un batido”.

Sin gluten se puede comer de todo lo que no es basura alimentaria
El gluten “está el punto de mira de todo y necesita muchas matizaciones”. Se trata de una proteína presente en varios cereales, el trigo el más conocido. Hay personas a las que sin ser celiacas -estos son el 1% de españoles- les sienta mal el gluten, aproximadamente el 8% de la población. En esta “moda” de quitarse el gluten, hay personas que se sienten mejor; “puede ocurrir que sea porque realmente tienes sensibilidad al gluten o porque te has dejado de tomar galletas y bollos”. Las familias con celiaquía sienten que no pueden comer de nada, “cuando en realidad pueden comer de todo lo que no es basura alimentaria o harinas transformadas –frutas, verduras, hortalizas, legumbres, semillas, carne, pescado, huevo, marisco, frutos secos e, incluso, algunos cereales-“.

El alcohol, cuanto menos, mejor
Durante décadas, continuaba, profesionales con bata blanca han recomendado el consumo de alcohol, llegado a decir “tiene que tomar usted un vasito de vino al día”. El alcohol, ha remarcado, es perjudicial para la salud, “lo que no quiere decir que una caña te vaya a producir cáncer o un problema alimentario”. Sánchez García ha hecho hincapié en que se trata de un alimento que no se debe promocionar desde el punto de vista de la salud. “No quiere decir que no podamos consumir vino o cerveza de forma eventual (no a diario)”, añadía. Se trata, decía, de aprender a convivir con las cosas que no son sanas y a saber cuándo usarlas. A nadie, ironizaba, se le ocurría promocionar el sedentarismo. Porque el alcohol, subrayaba, es un factor de riesgo de cáncer; lo que no quiere decir que lo provoque directamente, sino que “el alcohol, cuanto menos, mejor”.